En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 30 de julio de 2012

Por qué el mundo funciona perfectamente sin mí – Joost Vandecasteele


He aquí un libro llamado a dejar huella, compuesto por diferentes relatos unidos sutilmente a través de algunos personajes, situado en algún momento del futuro, y a medio camino entre el sueño y la pesadilla.
Desde el comienzo, con la fiesta anual en “honor” al pariente más rico de la familia (por los desinteresados motivos que es de suponer), se suceden una serie de relatos donde llaman la atención dos que tienen algo en común: la aparición de gigantescas estructuras (un centro comercial en un caso, y un edificio en otro) que se convierten en mundos autosuficientes, donde quienes los habitan se limitan bien a sobrevivir en ellos, bien a ser prisioneros (por no saber escapar, o por no atreverse a hacerlo).
Y con esa materia y otras que van en el mismo camino, llegamos al argumento del libro: la soledad implícita en el desarrollo, en las formas modernas de vida llevadas hasta el delirio; y junto a la soledad, la debilidad del ser humano, la impotencia para abrirse camino, la forma en que cada uno queda a merced de los acontecimientos arrastrado por otras personas que, en el fondo, son como él. Y de ahí, al miedo.
Tanto algunos comentarios como bastantes situaciones están bañadas de considerables dosis de humor, cierto es, pero no lo bastante como para quitar el libro su inquietante carácter.
Por qué el mundo funciona perfectamente sin mí ha sido editado por Tropo Editores, y fue elegido en 2010 como  mejor obra novel escrita en lengua flamenca.


jueves, 26 de julio de 2012

Brahms y Chaplin


Nuevamente una pieza maestra de la música y el humor a sugerencia de 
esta vez mezclando la música "seria", la danza húngara nº 5 de Brahms, con imágenes del genial Charlie Chaplin.


lunes, 23 de julio de 2012

Perro vagabundo busca a quién morder – Julián Ibáñez



Magnífica novela negra centrada en Bilbao, a finales de la primera década de este siglo, en plena tregua de ETA. Allí, un policía nacional recibe un extraño encargo: investigar la desaparición de una adolescente. Todo apunta a una fuga voluntaria, pero lo extraño de la misión radica en que el asunto es competencia de la policía autonómica, y, para colmo, el policía está destinado en extranjería, un departamento que nada tiene que ver con esos asuntos. Todo apunta a que el comisario conoce al padre, y la vinculación a extranjería se viste con que la chica, a pesar de ser de nacionalidad española, es de origen extranjero.

La primera noche el policía hace lo normal en estos casos, y eso le lleva a averiguar que el padre, antes de ser un rico empresario estuvo en la cárcel por diversos asuntos. Pero quien de verdad le impacta es la madre.

Cuando al día siguiente le comunican que la chica ha aparecido, el policía se resiste a dejar la investigación (que, recordemos, difícilmente era competencia suya) solo para seguir viendo a la madre.  Cierra formalmente el caso, pero sigue investigando por su cuenta, lo que compatibiliza, al igual que casi todos sus compañeros, con trabajitos en negro en una agencia de detectives. Trabajitos ante los que los superiores hacen la vista gorda.

El asunto se complica cuando poco después la niña es asesinada. El policía, sin esperarlo, se ha metido en un lío: el informe con el que cerró el caso no refleja todas las actuaciones que ha hecho. Las omitió porque no es competente para investigar, y porque las hizo a su aire solo por ver a la madre.

Es así como el personaje se pasa a ser, sin pretenderlo, parte actora del crimen, convirtiéndose en una suerte de potencial víctima inocente. O no tan inocente, porque no repara en huir hacia delante sin sujeción a norma de ningún tipo.

Todo transcurre, además, en un tenso ambiente entre la policía autonómica y la nacional; y entre los policías nacionales entre sí, que a cuenta no se sabe si de las aspiraciones o de los trabajitos para la agencia de detectives, pocas razones tienen para confiar los unos en los otros. Un ambiente desagradable, donde nadie es amigo de nadie, donde todos ocultan algo a todos. Donde el cumplimiento del deber a menudo choca con los intereses personales, donde el terrorismo, además, crea dos clases dentro de la policía (estar en la antiterrorista o no estarlo) aunque de una forma u otra acaba afectando a todos.


jueves, 19 de julio de 2012

La máquina de escribir


Otra entrega del capítulo de música y humor, gracias a las sugerencias de


Hasta al director de la orquesta se ríe, por no hablar de los músicos. El percusionista, Alfredo Anaya.

lunes, 16 de julio de 2012

El asombro viaje de Pomponio Flato – Eduardo Mendoza





    Tras haber leído toda la saga disparatada menos El enredo de la bolsa y la vida (2012),todavía no publicado cuando escribí esta reseña, la verdad es que esperaba más de El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008), sobre todo teniendo en cuenta la inmensa talla del autor, y más después de que La aventura del tocador de señoras (2001) fuera, con mucho, el mejor novela del famoso «detective loco», como ahora se le ha dado en llamar, y después, también, de quedarme perplejo y admirado por la variedad de registros de Eduardo Mendoza. Pero las andanzas de Pomponio no son especialmente divertidas -aunque son divertidas-, y, de todo, lo mejor es el recurso a los personajes bíblicos, comenzando por el mismísimo Jesús. Esto, y no otra cosa, es lo que salva la novela: tirando tan alto consigue parodiar las novelas históricas que tan de moda están desde hace años (muy cervantino, lo de criticar los géneros de moda a través de la parodia, ¿eh?); novelas que sólo consisten, en muchos casos, en trasladar las historia de intriga tradicionales a un tiempo más o menos remoto o, alternativamente, en despejar una intriga remota y de alguna manera «histórica» en el tiempo presente. Pero esta parodia, me temo, perderá fuerza a medida que vaya pasando esta larga moda.

    Frente a la pompa y solemnidad con que la mayoría de los protagonistas de novelas históricas se enfrentan a los «misterios», Pomponio, aquejado de incontenibles flatulencias tras haber probado unas aguas no todo lo milagrosas que esperaba, se limita, como su mayor «gracia», a no ser consciente del mayor misterio de la historia occidental a pesar de tenerlo ante sus narices y a pesar de algunas de las indirectas que le dejan caer, y todo por andar ocupado en un asunto «menor»: averiguar, en Nazaret (donde ha llegado casi de casualidad) quién se cargó a cierto pudiente judío. Su condición de romano debe, en teoría, facilitarla tarea, que ha sido encomendada por un niño, el niño Jesús, dado que el acusado es su padre, un carpintero llamado José, sobre cuyo matrimonio con María circulan ciertas, ejem, murmuraciones. El desenfado de las acciones de los personajes culmina la comicidad (¿Quién se atrevería, por ejemplo, a darle un coscorrón a Dios) porque, y quizá es esto lo que me despista al juzgarla, así como en La aventura del tocador de señoras (y en las dos previas de la saga) o en Sin noticias de Gurb la parodia se basa en la exageración, en esta ocurre lo contrario: en presentar con simplísima llaneza las trivialidades de quienes más han sido  solemnizados en la historia. 

    Me pregunto si, de alguna manera, esta novela está lejanamente emparentada (es decir, más o menos inspirada) con La vida de Brian, la genialidad cinematográfica de los Monty Python. En la película, Brian, un pringao, se ve involuntariamente en la situación de Jesucristo, al ser tomado por el mesías. Pero es un tipo normal que tiene reacciones normales y de ahí su desesperación. La osadía del argumento y la magnífica ejecución justifican decir que se trata de una de las mejores películas de humor jamás rodadas. Pomponio Flato no es lo mismo, evidentemente, pero comparte época, «protagonistas» y un modo de hacer humor basado en situar a la Sagrada Familia (en este caso «real», y no por confusión) frente a lo cotidiano. 

    Al igual que en las historias del detective loco, el lenguaje juega un papel importante en este libro, pero menos. En el caso de las primeras, que un pelanas intente elevarse a ojos del lector usando un lenguaje afectado produce un efecto cómico. En esta ocasión no sucede lo mismo: Pomponio es un desastre, pero más por las cosas que le suceden que por cómo es él. Podríamos decir que su lenguaje «no desentona», aunque es, claramente, un intento de parodiar la novela histórica, para lo que, entre otras cosas, utiliza citas cultas de modo más o menos chocante. 

    Vaya, que como he dicho al principio, sin duda condicionado por otras novelas del autor, esperaba otra cosa, algo más. Creo que el tema, en manos de un escritor como Mendoza, da para mucho más si se lo hubiera tomado más enserio. Aunque, si lo pienso, podía ir más lejos en la ejecución pero no en la idea de fondo: ¿Cabe mayor parodia de la novela histórica que una novela con Jesús, San José y la Virgen ocupados con las chorradas terrenales sin que a nadie de quienes les rodean se le pase ni remotamente por la cabeza lo que vendrá después? 

    Ahora está ya en edición de bolsillo, bastante más barata que la original, que si ya entonces me pareció cara, tras leerlo me lo pareció algo más. Claro que estamos hablando de Mendoza, lo cual es una garantía.

 













jueves, 12 de julio de 2012

Música y humor - El canon de Pachelbel


Inicio hoy y los próximos 3 jueves una secuencia del apartado "música y humor" cuyo contenido es sugerencia de una experta en materia musical, a quien podréis encontrar en http://www.elviolin.com/ . 

¡Y ni que decir tiene que también seguirán apareciendo reseñas de libros!

lunes, 9 de julio de 2012

Zafarrancho en Cambridge – Tom Sharpe




Comencé, en las primeras páginas, pensando que Sharpe se repite, y terminé convencido de estar ante una novela que, dentro de la línea del autor, es diferente a las otras que he leído.
Me pareció que se repetía porque Sharpe utiliza en abundancia personajes chapados a la antigua y, sobre todo, muy apegados a sus tradiciones. Tan conservadores que no dudan en opinar, y a veces actuar, como fundamentalistas.
Pero así como en otras novelas los equívocos se suceden formando una bola de nieve cada vez más grande cuyo estallido pone fin a la novela, en Zafarrancho en Cambridge la cosa es diferente: la trama viene dada por el enfrentamiento entre dos visiones opuestas de llevar el colegio Porterhouse: la del nuevo máster (un viejo político allí aparcado, que aspira a modernizar el colegio) frente a toda la tropa que vive anclada y acomodada en las viejas tradiciones, limitándose a vivir aislados del mundo, sintiéndose seguros al cobijo de las más rancias tradiciones.
En esta guerra hay personajes radicales, pero no el tipo de loco que abunda en otras novelas de Sharpe: cada uno, a su manera, es inteligente y se comporta con racionalidad. No hay ninguna bola de nieve, aunque sí equívocos y situaciones chocantes. La única escena realmente disparatada, la de los preservativos que ilustra la portada, no culmina nada, aconteciendo en la primera parte de la historia.
Por todo ello en esta ocasión el humor de Sharpe es más sutil que otras veces, más “inglés”, consigue divertir dejando que los personajes se retraten a sí mismos.  Y algunos de ellos, como Skullion, son para recordar pese a lo secos y poco activos que en apariencia resultan.
Con todo lo anterior dicho, lo más sorprendente es el final: sin dejar de tener su ironía, nada hace presagiar su dureza.


lunes, 2 de julio de 2012

Defensa cerrada – Petros Márkaris



           Segunda novela de Márkaris con el teniente Kostas Jaritos de protagonista. El marco, la Atenas de finales de los años 90, donde la idiosincrasia griega, que tantos obstáculos, incomodidades e ineficacias pone ante Jaritos, no habrá ahora lector que no la interprete a la luz del derrumbe económico de Grecia. Una sociedad, en definitiva, solo preocupada por el ande yo caliente, donde casi todos aspiran a ganarse el pan con el sudor de la frente ajena; unos dentro de la ley, otros no tanto.
            Por una vez, el teniente está de vacaciones. En la pequeña isla donde ha ido a parar viene un terremoto a amenizar la cosa. Amén de otros problemas, el seísmo provoca un derrumbe que alumbra un cadáver relativamente “fresco”. Ante la falta de medios de la isla, Jaritos se hace cargo de más cosas de las que debería.
            Ya de vuelta en Atenas, es asesinado un empresario dueño de diversos tugurios y un buen restaurante. Un tipo al que, por una razón u otra, todos tienen miedo; nadie admite saber nada de él, y desde las alturas hay interés en archivar el caso cuanto antes. Seguramente es un tipo relacionado con la mafia. Seguramente las mafias tocan alto. Lo cierto, en cualquier caso, es que también está relacionado con el mundo del fútbol de tercera división. Y es el fútbol, precisamente lo que acaba vinculando ambos crímenes. El complicado entorno del asesinado hace que cualquier cosa sea posible, lo que permite al autor mantener la tensión hasta el final.
            La investigación avanza sin prisa pero sin pausa, con errores creíbles que hacen más verosímil la historia, alternando el meollo con las circunstancias personales del teniente: su salud y, sobre todo, sus relaciones familiares.  En este segundo ámbito se despliega el humor de Márkaris: las manías, los temores y los prejuicios humanizan al personaje, dando a toda la novela el sutil toque de humor que acompaña en todas las páginas al relato de un teniente que habla en primera persona sin dejar de protestar por cómo el mundo se alía en su contra. Y esa es la principal gracia de Jaritos: que es un hombre mayor, de vuelta de todo, gruñón, con un coche que se cae a pedazos, que viste de cualquier manera y es poco amigo de las manías… ajenas. En resumen, tiene el encanto de los personajes gruñones, más comododes que egoístas y, en el fondo, bondadosos.
            El humor, por último, también se manifiesta en las agudas reflexiones de Jaritos sobre las intenciones y ambiciones de unos y otros, al hilo lo mismo de las grandes decisiones que de las pequeñas. Esto, sin duda, es de lo mejorcito de una novela que ya de por sí es muy buena.  Me ha gustado más que “Noticias de la noche”.
            Para ir terminando, una advertencia: mejor leer  “Defensa cerrada” cuando uno disponga de varios días por delante para acabarlo rápido: en otro caso lo complicado de la trama de intereses y la abundancia de personajes con apellidos griegos, puede provocar fallos de memoria.  
            Y ya, para finalizar, un comentario a modo de anécdota: ni la portada de la primera edición original (un pistolero abriendo fuego) ni la nueva portada de la edición de bolsillo (con sinuosas siluetas femeninas y colores que apuntan a clubs de alterne), tienen mucho que ver con el ambiente en que se desarrolla la novela. Mejor no guiarse por ellas.

jueves, 28 de junio de 2012

Benny Hill


Hay melodías que no necesitan ser acompañas ni de una sola imagen para evocar algo divertido y disparatado.

lunes, 25 de junio de 2012

Almacándida – Damián Torrijos




            Excelente encrucijada donde conviven modos y personajes del presente y el pasado,  el cuento y la novela, el más allá y lo terreno, la ironía y el absurdo, donde el lenguaje utilizado forma parte del humor tanto o más que lo que se cuenta.
            Politus fue un bebé abandonado a las puertas de un convento. En él ha sido criado y no conoce mundo. La novela comienza cuando Politus es reclamado por quien dice ser su padre: el duque, que a punto de marcharse al otro barrio quiere conocer a su retoño ya veinteañero. Antes de su marcha, el abad previene a Politus contra el principal peligro del mundo: la mujer.
            El planteamiento de soltar a un inadaptado en la civilización no es original, pero sí la forma en que se hace en esta novela: lo que al principio parecen estampas de hace unos siglos, de pronto se transforman en imágenes de la sociedad moderna, provocando una suerte de engaño que obliga al lector a hacer un esfuerzo constante por situar la historia e imaginarse el paisaje; esfuerzo que se agradece, porque uno se mete más en la narración y en su extraño ambiente. A ello colaboran figuras anacrónicas, como el escudero o la iluminación con velas, que pocas páginas después se mezclan con furgoneta, televisión y focos. La participación del mismísimo Pedro Botero, así como la festiva colaboración del ánima del duque, dan a la historia el toque de irrealidad preciso para no esperar sino lo que le venga en gana al autor, que se lo debió de pasar en grande escribiendo. El lector, a este respecto,  es mejor que no trate de anticipar nada: que se deje llevar, como en un parque de atracciones, y no se arrepentirá.
            Ni que decir tiene que la confusión nacida de tanta mezcla es uno de los méritos del libro, quizá el principal, y a ello colabora el lenguaje: a medio camino entre el tono “antiguo”, el de la “loa amanerada” -paródica- y el de la ironía. El vocabulario es más que notable (aunque alguna expresión está un tanto traída por los pelos) y mucho más rico y trabajado que la mayoría de las novelas.
            Aunque no se diga, la acción transcurre en Huesca y su entorno, alrededor de la fiesta de San Lorenzo. ¿Y en qué consiste la trama? En narrar las tribulaciones de Politus, víctima de cuantos porrazos físicos y espirituales pueda recibir un ser humano en vida, e incluso más allá. Él asume el papel de ingenuo, víctima propiciatoria para cuantas desdichas quepa imaginar; su escudero asume el papel de protector necesario para no ver enterrado a Politus a las primeras de cambio; aparece también Modesto, un rufián al frente de un espectáculo que permite enlazar la historia con la tradición picaresca; y el ánima del duque es uno de esos vejetes simpáticos que tanto juego dan en las novelas con su sola presencia, aunque en este caso su participación es bastante activa.
            Situaciones divertidas apoyadas en la fantasía y en un lenguaje trabajado y divertido. En resumen: literatura de humor en todo el sentido de la palabra.


jueves, 21 de junio de 2012

Ebook vs papel 2


Es curioso: tanto como se habla ahora de si los lectores van a leer en papel o en formato electrónico, y hace ya mucho que la otra parte de la ecuación, los escritores, abandonaron el papel. De hecho los manuscritos son ya una reliquia. Y aunque el escritor gana en comodidad, algo se pierde: con el fin de los manuscritos desaparecen documentos fundamentales para comprender el modo de escribir de los grandes autores.




Cosillas del lenguaje



Supongo que mucha gente lo conoce, porque es un correo que circula por ahí. A mí me lo ha enviado un amigo. Y, ya de paso, quien lo lea que reflexione sobre por qué las curiosidades ponen de buen humor.


Curiosidad gramatical del idioma español

El vocablo reconocer se lee lo mismo de izquierda a derecha que viceversa.  En el término centrifugados todas las letras son diferentes y ninguna se repite.  En aristocráticos, cada letra aparece dos veces. 

En la palabra barrabrava, una letra aparece una sola vez, otra aparece dos veces, otra tres veces y la cuarta cuatro veces. 

El vocablo cinco tiene a su vez cinco letras, coincidencia que no se registra en ningún otro número. 

El término corrección tiene dos letras dobles.

Las palabras ecuatorianos y aeronáuticos poseen las mismas letras, pero en diferente orden. 

Con 23 letras, se ha establecido que la palabra electroencefalografista es la más extensa de todas las aprobadas por la Real Academia Española de la Lengua.  El término estuve contiene cuatro letras consecutivas por orden alfabético: stuv. 

Con nueve letras, menstrual es el vocablo más largo con solo dos sílabas. 

Mil es el único número que no tiene ni o ni e. 

La palabra pedigüeñería tiene los cuatro firuletes que un término puede tener en nuestro idioma: la virgulilla de la ñ, la diéresis sobre la ü, la tilde del acento y el punto sobre la i.  

La palabra euforia tiene las cinco vocales y sólo dos consonantes.

La palabra argentino solo puede ser transformada en ignorante (¡¡¡¡por suerte, el calificativo no es aplicable a la totalidad de los nativos!!!!)  

Entre los matices que distinguen a la lengua española figuran en un sitio relevante las curiosidades. Pongo de muestra un caso de acentuación. Aquí se trata de una oración en la cual todas sus palabras - nueve en total - llevan tilde. Ahí les va: «Tomás pidió públicamente perdón, disculpándose después muchísimo más íntimamente». A lo mejor una construcción forzada, pero no deja de ser interesante. 

La palabra oía tiene tres sílabas en tres letras.  El término arte es masculino en singular y femenino en plural. 


lunes, 18 de junio de 2012

La captura de Macalé – Andrea Camilleri



   Uno de los mejores libros que he leído de Camilleri. Y ya he leído muchos. La acción se sitúa a mitad de los años 30 del siglo XX, en Italia, Sicilia, en la imaginaria ciudad de Vigàta. El fascismo se ha adueñado de la vida pública, se rinde culto a Mussolini, e Italia está invadiendo Etiopía (entonces conocida como Abisinia). La ciudad de Macalé acaba de ser tomada.

   Michilino, un renacuajo de tan corta edad que nada entiende de la vida, va a empezar a ir al colegio. Su padre es nombrado jefe de los fascistas locales, y Michilino crece educado en la veneración a Jesusito y a Mussolini y en el odio al pecado y al comunismo. Su credulidad, ingenuidad y falta de experiencia lo convierten en un peligro andante, y también le hacen distorsionar una realidad doméstica que dista mucho de ser ejemplar: ni su padre, ni su joven madre, ni el sacerdote, ni su primer profesor están muy al día en el cumplimiento del sexto mandamiento. La tentación de la carne está presente en cada página.

   Camilleri trenza una historia buenísima pero a la vez enormemente dura, donde lo que de humorístico brota de las insensateces del fascismo y de las debilidades y la ingenuidad de unos y otros, queda compensado con la crueldad con que unos hombres se imponen a otros, y, sobre todo, con algo tremendamente perturbador: cómo el ser humano puede manipularse hasta el extremo de convertir la inocencia de un niño en fuente de intensa violencia; cómo puede haber personas para las que la violencia es una forma de encontrar la paz espiritual.

   Una excelente novela que deja un regusto amargo, aunque eso es lo que pretende. Una novela cuyo final, además, es marcadamente simbólico. Una novela de las que, antes o después, uno vuelve a leer.



jueves, 14 de junio de 2012

Cantando bajo la lluvia


Una nueva entrada para "Música y humor". Una conocida canción que pone de buen humor (más si se oye que si se ve la película). Por cierto, pobre del que nunca haya estado tan contento como para empaparse bajo la lluvia.


lunes, 11 de junio de 2012

A cada uno su propia muerte – Veit Heinichen



Voy a comenzar por lo más evidente: no me gusta el título. Y no porque recuerde a las novelas de bolsillo del oeste, sino porque resulta demasiado duro para una novela en la que el protagonista, el comisario Proteo Laurenti, sufre tribulaciones tan familiares y domésticas que la contundencia de la trama mengua notablemente. Proteo acaba persiguiendo a los malos robando tiempo a los encuentros y celebraciones familiares, y cuando uno anda dejando a su octogenaria madre comiendo a dos carrillos para interrogar ahora a uno y luego a otro, tampoco cabe esperar la épica que promete el título.

De la novela, tres cosas llaman la atención:

La primera, el protagonista: pocos “policías de novela” hay que vivan con sus hijos y su esposa, ejerzan de padres de familia y anden con la parentela por medio. En este caso, además, se produce un efecto que no me convence: hay un completo desdoblamiento de entornos y la novela discurre, en realidad, en dos mundos diferentes. Lo normal es que la vida personal del protagonista sea un apoyo, una excusa para tomar aire, pero aquí se entremezcla demasiado, sin aportar demasiado, y haciendo perder el hilo en algunas ocasiones.

La localización: Trieste. En Italia, pero a tiro de piedra de Croacia y Eslovenia, conformando un escenario multinacional. Una ciudad, además, pequeña, lo que da un toque “casero” a toda intervención policial.

Y, por último, la trama: no deja de ser original mezclar asuntos de corrupción relativamente atípicos con temas de tráfico de personas. Consecuencia, en realidad, de la convergencia de delincuentes polifacéticos.

Dicho esto, la novela me ha parecido bastante mejorable. He aquí los motivos:

-Hay un intento de enlazar un crimen actual con un crimen pasado. Se trata de una especie de “gancho” para seducir al lector muy utilizado (me estoy acordando de Craig Russell), pero está mal trabajado y no consigue lo que se propone. Primero porque el crimen antiguo no despierta demasiada curiosidad (la única duda, y floja, es si fue un crimen o no), y porque la forma en que se resuelve es un tanto traída por los pelos.

-El crimen presente con el que se abre la novela se cierra con un decepcionante episodio donde el lector tiene la sensación de que le están tomado el pelo: donde no acaban llegando los personajes, acaba llegando el autor.

-El resto de misterios se desentrañan en base a suposiciones que el autor viene a confirmar desde su posición “todopoderosa”, y, para colmo, hay una escena final de acción muy poco solvente. Hasta algo ridícula (me refiero a un “fallo” policial que ni el más tonto cometería, lo cual revela falta de imaginación para dar salida a las cosas).

-Otro recurso típico, y más en la novela italiana, es el de tener a un corrupto dentro. Pero aquí también es un recurso fallido. Y no descubro nada al decirlo, porque cuando el asunto se plantea queda resuelto de inmediato: se sabe qué y quién, y antes no se plantea el asunto. La única duda que incentiva a lector es posterior, y afecta a la posibilidad de que haya más corruptos.

-Si bien Proteo y su entorno quedan razonablemente retratados, “los malos” parecen de otro planeta. Son mucho más planos e intercambiables. Demasiado "robotizados".

En definitiva, una historia entretenida, pero que los personajes no alcanzan a solucionar sin la intervención omnipresente del autor.

Y termino con un comentario que si no lo digo reviento: pocas portadas he visto tan desafortunadas: entre el título y el predominio del gris, no anuncia lo que hay, y encima acaba dando aire de funeral a una novela cuya gracia es lo campechano del protagonista y su entorno. Una novela, eso sí, manifiestamente mejorable.


lunes, 4 de junio de 2012

La detective miope - Rosa Ribas


Original novela de intriga que no deja indiferente por el brutal contraste del tono humorístico (que suena amargo) y los personajes más o menos raros, con el afán de venganza que motiva la acción: la protagonista, una detective privada, quiere localizar a quienes asesinaron a su esposo (Mosso en Barcelona) y a su hija de corta edad.

Para localizar a los asesinos, y aquí radica la originalidad, no tira de ningún hilo, sino que parte de una noticia leída en una revista: entre cualesquiera dos personas del mundo no hay más que media docena de “escalones”. Es decir, entre quien lee esto y, por poner un ejemplo, Barack Obama, no se interponen más de seis personas. Es posible, claro. Todo el mundo conoce a alguien que conoce a no sé quién que conoce a otro que tiene un primo que una vez tuvo contacto, pongamos, con el Rey, el cual conoce a Obama. Más complicado es, claro está, que haya solo seis escalones entre perfectos desconocidos. En este caso, seis escalones entre la detective y quien asesinó a su familia.

Pero con esa idea (en boga últimamente gracias a las redes sociales), la protagonista, en medio de una creciente miopía, al salir de la clínica donde ha estado internada tras el trauma consigue trabajo de detective en una agencia modesta, y se apresta a tratar seis casos, los que le lleguen, traten de lo que traten y afecten a quien afecten, confiada en que a su fin habrá dado con los asesinos.

Esto da ocasión a la autora de trenzar varias historias diferentes, que nada tienen que ver entre sí, al menos en apariencia, aprovechando que cada persona tiene su vida pero ninguna es completamente independiente del resto. Así vemos al padre preocupado por los despistes contables de su hijo, o el trabajador que se ausenta del trabajo y que se cree heredero de la monarquía de Hawaii.

Si al final se cumple lo de los seis escalones, que lo juzgue el lector. Para mí es lo de menos en una novela cuyo planteamiento es tan original como inquietante la mezcla de humor y tragedia.


lunes, 28 de mayo de 2012

La venganza de la Valquiria – Craig Russell



Quinta novela de la serie “Jan Fabel” y,  de las cinco, la mejor. Entre los motivos comienzo por  las cosas que, por suerte, faltan:
-Por fin el autor ha escrito una novela sin repetir una exhaustiva biografía de su personaje. La ha hecho breve, sin que resulte cargante y sin interferir en la novela.
-También se agradece la falta la alusión in extenso a las novelas precedentes. En especial no saca a pasear al fantasma de Vitrenko, lo cual da un aire nuevo a la novela, porque el asunto parecía el cuento de nunca acabar.
-Abandona la truculencia gratuita. Solo hay un crimen con mayúsculo ensañamiento, pero el autor no se recrea en él como en otras ocasiones.
Lo que no falta, cómo no, son los asesinos en serie. Y, en concreto, dos: unos asesinatos cometidos una década atrás que quedaron sin resolver, y unos nuevos asesinatos de quien dice ser el primer asesino, conocido popularmente como el Ángel de Sankt Pauli. ¿Alguien da más? Jan Fabel en disposición de aclarar el presente y el pasado. Ni que decir tiene que los muertos son de diversas extracciones sociales aunque, y esto sí es novedad, parecen tener alguna cosilla en común. Como siempre las muertes son repartidas adecuadamente: el autor va dejando un reguero de cadáveres que el lector, cual Pulgarcito, sigue en busca de la solución final, pues la mera expectativa de un nuevo crimen opera como aliciente para seguir leyendo.
Repite el autor también la técnica de usar personajes “peliculeros”, en plan “asesino perfecto” al que el héroe Fabel deberá batir desde la honestidad y la tenacidad. No suele ser algo que me guste porque es un recurso facilón y que resta todo realismo. En este caso la cosa comienza con un antiguo proyecto de la Stasi, en la extinta República Democrática Alemana: “fabricar” una suerte de encantadoras asesinas sin alma; muchachas hermosas manipuladas para infiltrarse fácilmente en Occidente sin perder su adicción a la causa.
Y esto enlaza con otro recurso facilón que no utiliza el autor por primera vez ni es precisamente original: traer al presente misterios del pasado, para dar al caso resonancias “épicas”.
Encontramos además otras cosillas frecuentes en la novela negra y de acción: alguien del mundo de la prensa compitiendo con el protagonista por alcanzar la verdad (e interfiriendo), una chica guapa y distante acompañando al héroe de la novela , y una escena al final con mucha acción, a modo de momento culminante.
Por último, encontramos otra técnica repetida respecto a las anteriores novelas de la serie: tal superabundancia de personajes que obliga a leer con cierta premura para no perder el hilo y que, sobre todo, permite desorientar al lector y hacer el final lo más sorprendente posible: con tanta tropa dando vueltas alrededor del asunto, que vaya usted a saber quién es el asesino.
El conjunto, como se ve y ya he dicho al comentar las anteriores novelas de la saga, Russell echa mano de recursos muy manidos para captar la atención, recursos muchos de ellos de inspiración cinematográfica, como cortar escenas en momentos decisivos para hacer seguir leyendo, pero Craig Russell es un profesional del asunto y lo hace con maestría y solvencia, logrando despertar en la misma medida el interés del lector por la historia que por la suerte de los personajes, haciendo que Jan Fabel sea en realidad un instrumento para saciar la curiosidad del lector hacia un pasado y unas personas de las que sabe lo suficiente como para desear saber todo su presente.
Muy entretenido.


sábado, 26 de mayo de 2012

Un año vibrando



Hoy hace un año que salió a la venta La terrible historia de los vibradores asesinos (Mira Editores, colección Sueños de tinta). Entonces no tenía ni idea de si "la historia de la terrible historia" sería terrible o agradable. Hoy no me puedo quejar: fue uno de los libros más firmados en la Feria del Libro de Huesca el año pasado, según dijo la prensa, ha estado alrededor de diez meses (que se dice pronto) en la lista de los cinco libros más vendidos de la Librería Central de Zaragoza, alcanzó el segundo puesto en la lista de humor de FNAC, la prensa ha hablado muy bien de la novela, y además he tenido la ocasión de conocer a un montón de personas: la sensación cuando alguien desconocido se acerca a ti (en persona, en Facebook o de cualquier manera) para agradecerte el buen rato que le has hecho pasar, me sigue impresionando.

A ver qué depara el futuro.

lunes, 21 de mayo de 2012

Sakamura, Corrales y los muertos rientes – Pablo Tusset



He aquí un libro que va mejorando conforme pasan las páginas, pero sin pasarse. Al principio el tipo de humor resulta demasiado simplón y repetitivo: los protagonistas son demasiado tópicos y las gracietas poco ingeniosas y reiterativas. Luego, como digo, la cosa mejora. Mejora cuando se avanza en los hechos. La primera aparición de la reina Eusebia, por ejemplo, es realmente divertida.

Tras Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, En el nombre del cerdo no fue lo que muchos deseábamos (más cruasán), sino una novela seria que conforme pasa el tiempo me va pareciendo mejor, que muestra la variedad de registros de un autor que, por desgracia, ha podido quedar encasillado por el éxito de su primera novela. Por tal éxito quizá se esperaba más "cruasán" con la segunda, y por eso quizá En el nombre del cerdo, siendo tan distinto, no tuvo la misma repercusión. Por eso también queda la duda de si este libro es lo que le apetecía escribir al autor o lo que le convenía a la editorial. Mal resultado, en cualquier caso, porque como humor está muy por debajo de Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Da la sensación de que el autor ha pensado que para ganarse la vida escribiendo precisa hacer lo que se le demanda: humor. El problema es que no se ha matado. Parece un libro "de trámite", en el que, por si acaso suela la flauta del éxito, deja abierta la puerta a una saga.

El humor del “cruasán” es mucho más inteligente. En este libro, en cambio, la trama tiene su punto de originalidad por lo disparatada, pero carece de toda complejidad. Los disparates son divertidos por lo exagerados más que por lo sibilinos. El humor es demasiado facilón, hasta el punto de apoyarse a menudo en todos y cada uno de los tópicos habidos y por haber. Por último, el apego a la realidad más inmediata (caricaturización de periodistas y políticos famosos) hará que pasado poco tiempo la historia resulte menos comprensible, muchas de las alusiones perderán actualidad y, por tanto, gracia.

En resumen: entretenido y nada más. Alguna pulla gorda (menos mal) y diez mil chorradillas inofensivas que al menos a veces hacen sonreír. Lo peor, la parte del principio: un evidente "remake" de Torrente hasta en el dibujo de la portada, lo cual produce una frustrante sensación de falta de imaginación. Nadie puede negarle, eso sí, la inspiración para determinados disparates concretos. Y eso, precisamente, es una de las pocas cosas que salvan el libro.