En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 29 de febrero de 2016

A quienes no leen




Una de las cosas más importantes que le puede ocurrir a un ser humano es aprender a leer. No saber hacerlo era relativamente habitual en la generación de nuestros abuelos y mucho más en las anteriores. Y durante siglos quien sabía leer era respetado como el viajero que había recorrido países ignotos imposibles de conocer para el resto, que durante toda su vida apenas llegaban a alejarse de su pueblo unas docenas de kilómetros. La lectura daba acceso a una dimensión que iba más allá de lo que ojos y oídos alcanzaban. Quien leía, venía de otro mundo.

Durante toda la historia quien sabía leer se sabía un privilegiado. Y en uso de su privilegio, leía. Así se explica que, más tarde, la alfabetización fuera considerada indispensable para procurar la igualdad entre las personas. ¿Alguien puede dudarlo? Se trata del privilegio de alcanzar protección, esperanza y oportunidades dentro de nosotros mismos, en nuestra cabeza, donde habita el conocimiento y la fantasía y todo es posible si le damos la ocasión alimentándolo con lo que otros nos dan a través de los libros. Hoy, en cambio, como todos sabemos leer hemos perdido la conciencia del privilegio que supone. Parece que privilegio es ir a un restaurante nuevo o exótico o presenciar determinado partido de fútbol o tener un buen coche o un buen piso o unas buenas vacaciones. Pero qué diferencia entre no poder ir a restaurantes, no poder ir al fútbol, tener un mal coche, un mal piso o pasar las vacaciones en casa y no saber leer. Si hubiera que elegir, nadie dudaría. 

Quizá entonces, si nos viéramos en esa tesitura, volveríamos a reconocer el privilegio, y el tiempo que dedicáramos a la lectura lo consideraríamos un tiempo ganado para la vida. 



lunes, 15 de febrero de 2016

Jefe de estación Fallmerayer - Joseph Roth



     Adam Fallmerayer es un jefe de estación en la Austria de 1914. Un empleo digno pero sin consideración social. A su confortable vida ha llegado casi sin darse cuenta. Adaptándose a lo que en cada momento ha venido. Una noche hay un accidente ferroviario, Fallmerayer no sabe muy bien qué hacer, quizá paralizado por el miedo a la responsabilidad, pero se pone en marcha tras atender a una viajera que ha salido ilesa. No colabora en el rescate porque lo sienta su obligación, sino para no decepcionar las expectativas que la viajera pueda haber puesto en él, por el deseo repentino de agradar a una desconocida. Sintomático de que Fallmerayer siente una diferencia entre lo que es y lo que los demás esperan de él, que es también lo que sin duda esperaba de sí mismo o de su vida, y que abre la puerta a la idea de una de sus motivaciones: escapar, huir hacia delante cuando, tras haber alcanzado aquello que se supone que debía alcanzar, se da cuenta de que la vida no es lo que prometía. Aquejada de un leve shock, la viajera permanece unos días en las dependencias donde Fallmerayer vive con su esposa y sus dos hijas. Es una condesa rusa. Durante su estancia, no destaca por nada más que por su correcta discreción.

     Nada ocurre entre ellos. A hora fija Fallmerayer le dedica atenciones que muestran a un hombre educado y amable, y la deja reposar en soledad la mayor parte del tiempo. Pero la impresión que la mujer produce en él es tal que, cuando se va, se va de aquel lugar pero no del pensamiento del jefe de estación. Luego el tiempo pasa. El contacto entre ellos es casi inexistente: unas líneas de agradecimiento. Pero suficiente para mantener vivo en Fallmerayer el recuerdo. Movilizado con la Primera Guerra Mundial, se las apaña para acabar en los alrededores  de Kiev, donde ella vive, y comienza a visitarla sin ocultar su interés por ella.

     La condesa, por su parte, está sola. Su marido también está movilizado. Acaba sucumbiendo a Fallmerayer.

     Los amantes se las apañan hasta que la revolución del 17 fuerza su marcha a Mónaco. Allí la vida parece reencauzarse, parecen haber dejado atrás no solo la guerra, sino su propio pasado, y afrontan un futuro lleno de ilusión. Están enamorados y felices, hasta el punto de que la condesa manifiesta su deseo de tener un hijo. Pero entonces el conde reaparece, y cierra este pequeño clásico la reacción de Fallmerayer cuando ve en qué condiciones se encuentra el conde, aunque el autor no cita las motivaciones ni las cábalas que conducen a Fallmerayer a hacer lo que hace, lo cual voy a omitir por si alguien no conoce este clásico.

     Más que una novela es un relato. Muy conciso. Joseph Roth deja que sea el lector, en base a sus propias vivencias, quien complete la historia. No habrá dos lectores que saquen idéntica impresión porque, sospecho, cada cual proyectará sus propias razones y valores para entender la conducta de los protagonistas.

     Así, ¿qué mueve al jefe de estación a estar tan repentinamente pendiente de una desconocida con la que, además, apenas habla? ¿Qué le lleva al punto de orientar su vida hacia el reencuentro? ¿La insatisfacción con su existencia? ¿Algún sueño o ambición oculta hasta para él mismo que la condesa evoca? Otra duda, relacionada con lo anterior: ¿es amor lo que mueve a Fallmerayer? ¿O egoísmo? ¿O es, simplemente, confusión, huir hacia delante cuando uno ha llegado donde cree que debía llegar y comprueba que la vida no es lo que esperaba? 

     ¿Y la condesa? Al principio no se sabe si su conducta es debida al agradecimiento o si ha sentido también algún tipo de atracción hacia Fallmerayer. Tampoco sus primeras reacciones en el reencuentro permiten aclararlo. Pero luego, ¿por qué se entrega a él? ¿Por amor? ¿Para escapar de la soledad? ¿Para encontrar refugio en unos momentos especialmente duros donde a la soledad se une la incertidumbre de la guerra y de la revolución? ¿Porque tampoco ella esperaba que la vida fuera eso? ¿Y por qué luego esa ansia de retener a Fallmerayer cuando nada hace pensar que él dude de lo que están haciendo?

     Y, por último, ¿por qué ese final? ¿Qué es lo que mueve a Fallmerayer a una reacción tan drástica? Las hipótesis oscilan entre extremos, sin que me atreva a asegurar una u otra. De aquí un libro que invita a una profunda reflexión sobre las motivaciones, las pasiones y los impulsos, la desesperación, la impotencia...

     Se podría contar toda la historia de principio a fin, incluso detallando la reacción de Fallmerayer, sin desvelar nada, porque el libro no termina hasta que el lector llega a alguna conclusión. Y no es fácil. Habrá quien piense que es una novela de amor. Otros, de egoísmo. Y otros verán una cosa u otra, o las dos, en cada personaje.

     Un lujo que se lee en menos de un par de horas.