tag:blogger.com,1999:blog-24013178727336538772024-03-18T18:35:02.863+01:00Humor y literaturaBlog sobre humor y literatura.
La terrible historia de los vibradores asesinos
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En solo tres meses han salido en España cuatro títulos del autor siciliano: la endeble <a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2024/02/la-masacre-olvidada-andrea-camilleri.html" style="font-weight: bold;" target="_blank">La masacre olvidada</a><b> </b>(<b>Destino</b>), el tercer volumen de <b> Historias de Vigáta </b>(<b>Altamarea</b>), <b>La guerra privada de Samuele</b> (<b>Salamandra</b>), que aquí reseño, y la reedición, ¡por fin!, de <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2018/03/la-desaparicion-de-pato-andrea-camilleri.html" target="_blank">La desaparición de Patò</a></b> (<b>Booket</b>, ved la reseña en el enlace), divertidísimo libro que desde hace años estaba más desaparecido que el personaje que le da título. <b>¡Cuatro títulos de Camilleri en tres meses!</b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><b>La guerra privada de Samuele</b> es un conjunto de seis relatos de los cuales uno, <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2018/03/el-homenaje-andrea-camilleri.html">El homenaje</a> (pulsad en el enlace para ver la reseña)</b>, ya había sido publicado de modo independiente en la misma editorial. Por tanto este volumen tiene algo de refrito, ciertamente, pero a su favor cabe decir que sus relatos reflejan al mejor <b>Camilleri</b>, al más incisivo y divertido a un tiempo, el que une historias que reflejan y denuncian lo peor de la condición humana del mediocre (es decir, de todos) a la que solo el amor salva algunas veces, con historias de honradez que tienen un componente que oscila en lo mitológico, lo onírico o que abordan el tema de la dignidad humana, cualidad siempre reclamada por <b>Camilleri </b>para el pobre, para el desarrapado, porque el rico, cuando pierde la dignidad suele estar en condiciones de recuperarla o, al menos, de que todos a su alrededor finjan que la mantiene. Merece la pena leer este libro.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Como curiosidad, quienes habitualmente seguimos la pista de <b>Camilleri </b>teníamos localizado desde hace más de una década un librito hasta ahora solo publicado en catalán, (<b>Edicions Bromera</b>): <b>La triple vida de Michele Sparacino</b>. Conociendo a <b>Camilleri</b>, el título prometía. Bueno, pues <b>La triple vida de Michele Sparacino</b> es uno de los relatos de este volumen, pero la historia, siendo buena, no es el enredo que el título sugiere, aunque sí parta de un equívoco para acabar demostrando el determinante poder de lo anecdótico.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="white-space: normal;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-Gb5mhecX9CMkjdxO9bciTz1MBEOyLELclC5vzn6vWYGkaDzBtKVsP-nndFqGdKpYvmFYBZXlttdfqTO4yWLPTFNkjHdKK-pOrUjWzLTtE_oxuS6XekHjN7DMsW1EK78Y3iAizu8bHK_irJVhjAIn1gKvukpDyXUdDZnr3tATeKvgkGK7CWHTjAJ-mt6k/s1181/Camilleri%20-%20La%20triple%20vida%20de%20Michele%20Sparacino.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1181" data-original-width="759" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-Gb5mhecX9CMkjdxO9bciTz1MBEOyLELclC5vzn6vWYGkaDzBtKVsP-nndFqGdKpYvmFYBZXlttdfqTO4yWLPTFNkjHdKK-pOrUjWzLTtE_oxuS6XekHjN7DMsW1EK78Y3iAizu8bHK_irJVhjAIn1gKvukpDyXUdDZnr3tATeKvgkGK7CWHTjAJ-mt6k/s320/Camilleri%20-%20La%20triple%20vida%20de%20Michele%20Sparacino.jpg" width="206" /></a></span></div><span style="white-space: normal;"><br /><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span><p></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-6249897757410323652024-03-13T07:30:00.002+01:002024-03-13T07:30:00.140+01:00La chica del verano – La Vecina Rubia<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkDwTxmIPdADcY6p3_Cvf6qMKyKh03TJeuU2lBwDQN6uN-BW7NKm1LL4HvHHZxsE7s0zcbaVzSwaBgx4CMmWQpK1vxrJ9R6W7WuIkAUGsdSIX-DBIJeH8zimH0kqhmBQB3zTwdEh-wucr4L-ycfKZiJrj8Tnjw6-JMYRgWzRPsToZiEgkohxVHsiFqjakF/s901/La%20chica%20del%20verano%20-%20La%20Vecina%20Rubia.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="901" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkDwTxmIPdADcY6p3_Cvf6qMKyKh03TJeuU2lBwDQN6uN-BW7NKm1LL4HvHHZxsE7s0zcbaVzSwaBgx4CMmWQpK1vxrJ9R6W7WuIkAUGsdSIX-DBIJeH8zimH0kqhmBQB3zTwdEh-wucr4L-ycfKZiJrj8Tnjw6-JMYRgWzRPsToZiEgkohxVHsiFqjakF/s16000/La%20chica%20del%20verano%20-%20La%20Vecina%20Rubia.jpg" /></a></div><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Escribo esta reseña dando por supuesto que quien se dispone a leer esta novela ha leído ya las dos anteriores, pues las tres comparten personajes y cada una es una continuación de la precedente.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>No hace mucho dije en una entrevista en la televisión local que las novelas comienzan en el título. <b>La chica del verano</b> es, sin duda, un título magnífico, pero no tanto por cierto hecho narrado en sus páginas (que sabrá quien lea la novela), sino porque el <i>leiv motiv</i> de esta trilogía es conocer a una narradora cuyos ciclos vitales parecen girar en torno al verano. Sin embargo, en realidad hay una escritora que juega al despiste; una narradora que ejerce de tal pero que también encarna un personaje de ficción (que a su vez en la vida real ejerce la escritora) si puede decirse así, porque un perfil anónimo en redes sociales no deja de ser una especie de teatro virtual en sesión continua; y, además, todas ellas operan de objeto de la novela y de aliciente para la lectura. Una mezcla difícil de encontrar y complicada de gestionar para una escritora con un pie en la realidad privada de todo escritor y otro en esa realidad virtual compleja y pública. La relación entre la persona privada, el personaje virtual público y el personaje literario mezcla de los dos anteriores es un cóctel cuya composición exacta solo sabe una persona de quien sabemos bien poco, aunque la sintamos cerca. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> También sabemos, eso sí, que ese cóctel tiene tan buen sabor que hay colas para su degustación. Lo menciono porque si uno echa un vistazo a las infinitas sagas que pueblan las librerías, la vida de casi todas se reflejaría en una curva decreciente (quizá por eso ahora, para evitarlo, se ha puesto de moda sacar varios títulos a la vez): un primer éxito o exitillo aprovechado por unas cuantas secuelas con número de lectores en general en declive porque con cada nuevo título se reduce el número de personas que han leído todos los anteriores. Que esa curva sea casi horizontal, y no digamos ya creciente, es un logro al alcance de pocos. La «saga verano» se ha mantenido en unos niveles tan elevados de difusión que sin duda la fidelidad de los lectores ha sido muy superior a lo habitual. Quiero destacarlo porque creo que el gran mérito de la autora es su capacidad de comunicación. Y sin comunicación, no hay literatura sino soliloquios y experimentos lingüísticos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> El argumento de <b>La chica del verano</b> no es tan diferente a las anteriores novelas como permitía aventurar el final de <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/07/contando-atardeceres-la-vecina-rubia.html" target="_blank">Contando atardeceres</a></b>, pero sí es parcialmente distinto. Por una parte, los protagonistas ya empiezan a ser gente talludita; es decir, instalada en la rutina del trabajo y el día a día. Al tener su vida más o menos hecha ya no navegan buscando su rumbo, porque ya lo han hallado, sino que se limitan a mantenerse a flote del modo más agradable posible, dejando que la corriente les lleve vida adelante sin otra preocupación que sortear tormentas y marejadas y no naufragar por accidente. Esto es importante, porque gran parte del éxito de comunicación que antes he mencionado creo que se debe a la capacidad de la autora para exponer la vida de los personajes en paralelo a la de los lectores, explicando y opinando de modo que cada cual pueda comprender mejor sus propios actos. Pero, por otra parte, el final de <b>Contando atardeceres</b> prometía algo muy distinto: contar en esta novela algo por lo que casi ningún mortal pasa. Una experiencia excepcional: la de, desde la normalidad de una vida común, crear algo que parece una mujer rubia bromeando, contando chascarrillos y poniéndose seria de cuando en cuando, pero que también es, y todo a la vez, un gigantesco medio de comunicación, un espectacular escaparate, una enorme fuente de notoriedad y, lógicamente, una empresa cuya rentabilidad, sea cual sea, a largo plazo pende hilo de la delicada gestión de todos esos equilibrios y, por supuesto, de la evolución de los gustos en las redes. Digerir algo así, desarrollarlo y sacarlo adelante sin que se te vaya de las manos ni se te suba a la cabeza es complicado en todos los órdenes. Desde el organizativo hasta el psicológico.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> A mí me interesaba el plano psicológico porque, desde la ignorancia, tengo la sensación de que ha implicado dosis elevadísimas de realismo, inteligencia, pragmatismo y autocontrol. Admiro a todos los que reúnen esas virtudes; he conocido a poquísima gente así, de todos he aprendido mucho, y todos han llegado donde han querido llegar. Además, quizá sea porque llevo ya unos cuantos años husmeando en el mundillo literario, he perdido la cuenta de la gente que ha sido víctima de su propia vanidad, lo que me hace valorar especialmente a quienes la someten y vencen sin necesidad de darse un previo castañazo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Bueno, pues <b>La chica del verano</b> solo hace una exposición elegante pero tangencial del proceso al que acabo de aludir. Cuenta más de algunos «principios» que de su aplicación concreta. Por ejemplo, se insiste en la voluntad de preservar el anonimato y en la idea de que <b>La Vecina Rubia</b> es, de facto, una especie de personaje colectivo integrado por los millones de personas que interactúan en torno a él. Es cierto y también es interesante. Sin duda algo así refuerza los lazos de la autora con sus lectores, pero no es lo que mi curiosidad esperaba, lo cual no es ni bueno ni malo. Es lo que ella ha decidido contar; no sé si para preservar su intimidad, si para no trastocar el devenir del resto de la historia o si para facilitar que los lectores no se sientan distanciados al no compartir experiencias que jamás han de conocer. En cualquier caso, a mí me hubiera gustado encontrar más reflexiones sobre lo que admiro: la capacidad para la autodisciplina, lo que se siente al afrontar tentaciones como la notoriedad o cómo se vive emocionalmente, se gestiona y se aprovecha, sin dejarse los pelos en la gatera, un montón de oportunidades inimaginables para la mayoría y no siempre compatibles entre sí. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> De lo dicho queda claro que a pesar de la promesa implícita en el final de <b>Contando atardeceres</b>, el núcleo de <b>La chica del verano</b> sigue siendo, como en las novelas anteriores, la vida de sus protagonistas. Siguiendo el sendero conocido, el paisaje que ahora muestra es la vida de personas ya bastante adentradas en la treintena, o quizá incluso un pelín más. ¿Y qué se plantea uno a esas edades? Las relaciones de pareja, la maternidad y la paternidad, las relaciones familiares con padres que de pronto son ancianos, la relación entre lo que uno deseaba y el modo en que ha acabado ganándose la vida, cómo las rutinas de esa época afectan a las relaciones forjadas en épocas anteriores, el sentimiento de culpa cuando se empiezan a dejar de lado a personas, unas porque quedan atrás y otras porque cada cual tiene su tiempo y sus prioridades… Esas cosillas. Y esto es lo que encontramos. Bien contado, bien narrado y, marca de la casa, sin dejar de oscilar como un péndulo juguetón entre el humor hiperbólico y gamberro y la emotividad. Seguro que muchas personas, al leer este libro, pasarán de la lagrimilla a la risa en un solo párrafo en más de una ocasión.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Que <b>La chica del verano</b> es también, como sus antecesores, un buen <b>libro de humor</b>, no puedo dejar de expresarlo en un blog como este.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Los personajes ya son conocidos, están bien perfilados y evolucionan de acuerdo con su edad y circunstancias, lo cual no es fácil de plasmar sin perder continuidad en algún momento. La autora lo consigue. Solo hay dos aspectos que me han llamado la atención no para bien: la ingenuidad final de Sara, que de pronto parece bastante pánfila; y el perfil de Javi, que desentona en el conjunto de personajes luminosos un poco por falta de ingenio, otro poco porque siendo un tipo normal se le endiosa magnificando sus esfuerzos, virtudes y problemas y, también, por qué no decirlo, porque a veces parece tan tarugo que más problemas resuelve con el resignado sacrificio y el perdón que con la razón o la comprensión.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Al igual que en <b>Contando atardeceres</b>, en <b>La chica del verano</b> tampoco hay malos, pero como un desfile de buenos sería soporífero, la oposición entre personajes necesaria para mantener la tensión se logra enfrentando a los buenos con otros buenos un poco tontos o equivocados. Estos roles son intercambiables. Nuevamente, y esto es común a las tres novelas, se logra cierta tensión adicional a través de problemas de salud, achaques y demás «bendiciones» que recaen sobre el ser humano.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> La experiencia se nota. Este libro está mejor escrito que los precedentes. <b>La Vecina Rubia</b> maneja con destreza el lenguaje. Es difícil y meritorio expresarse con sencillez sin caer en reiteraciones, redundancias, desórdenes, simplicidades, grandilocuencias y otras desgracias que, por ejemplo, pueblan los <i>best seller</i> de cierto cateto que yo me sé. Esta novela lo logra y yo diría que a la vista está que es fruto del trabajo y el esmero por mejorar. No hay mayor signo de respeto al lector.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> También es muy interesante el modo en que disecciona. Los personajes apenas dicen o hacen algo sin que la narradora explique por qué. Es acertado, ya lo que intenta trasladar al lector para reflexionar no son los hechos protagonizados por los personajes, sino que el material para el pensamiento son las propias reflexiones de la autora sobre esos hechos. Hay algunas brillantes. Y así como en las novelas anteriores tenían cierto tonillo de «autoayuda», ahora, al alejarse del consejo o disimularlo mejor, la novela gana peso.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Lo que menos me ha gustado tiene que ver con la estructura y algunas manías. En primer lugar, la novela no es lineal, sino que se ve interrumpida por los «escalones» de conversaciones que poco o nada tienen que ver con el discurrir de los acontecimientos y que no aportan nada más que ver en su salsa a un grupo de amigas. Nada añade porque también se les ve así cuando se enfrentan a los hechos relevantes de la novela. El comienzo y los primeros capítulos, por ejemplo, me han desorientado un poco. En segundo lugar, algo que ya viene de novelas anteriores: la insistencia en repetir con excesiva frecuencia datos, motivos y razones, como si la autora no confiara en la memoria del lector o en su propia capacidad de comunicación. Por ejemplo, que la protagonista hace suyos los problemas ajenos o que no alcanza a contestar a todo el mundo que se dirige a ella en las redes se menciona n+m veces; mejor sería callarlo si luego lo van a hacer patente los hechos, o si ha sido dicho ya. Lo mismo puede decirse de la exaltación de la amistad o de la mención de ciertas preocupaciones. Resta agilidad e impaciencia al lector. Tercero, aunque esto es una percepción tan subjetiva que quizá muchas otras personas no la compartan, las risas a carcajadas de los personajes con ocasión de comentarios ingeniosos casi siempre me parecen sobreactuadas, quizá porque en mi entorno el ingenio y las bromas se celebra más con sonrisas y buen humor que con carcajadas a mandíbula batiente. Y, cuarto y último, así como los recursos humorísticos provenientes del personaje de redes están espolvoreados de modo magistral por la novela, hay otro, el recurso a la escatología, que pone fin a varias escenas entre tensas y solemnes, que llama lo bastante la atención como para que se note su reiteración. Mejor, en alguna de esas ocasiones, haber puesto al gato a causar un estropicio.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Buena novela, interesante, en la que además se ve crecer la talla de la <b>Vecina Rubia</b> como escritora, y con un final abierto a una cuarta novela con argumento diferente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Aunque, por ahora, lo que ha anunciado la <b>Vecina Rubia</b> es que su próxima novela nada tendrá que ver con las anteriores. Si es así, será un acto de valentía y de reivindicación como escritora de alguien que, a estas alturas, si ya no está hasta las narices de los prejuicios es porque se ha cansado tanto de ellos que ni los recuerda. Pero también es un arriesgado salto ante los mezquinos ojos de quienes no perdonan los éxitos, reparten carnets de escritor o mean recitando a <b>Homero</b>. Ojalá le salga bien. Se lo merece. Y además los lectores lo disfrutaremos.</span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-4064316170944201032024-03-09T09:56:00.000+01:002024-03-09T09:56:13.904+01:00159 palabras al azar<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkiOD-zcq5mH2EdTZ2-yT61Y8Pa-kvhwQfbMEyuRBVwLVAD2M6GFo4hkhR9d5hGveBtO4FnH5Z58RfSdyt4FVoXTb1iKicqYNu2RNxRux_0kzKeJuGfhOGoyVmJXYaBgvRNX5OmuIo6CSV4HkFkfrwkzQJRo5LthzXpk2koc31l4Eu3LaXFzEN1-9_I4if/s801/159%20PALABREJAS.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="801" data-original-width="487" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkiOD-zcq5mH2EdTZ2-yT61Y8Pa-kvhwQfbMEyuRBVwLVAD2M6GFo4hkhR9d5hGveBtO4FnH5Z58RfSdyt4FVoXTb1iKicqYNu2RNxRux_0kzKeJuGfhOGoyVmJXYaBgvRNX5OmuIo6CSV4HkFkfrwkzQJRo5LthzXpk2koc31l4Eu3LaXFzEN1-9_I4if/s16000/159%20PALABREJAS.jpg" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;">El jueves día 7 quise desengrasar la mente con un ejercicio literario: improvisar un relato que incluyera varias palabras seleccionadas al azar. Pedí socorro en Twitter, llámenlo X: ¡Una palabra al azar, por favor! Recurrir a otras personas me permitía evitar cualquier sesgo debido a lo que quiera que mi mente pudiera haber tramado de antemano sin yo saberlo. Dado el número de interacciones que suelen tener mis tuits, pensaba que no más de cinco, seis o diez personas se animarían a contestar. Lo suficiente para un relatillo enano, que era lo que pretendía.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Bueno, pues me regalaron 159 palabras, algunas de ellas repetidas, otras fruto del azar y el resto hijas de un azar un tanto, ejem, forzado. Las indicadas en la foto que ilustra esta entrada. En menudo lío me había metido, ¿verdad?</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Ofreciendo las necesarias disculpas por las carencias debidas a la premura y a la necesaria improvisación, espero haber salido del embrollo con este relato que contiene, marcadas en negrita, todas y cada una de esas palabras y que se titula…</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 17.12px;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 17.12px;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 17.12px;"><o:p><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> </span></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 17.12px;"><span style="font-family: courier; font-size: x-large;"><b>159 PALABREJAS</b><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 17.12px;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;"><b><br /></b></span></span></p><p class="MsoNormal"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Había
pasado toda la tarde disfrutando del <b>sutil</b> juego <b>de</b> rascarme
la panza sobre la tumbona, en el jardín, con unas <b>almendras</b> y
una botella de cerveza al alcance de la mano. En las horas de más calor había
tenido los pies sumergidos en un <b>lebrillo</b> de loza blanca.
Cuando los saqué y me reacomodé, abrí la segunda botella, la cual, por la
frecuencia con la que bebía, más parecía <b>chupete</b> que botella,
¡pero, qué placer! No me atrevía a hacer nada más que disfrutar. Si me movía o
se me ocurría dar un palo al agua hubiera roto la <b>paz</b>. Había
alcanzado la posición de <b>Zugzwang</b>, que fue un tipo tan listo como
para descubrir las ventajas de quedarse quieto. Aún así, desafiando a ese
individuo, moví los ojos. Observé entonces la uña del dedo gordo de mi pie
derecho. Me quedé <b>ojiplático</b>. ¡Qué larga estaba ya! Parecía
un <b>mejillón</b> adulto. Iba a ser <b>menester</b> recortarla
antes de que Muslitos, mi <b>entrañable</b> pareja, apareciera por la
puerta, se topara con tamaña <b><i>serendipia</i></b> y volviera con
su <b>sempiterno</b> discurso de que soy una sucia <b>sanguijuela</b> entregada
a la <b>procrastinación</b>; un pobre <b>zangalotino</b> incapaz
de cortarse las uñas o de freír un huevo y que en lugar de trabajar para
ganarse la <b>vida</b> aún piensa en pasar las horas muertas jugando
a <b>Pokémon</b>; un <b>maranguán</b>, como me suelta emulando a su
abuelo aragonés, que está todo el día en Babia (yo, no su abuelo). ¡Qué <b>atávico</b> es
esto último! En estas ocasiones siempre le respondo aludiendo a mi
condición <b>nefelibata</b>; es decir, soñadora. ¡Es importantísimo que
la <b>imaginación</b> tenga un hueco en este mundo! Y a eso me dedico
yo: a <b>imaginar</b>.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Es preciso que alguien
haga tan importante labor si queremos hacer <b>sostenible</b> nuestra
sociedad. La fantasía es la puerta de toda <b>esperanza</b>. ¿Cuál es
la <b>esencia</b> de la <b>esperanza</b> sino la previsión
de un <b>futuro</b> mejor? Para que la <b>esperanza</b> sea <b>inmarcesible</b> y
no se vaya al diablo es necesaria la <b>imaginación</b>. Vamos, que
la <b>imaginación</b> es lo penúltimo que se pierde.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Con
mi comportamiento ejemplar aspiro a ser un salvador. Lo digo en serio, no es
una <b>coartada</b> ni fruto de la <b>corrupción</b> del <b>pensamiento</b>.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Sin
embargo, pese a conservar todavía <b>imaginación</b> y <b>esperanza</b>,
antes ya había perdido otras cosas. Por ejemplo, la pelota de <b><i>crícket</i></b> que
Muslitos había comprado para su sobrino y el <b>mochuelo</b> <b>fosforescente </b>para
su sobrina. Los habíamos adquirido de <b>oferta</b> durante el
viaje por <b>Mesopotamia</b> al que me dejé arrastrar cuando la <b>perfidia</b> de
Muslitos aprovechó uno de esos <b>momentos</b> de debilidad en los
que mi mente anda como en una <b>nebulosa</b>. Así que cogimos
nuestro <b>hatillo</b> y allí nos largamos, a dar tumbos entre el
Trigris y el Eúfrates, viendo un montón de cosas raras y llevándonos como
recuerdo un falso pergamino en <b>sánscrito</b> que, supuestamente,
detallaba la receta del <i>bhelpuri</i>. Puestos a ver ríos, yo hubiera preferido
el <b>Jataté</b>, en México (donde podíamos haber ido a remojar los
pinrreles tras visitar la <b>Comala</b> de Juan Rulfo) que es menos
conocido y por tanto supongo que más tranquilito, y donde un cacahuete es
un <b>cacahuate</b>. Si vienen a mi cabeza cosas de poco valor, como este
humilde fruto seco que tanto me recuerda a aquel viejo coche, el biscúter, es
porque, volviendo a lo de antes, no recordaba dónde podía haber metido ni la
pelota ni el maldito <b>mochuelo</b>. Mi <b>intuición</b> me
decía que podían estar sumergidos en el revoltijo de maletas, ropa sucia y
recuerdos que había amontonado a la vuelta del viaje en el suelo, a los pies de
la cama, pero con cuidado para no dejarlo sobre alguna <b>pelusa</b>. Si
en medio de aquella enorme <b>masa</b> amorfa podía haberse perdido
hasta un cocodrilo, ¿cómo no iban a perderse una puñetera pelota o un <b>mochuelo</b> de
juguete? En algún momento iba a tener que buscarlos, claro, pero encontrarlos
entre tanta mugre iba a ser una <b>epopeya. </b>Si la <b>entropía</b> es
la medida del desorden de un sistema, el desorden del dormitorio sobrepasaba
toda medida. Algo debía hacer para rescatar los juguetitos, porque Muslitos se
iba impacientando de día en día. Pero se estaba tan bien con la cervecita y ya
las últimas <b>almendras</b> del plato…<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> En
ese momento la susodicha apareció con una botella de vino blanco en una mano y
el <b>descorchador</b> en la otra. Se fijó en mí y en mi <b>bañador</b> azul
con margaritas, y se acercó con paso lento. Con esta <b>descripción</b> cualquiera
pensará que venía en son de <b>paz</b>, ¿a que sí? Pues no. Con un <b>formidable</b> <b>encono</b> me
espetó en tono <b>beligerante</b>:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¿Aún estás
aquí, <b>cansa almas</b>?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¿Qué te ocurre,
Muslitos?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¡Que no me llames
Muslitos!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —Vale, vale, Genoveva.
¿Qué te sucede?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —Ese muro de mierda en
forma de <b>paralelepípedo</b> que llega desde la cama hasta el <b>zócalo</b>…<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¿Qué le pasa?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —Que ya está bien.
¡Lleva tanto tiempo ahí que dentro pueden haberse formado hasta fósiles!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —Je je je. ¿No estaría
mal? ¿Te imaginas la prensa? «Descubierto un <b>austrolopiteco</b> en...»</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: arial;"> —¡Vale
ya! ¡Tendrás que ordenar alguna vez! ¡Ya no tienes ninguna </span><b style="font-family: arial;">coartada</b><span style="font-family: arial;"> para
seguir escaqueándote veinte días
más! </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span> </span><span> </span>—¿Cómo
que no?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span> </span><span> </span>—¡No!
—Exclamo esbozando una <b>sonrisa</b> maligna que puso a prueba mi
trabajada <b>serenidad</b>— Primero dijiste que te habías dado un golpe en
el <b>astrágalo</b>, pero cuando el viento se te llevó un billete de
cincuenta euros bien que corriste sin ningún problema. Ahí te pillé. Luego
adujiste un supuesto golpe contra la <b>roca</b> de adorno que
pusimos junto a la <b>linde</b> del césped, para que no se viera
tanto el suelo de <b>hormigón</b>, y con esa excusa pasaste una semana con
semblante <b>taciturno</b>, lloriqueando y diciendo estar <b>maltrecho</b>.
¡Qué morro! ¡La de <b>suspiros</b> que soltabas como si la fueras a
palmar! ¡Y hasta algún <b>estertor</b> para que te hiciera caso!
¡Pero ayer te sorprendí andando bien ligero tras la vecinita mona! ¿Curación
milagrosa? ¿Un <b>sortilegio</b>? ¡No! ¡Un morro que te lo pisas! Así que
hoy te has levantado diciendo que no podías hacer nada porque te había sentado mal
el guiso de <b>cola de cerdo</b> con <b>zanahoria</b> al <b>azafrán</b> de
anoche. ¡Ya! ¡Y por eso estás ahora aquí poniéndote hasta culo de cerveza
y gominolas!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span> </span><span> </span>—<b>Almendras</b>.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span> </span><span> </span>—¡Cierto!
¡Que anoche con los chupitos de <b>mamajuana</b> te zampaste hasta la
última <b>gominola</b>!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span> </span><span> </span>—Pero,
cariño…<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span> </span><span> </span>—¡Estoy
harta de tus <b>artimañas</b>!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> De
haber tenido un <b>astrolabio</b> habría comprobado la posición de
los astros, pues como mi conducta no era para tanto, seguro que el <b>furibundo</b> parlamento
de Muslitos se debía a alguna extraña conjunción planetaria. Sin embargo, no
estaban las circunstancias para dedicarme a esta <b>datificación</b>, pues
algo me decía (quizá el horrendo fruncimiento de sus labios pintados de <b>bermellón</b>)
que su cabreo era <b>ciclópeo</b>, por lo que contrariarla podía llevarla
a cometer cualquier <b>desatino</b>. Opté por cambiar de tema.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span> </span><span> </span>—¿Te
has fijado en qué bonitas están esa <b>caléndula </b>y la<b> peonía</b>?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span> </span><span> </span>—¡Como
me vengas ahora con flores te las meto por el culo, que ya está bien de tomar
el pelo, joder! —anunció enarbolando la botella de vino, que aún no había hecho
amago de abrir.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> ¡Qué
genio! ¡Ni que yo fuera un jarrón! ¡Y a saber si semejante tratamiento
provocaba <b>impétigo</b> o cualquier otra reacción en mi delicado
pellejo! Y yo que quería ser simpático… En fin, el caso es que comenzaba a
sentirme <b>indefenso</b>, pues Muslitos, aparte de carácter, tiene
bastante fuerza, pero logré permanecer <b>impávido </b>y no empezar a
sudar a <b>mares. </b>Por mi mente pasó el runrún de si ordenar todo
al día siguiente no sería una <b>alcabala</b> demasiado gravosa para
mi bienestar, cuando una <b>libélula</b> tuvo a bien posarse, justo
en ese momento, en un <b>nenúfar</b> del pequeño estanque, lo cual me
proporcionó la excusa para intentar sortear de nuevo el enojoso asunto que
había traído al jardín a mi media naranja:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¡Ah,
la naturaleza! ¡Mira ese animalillo, tan <b>distante</b> su
microscópico cerebro del <b>heteróclito</b> conjunto de…!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¿Heteroqué?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —<b>Heteróclito</b>.
Dícese de un conjunto de cosas diversas que…<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¡Vaya
cambio de tema! ¿Pues sabes qué te digo? Que no hay nada menos <b>heteróclito</b> que
tú, que eres cien por cien huevazos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> La <b>imbricación</b> de
estas opiniones con las anteriores expuestas por el <b>amor</b> de
mi <b>vida</b> con la claridad y <b>abundancia</b> de la
que acabo de dejar constancia, unida a mi <b>sempiterno</b> desacierto
para reconducir este tipo de situaciones, acabó de alborotarme el <b>pensamiento</b>.
Por supuesto, podía replicar airadamente en defensa de mi derecho a la holganza
fantasiosa, pero no me apetecía desarrollar los <b>entresijos</b> de
mi ciencia en pro de la Humanidad y tampoco era cuestión de entrar en un <b>tiroteo</b> de
exabruptos, como <b>borregos </b>maleducados, así que opté por <b>entibiar</b> el
ambiente con un nuevo cambio de suerte:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¿Te
he contado el chiste del <b>ascensorista</b> <b>austrohúngaro</b>?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Muslitos
me miró como a un miserable <b>gañán</b>, sin decir nada, pero con un
gesto tan elocuente que me sentí acorralado y, sin pensar, afronté directamente
la trifulca diciendo en tono <b>persuasivo</b>:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —Vamos, <b>amor</b> mío.
No te enfades solo porque al lado de la <b>piltra</b> dejé hace unas
semanas el <b>anorak</b> y cuatro o cinco cosas más.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¡Cuatrocientas
o quinientas! Y no al lado de la cama sino, en concreto, en el suelo a los pies
la cama y hasta la pared. ¡Bueno, cama! ¡Si con todo eso alrededor parece un
vulgar catre! ¡Una <b>yacija</b> en una cuadra!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —Bien,
vale. Cuatrocientas o quinientas. ¡Tampoco son tantas, comparado con todo lo
que hay por el mundo!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Me
miró con <b>profundo</b> desprecio, pero yo seguí quitando hierro al
asunto exclamando:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¡Pero
mujer, que estamos en <b>primavera</b>! ¡Mira esa <b>entrañable</b> <b>golondrina</b>!
¡Cómo vuela! ¡Qué maravilla el <b>arpegio</b> de sus trinos
proponiendo un romance al golondrino! ¡Y dentro de nada llegará el <b>crepúsculo</b> con
la suavidad de una <b>goleta</b> surcando aguas tranquilas, y
el <b>intenso</b> <b>arrebol</b> de las nubes cuajará en el
horizonte!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Más
que tonos rojos, las nubes, que habían ido apretujándose, ennegreciéndose y
acercándose, lo que prometían era un inminente y <b>soberbio</b> tormentón.
Más gordo aún del que Muslitos estaba descargando sobre mí. Pero sabiendo que
ella era la que mandaba en casa y que yo no era más que su <b>achichincle</b>,
a la venta del primor primaveral añadí el colofón de este generoso <b>alboroque</b>:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —Por
cierto, no es por querer ser <b>entrometido</b> volviendo a
discusiones del pasado, pero he de reconocer, con toda <b>humildad</b>,
que los <b>caireles</b> con elefantitos que te regaló tu amiga Úrsula
no fueron un regalo tan <b>deleznable</b> como dije entonces, pese a
que la <b>intersección</b> de las trompas parezca un lazo ñoño. Al
revés, es una <b>alhaja</b> que te queda estupenda. <b>Nunca</b> quise
ofenderte, cariñín.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¡Pues
siempre lo haces! —Suspiró Muslitos— Sinceramente, no sé qué vi en ti. Cuando
nos conocimos, por tu acento me pareciste <b>anglosajón</b>, hasta que me
di cuenta de que ibas tan borracho que no acertabas ni a pronunciar tu propio
nombre. Quizá por eso me caíste bien, pero por qué accedí luego a tener
una <b>aventura</b> contigo es un <b>profundo</b> misterio
que aún no me explico. ¡Y hasta hoy! Ni siquiera eras <b>guapo </b>o
sabías silbar una <b>melodía </b>romántica. ¿Cómo no advertí al
instante que eras un <b>mastuerzo</b> <b>chapucero </b>y muerto
de hambre? ¡<b>Pardiez</b>, si eras tonto! Todavía recuerdo la primera vez
que te invité a un restaurante, porque tuve que ser yo quien lo hiciera: cuando
íbamos a brindar por nosotros con ese vino peleón que regateaste al camarero,
de modo <b>inopinado</b> te atragantaste con una <b>espina </b>y
tuve que llevarte corriendo al hospital, donde te tuvieron en <b>observación</b> dos
días porque del soponcio te había subido el <b>azúcar</b> y se te
había obstruido el <b>colédoco</b>. Eres rarico hasta para enfermar, hijo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Muslitos
había dicho todo esto con voz <b>trémula</b>, pero con el ánimo ya algo
aplacado. De haber tenido el <b>astrolabio</b> hubiera vuelto a
escudriñar el <b>cielo</b> para ver qué nuevo fenómeno celeste podía
haber propiciado el cambio. O quizá fuera que la <b>peregrinación</b> de
nubes había alcanzado la vertical al jardín dejando caer una suave <b>llovizna</b> que
estaba empapando el suelo produciendo un relajante olor a tierra mojada,
el <b>petricor</b> ese que dice la gente culta.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> En
ese momento el estruendo de dos truenos procedentes de los extremos de la
tormenta formó tal <b>batahola</b> que la <b>paloma</b> que
nos espiaba desde una ramita del abeto salió zumbando. Muslitos la contempló
con envidia, como si el volar de los pájaros fuera una libertad completa y no
expuesta a peligros tales como achicharrarse en una <b>catenaria</b> o
cascar por beber agua <b>insalubre</b> en cualquier charco. En todo
caso, a mí el zambombazo me sobresaltó tanto como a la <b>paloma</b> y
exclamé:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¡COÑO!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Tras
ver alejarse al ave, Muslitos murmuró:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —«Coño».
¡Mira que eres ordinario!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¿Y
qué quieres que diga? —me mosqueé, porque empezaba a cansarme de tanta
crítica—¿<b>Chucha</b>? ¿O quieres que me trague la <b>virgulilla</b> y
diga una cursilería como «cono»? ¡Como ese personaje de un viejo <i>best
seller</i> de Vizcaíno Casas, el tipo aquel con bigote: una señora tan
finolis que por no pronunciar la palabra «huevos» decía «posturitas de ave»!
¡Cono! ¡Cono! ¡Cono!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Muslitos
hizo un gesto de hastío y, por no mirarme, posó los ojos sobre lo que comenzaba
a mojarse en la mesilla situada junto a la tumbona donde aún yacía mi cuerpo
serrano.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¿Qué
estás leyendo?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Me
alegró que no siguiera lanzándome puyas. Mientras la tormenta de las alturas
tomaba forma, la terrestre escampaba. O eso parecía.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —Un <b>centón</b> con
cosillas de…<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —A
ver… «Lo mejor de Miguel Ángel Buj». ¿Quién es ese? No lo había oído en
mi <b>vida</b>. Cuando digo que eres rarico para todo…<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Tan
amarga observación convirtió repentinamente el interior de mi <b>cocorota</b> en
un <b>desierto</b> en el que, por no haber, no había ni memoria de
cómo había llegado aquel libro a mis manos ni de quién podía ser aquel sujeto.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —No
sé —Reconocí—. Pero entre la cerveza, las <b>almendras</b> y este
libro me siento feliz. Damos mil vueltas a las cosas, pero quizá la <b>felicidad</b> carezca
de <b>entresijos</b> y sea algo tan simple como no discutir con nadie
y leer en un jardín.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Comenzó
a jarrear.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Muslitos
cogió el libro para que no se mojara y, apresurando el paso hacia el interior
de la casa, exclamó en tono resignado:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> —¡Anda,
corre! ¡Aunque tú eres de los que no se mojan ni lloviendo!</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"> <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</p><p class="MsoNormal"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal"><span style="line-height: 17.12px;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal"><span style="line-height: 17.12px;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> <o:p></o:p></span></span></p><div><span style="line-height: 17.12px;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;"><br /></span></span></div><p></p>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-28924953661605833652024-03-07T07:30:00.001+01:002024-03-07T07:30:00.133+01:00Testigo de un tiempo incierto - Javier Solana<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVtHB8wMrmdzjpha-2PdntCz1b1DsjadyJ0MoXwTsSwa19ZyqufiQWz8jTYeKYyKyngXJhQCxlA-deq6ScMSBOaqpapHIWQ5KpNGxJ5RdSHdVwEOpyjVp2JXrjqdgY7KXiH4199lQPZpMpQrJVOq-XiyqM1aSOdi58u39iaRmIfT1dBowKuOTaKSAspaVo/s849/Javier%20Solana%20-%20Testigo%20de%20un%20tiempo%20incierto.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="849" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVtHB8wMrmdzjpha-2PdntCz1b1DsjadyJ0MoXwTsSwa19ZyqufiQWz8jTYeKYyKyngXJhQCxlA-deq6ScMSBOaqpapHIWQ5KpNGxJ5RdSHdVwEOpyjVp2JXrjqdgY7KXiH4199lQPZpMpQrJVOq-XiyqM1aSOdi58u39iaRmIfT1dBowKuOTaKSAspaVo/s16000/Javier%20Solana%20-%20Testigo%20de%20un%20tiempo%20incierto.jpg" /></a></div><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Recordaré este breve libro por lo mucho que he aprendido, por los magníficos ratos que me ha hecho pasar y por cómo lo he leído: aprovechando desayunos solitarios. El cuarto de hora de lectura que aproximadamente requiere cada capítulo, el tamaño de la letra y la edición son inmejorables para leer de esta manera. De resultas, me ha costado varios meses acabar lo que casi puede leerse de una sentada, pero eso es lo de menos. Lo importante es el contenido y saborearlo y digerirlo poco a poco.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>¿Y cuál es?</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Pues lo que dice el título: un testimonio. Pero qué testimonio. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><b>Javier Solana</b> es, posiblemente, el español que más lejos ha llegado en la política internacional en los últimos siglos. Ha estado en puestos clave en momentos cruciales, lo cual demuestra que era de la confianza de la mayor parte de la comunidad internacional, incluso de la confianza de países y bloques enfrentados o recelosos entre sí, lo cual dice mucho y bueno sobre la capacidad y honestidad que todos le reconocían. Claro que estas son mis palabras, no las suyas. Las suyas en estas páginas siempre resultan alentadoras e inspiradoras, pero nunca vanidosas o egocéntricas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Con un lenguaje diáfano, <b>Solana </b>hace un repaso, no siempre cronológico, de la evolución del mundo desde que él se incorporó a la política, especialmente a la política exterior. Los cambios en pocas décadas han sido monumentales: fin de la Guerra Fría, caída del muro de Berlín, desarrollo de la globalización y el multilateralismo, paso de un mundo bipolar a otro unipolar y vuelta a otro bipolar con la ascensión de China, cambios brutales en la definición de las potencias regionales, caída de la influencia de las instituciones del viejo orden, aparición de otras nuevas a apadrinadas por los «BRICS» (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), una pandemia mundial, pasos atrás de la mano de los populismos, guerras de exterminio en Europa, redefinición de los bloques, construcción de una Europa de dimensiones inimaginables hace solo pocas décadas… E incluso ahora, nuevamente, guerras de conquista.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El libro es una maravilla por la información que da, siempre de primera mano, por la claridad con la que escribe <b>Solana</b>, por lo fácil que hace la comprensión de relaciones de poder complejísimas con una maraña de raíces históricas, económicas, políticas y personales de sus protagonistas, y porque no hay un solo párrafo banal: es la obra de un hombre inteligente, con un dominio de la materia apabullante gracias a lo cual es capaz de sintetizar lo esencial a un ritmo impresionante.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Aunque no claramente delimitadas, el libro tiene dos partes, o dos enfoques. El primero es la vista al pasado. Recuerdos y memoria que sirven para explicar cómo fueron las cosas y por qué fueron como fueron. Interesantísimo. Pero aún me lo ha parecido más el análisis de la situación presente, la que deriva de los últimos años, de la guerra en Ucrania, del ascenso de China, de la aparición los populismos, en especial el de Trump, de la posición de Europa… Aquí <b>Javier Solana</b> no se limita solo a contar y a explicar, sino que, de un modo comprometido y lúdico, expone oportunidades y riesgos. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Grandes oportunidades, pero también, la verdad, enormes riesgos.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Imposible, ante ellos, que el lector no sienta algún tipo de apelación a la toma de conciencia de la responsabilidad individual de cada ser humano sobre el destino colectivo de todos.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y al hablar de riesgos, porque se diría que estamos muy cerca de no saber o poder sortear unas décadas convulsas, me produce no poca inquietud algo que no por sabido es menos peligroso y que en este libro se ve claramente: el papel que juegan la personalidad, intereses y carencias de los líderes y las relaciones personales en las relaciones diplomáticas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Me ha gustado también el perfil que, sin pretenderlo, <b>Javier Solana</b> ha pintado de sí mismo: un hombre comprometido con el bien común, que ha llegado lejos no empujado por la ambición sino por el trabajo incansable, riguroso, lúcido e inteligente; y, sobre todo, por la amplitud de miras necesaria para comprender al opuesto y el imprescindible pragmatismo necesario para saber que, por lejano que esté ideal, sólo se avanza paso a paso, y que el objetivo en cada momento solo puede ser dar el siguiente paso, por más lejos que tras un solo paso siga quedando el ideal.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El título es rotundo al aludir a un mundo incierto. Esperemos que las incertidumbres evolucionen a certezas positivas. Trabajemos para que eso suceda. Aunque me temo que quienes actúan en dirección contraria son más ruidosos y lo tienen más fácil, porque la irresponsabilidad no tiene el límite de la racionalidad ni el del bien común.</span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-91727246588630047942024-03-04T07:30:00.001+01:002024-03-04T07:30:00.127+01:00El último barco – Domingo Villar<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCn_QNY_xmdT7ffFJMgRLkDUFAf4nDXCZiz7X8619HXZGHxUgJ7sTA7XAul03MAy2PYmrb75JBmcTkLilvP5WyOd8044n-5a3wYUS3NJX9yyRp6ffsbnTlnvZGmw0MRJPk5fKb1pGt-ZvMF4oxVlfwv880l3rZHq3ZRnvTZGwLOuSANUh3KQD95WTtWeaV/s700/Domingo%20Villar%20-%20EL%20%C3%BAltimo%20barco.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="691" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCn_QNY_xmdT7ffFJMgRLkDUFAf4nDXCZiz7X8619HXZGHxUgJ7sTA7XAul03MAy2PYmrb75JBmcTkLilvP5WyOd8044n-5a3wYUS3NJX9yyRp6ffsbnTlnvZGmw0MRJPk5fKb1pGt-ZvMF4oxVlfwv880l3rZHq3ZRnvTZGwLOuSANUh3KQD95WTtWeaV/s16000/Domingo%20Villar%20-%20EL%20%C3%BAltimo%20barco.jpg" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><b>El último barco</b> es una de las mejores novelas policíacas que he leído, y aún podría haber sido un poco mejor de haber tenido un final más acorde con el desarrollo de la obra y no algo peliculero. ¿Por qué es tan buena? Por lo minucioso de su desarrollo, lo que le da una enorme verosimilitud; por la forma en que desde la ignorancia se abre todo un abanico de hipótesis y sospechosos sobre los que el lector se va posicionando; por el modo en que, aupada en esa meticulosidad, aparece la información de un modo completamente natural aunque en realidad perfectamente planificado por el autor; por el papel protagonista de un entorno singular, como es del de Vigo y su ría; y porque del personaje principal, el inspector <b>Leo Caldas</b>, acabamos sabiendo todo sin que el autor deba contar nada: le basta con dejarlo hablar y actuar para que el lector acabe conociéndolo (y conviviendo con él, gracias al detallismo) con esa afortunada y poco frecuente naturalidad con que la vida pone en nuestro camino a los mejores y más discretos amigos. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>De mis palabras se deduce ya la elevada verosimilitud de la novela. Altísima, Y como, pese a algunos elementos claramente fuera de la realidad, la sensación de realismo es también intensa tanto en la trama como en los personajes, el efecto conjunto de realismo y verosimilitud es el que acabo de decir: integración completa del lector en la historia, hasta el punto de que la mirada del lector y del protagonista apenas se diferencian. No se sabe si el lector ve a través de los ojos de <b>Leo Caldas</b>, o <b>Leo Caldas</b> a través de los del lector.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En una reseña anterior de esta saga que la muerte de <b>Domingo Villar</b> ha dejado en trilogía, apunté que ya antes de haber leído a <b>Villar </b>lo consideraba «de los míos», en el sentido de que no había sido un escritor presto a pasar por caja tan pronto como el éxito y la popularidad se lo habían permitido, sino que había elegido ser esclavo de su perfeccionismo. De ahí el lapso de nueve años entre su segunda novela y la que ahora reseño y, también, el ir y venir del texto: el anuncio de su publicación, la cancelación del proyecto, y, tiempo después, su publicación definitiva. Todo sea por hacerlo mejor, siempre mejor. A la vista del resultado, es de agradecer tanto esfuerzo y queda claro que la literatura concebida como arte o reto intelectual tiene poco que ver con la literatura industrial o de entretenimiento. La evolución de <b>Domingo Villar</b> desde su primera y normalita novela hasta esta tercera es enorme, y se debe, sin duda, no al amor por conseguir lo máximo, sino por darlo.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En cuanto al argumento en sí, qué mérito tiene que en una novela negra o policíaca el lector sea vea arrastrado durante centenares de páginas sin saber, si quiera, si ha habido un crimen.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Porque lo que ha habido en esta novela no es un crimen, sino una desaparición que bien puede haber sido voluntaria, y en la que la policía, <b>Caldas </b>y su ayudante, debe meter la nariz porque el padre de la desaparecida tiene un gran ascendiente sobre el comisario. Y ahí tenemos al dúo un tanto quijotesco de <b>Leo Caldas</b> y el aragonés <b>Estévez</b>, sin que sepamos cuál de los dos es más quijote: si el ayudante irreflexivo que confía ingenuamente en la efectividad del palo, o el inspector poco dado a lo intuitivo y estrictamente fiel al procedimiento. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Poco más voy a añadir sobre el argumento: <b>Leo Caldas</b> intenta reconstruir primero los pasos y luego la vida de la desaparecida, intentando hacer luz sobre su paradero, y todo ello ocurre en un entorno descrito de forma maravillosa, pero no inocente: cuando <b>Villar </b>menciona algo, es por algo. Y no voy a decir más.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> También llamativo, como en las dos anteriores novelas, es el papel de la geografía: desde <b>Vigo </b>se puede contemplar todo el escenario del que parte la historia, y desde cualquier punto de este escenario se puede contemplar el lugar donde supuestamente continuó y es investigada. Tiene algo de simbólico este mirarse frente a frente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Pero lo mejor es, sin duda, el amor del autor por el detalle, porque el lector no se pierda ni un minuto de la vida del protagonista y del desarrollo del caso, ni una gestión, ni una actuación, ni un dato, logrando que las dudas y emociones del personaje y del lector corran parejas de un modo magistral. El lector se deja llevar por la acción, que transcurre a ritmo constante, pero con efectos acumulativos, y en ningún momento se ve interrumpido por las frecuentísimas admoniciones y filosofadas de andar por casa que pueblan otras novelas de este género, lo cual no impide que <b>El último barco</b> sea una novela profunda. Lo es gracias a que la exposición de los hechos exige un ejercicio intelectual para hilar cabos y hacer y refutar hipótesis; es decir, valorar conductas humanas; la profundidad así lograda es mucho mayor que en todas esas obrillas a las que he aludido, que lo fían todo a las monsergas sabihondas de sus personajes desencantados.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En resumen, una gran novela en todos los sentidos: hasta en longitud (y peso, ¡más de un kilo la edición de <b>Siruela</b>). Pero 707 páginas son pocas cuando se disfruta como yo lo he hecho.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Un penúltimo comentario que no me resisto a hacer: el modo en que te absorbe la lectura es tal que te olvidas por completo de la primera página. Cuando, al final del libro, vuelves a ella, te das cuenta del modo en que <b>Domingo Villar</b> ha estado jugando contigo: ¡desde la primera línea había dado una clara ventaja al lector sobre <b>Leo Caldas</b> y, sin embargo, el personaje ha ganado la partida!</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La gran pena, es inevitable reconocerlo, es el vacío que deja la pronta e inesperada muerte de <b>Domingo Villar</b>. Lees esta novela y, de tan real como la has vivido, sientes asombro e incredulidad ante la idea de no volver a estar con <b>Leo Caldas</b> por <b>Vigo </b>y sus alrededores. La triste incredulidad que sufren los amigos y familiares cuando alguien muere joven e inesperadamente, como fue el caso de <b>Domingo Villar</b>, es también la incredulidad de quienes no lo conocimos, pero hemos llegado a vivir intensamente la historia de un personaje que, con su autor, ha muerto inesperadamente para el mundo literario. Así que aquí estoy, sumido en esa incredulidad y en el confuso vacío de la ausencia imprevista e irremediable de un personaje que ha resultado apasionante y de un autor al que he conocido y admirado después de su muerte hasta tal punto que la lamento sobre todo porque ya no tendré la ocasión de admirarlo aún más. Viendo su evolución, ¿hasta dónde hubiera sido capaz de crecer? Tras esta novela, <b>Domingo Villar</b> nos dejó huérfanos de admiración.</span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-75984467848358300302024-02-29T07:30:00.001+01:002024-02-29T07:30:00.131+01:00La playa de los ahogados – Domingo Villar<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkHWdigABrM2FnNKI2mEedhyphenhyphenegIcMbnPnLy4yqLbW-RgMRlDx4mF_PbshPFzWQc-fqk6eY5-fFMK_C2BfUtVzG1v2V_wmKax_xgSst8zvcrGFs-C96f36z_YZjTWEZx9BOBq6SVy0BXqLHcF3MYdsgfObgz4qQPge1cfFhSacVJCjOJ1vn2boW_52zSXvJ/s933/Domingo%20Villar%20-%20La%20playa%20de%20los%20ahogados.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkHWdigABrM2FnNKI2mEedhyphenhyphenegIcMbnPnLy4yqLbW-RgMRlDx4mF_PbshPFzWQc-fqk6eY5-fFMK_C2BfUtVzG1v2V_wmKax_xgSst8zvcrGFs-C96f36z_YZjTWEZx9BOBq6SVy0BXqLHcF3MYdsgfObgz4qQPge1cfFhSacVJCjOJ1vn2boW_52zSXvJ/s16000/Domingo%20Villar%20-%20La%20playa%20de%20los%20ahogados.jpg" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Dije en la reseña de <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2024/01/ojos-de-agua-domingo-villar.html" target="_blank">Ojos de agua</a></b>, la primera novela de <b>Domingo Villar</b>, también protagonizada por el inspector de la Policía Nacional <b>Leo Caldas</b>, que parecía una novela de prueba, de «a ver si puedo ser escritor», de «a ver si alguien me publica», y que usaba varios recursos e inspiraciones reconocibles y no especialmente originales. Dije también haber leído que <b>La playa de los ahogados</b>, segunda novela, había sido la confirmación de <b>Villar </b>como escritor, y ahora que la he leído no tengo ninguna duda: más allá del protagonista y su entorno personal y geográfico, nada tienen en común estas dos primeras obras. <b>La playa de los ahogados</b> está, literariamente, a un nivel muy superior, aunque no culminó la evolución de <b>Domingo Villar</b>, porque <b>El último barco</b>, que también he leído ya en el momento de escribir estas líneas y reseñaré pronto, es aún mejor que esta buenísima novela.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En una playa próxima a <b>Vigo</b>, la de <b>Panxon</b>, separada de otra playa similar al norte (la de otra pequeña localidad, <b>Patos</b>) por la estrecha franja de tierra que une la costa con el promontorio de <b>Monteferro</b>, aparece el cadáver de un pescador ahogado. La primera impresión apunta a un suicidio, pero… Pero hay algunas cosillas que aclarar, por si las moscas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Así es como el inspector de policía <b>Leo Caldas</b> y su ayudante, el aragonés un tanto brutico <b>Rafael Estévez</b>, entran en un pormenorizado ir y venir en el que preguntando a unos y a otros intentan reconstruir los últimos pasos del muerto, sus relaciones y, sin pretenderlo (ellos, que no el autor) acaban alumbrando un magnífico retrato de esa zona de <b>Galicia</b>, de la dura profesión de pescador y de las otras a ella vinculadas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>A diferencia de lo que ocurre en <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2024/01/ojos-de-agua-domingo-villar.html" target="_blank">Ojos de agua</a></b>, el papel del efectismo y las casualidades queda muy al margen, y la novela toma el rumbo que se consolida en la tercera: investigaciones según el protocolo, minuciosas, detalladas hasta convertir al lector en la sombra de Caldas, de modo que personaje y lector conocen las cosas y sacan conclusiones al mismo tiempo. Nada que ver con los «héroes» novelescos tan dados a la intuición y a saltarse las normas. Pero que no suene aburrido: es todo lo contrario, porque junto a la información el lector comparte con los personajes la tensión por avanzar que se traduce en extenuantes jornadas de trabajo y en largas y satisfactorias horas de lectura.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Me gusta que <b>Domingo Villar</b> no cuente cómo es su personaje, sino que deja que este se retrate. Por ejemplo, jamás se dice que no conduzca o no sepa conducir, o que se maree en coche, pero a lo largo de las novelas se hace tan evidente como cierto amor por la gastronomía local que tampoco se explica: se ve. Agradezco mucho esta forma de escribir, que no toma por tonto al lector y que le facilita la inmersión en la novela, haciendo de él no un oyente del autor sino un testigo de la historia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial;"><span style="white-space: pre;"> </span>¿Y qué más? Pues ocurre que, al husmear en la existencia del muerto, la investigación saca a relucir personas del pasado y, con ellas, algún «misterio» más que adopta la forma de obstáculo para la investigación o, dicho de otro modo, no siempre la policía encuentra a quien busca, y a veces al buscar una cosa acaba encontrando otras. A partir de aquí, la novela, de un modo firme pero tan sólido que el lector no se da cuenta, comienza a contar dos historias que en realidad son una, y que convergen en un final inteligente y al que solo le falta un pelín para estar totalmente bordado. El pelín lo suple, como en la primera novela, un recurso fácil: una confesión </span></span><span style="font-family: arial;">«emocional» </span><span style="font-family: arial;">que cualquier culpable real se hubiera ahorrado..</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Una novela mucho más que buena, buenísima, alejada de la típica y tópica novela policial, donde el autor aprovecha un suceso no solo para crear una trama entretenida y enriquecedora, sino, sobre todo, para pintar un cuadro de una tierra, unos paisanos y unas profesiones en decadencia que forman parte de un mundo a punto de extinguirse. Merece la pena asomarse a estas páginas para admirarlo y conocerlo. Si a menudo se dice que la literatura es una forma de viajar, hacerlo con «viajes <b>Domingo Villar</b>» es una gran elección.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-4945594836188262062024-02-26T07:30:00.001+01:002024-02-26T07:30:00.126+01:00La masacre olvidada – Andrea Camilleri<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE6j6pPfDQrEgH-ZqE_RE5ycrvSSEBx-9e7KJPGlmnanfPGup4beAM4hKKYhmmiEBpj8eRIvW2ofmgDVGJVStKfEIo7ziKhkIbAenitodKc0fnn3N9dAtONs9HasNbEP34xrjV5-jZ1psq3rXIr64QKAkuNW0BdKW-SQqToTebBk_2kNr93qUF0siP3zoa/s933/Camilleri%20-%20La%20masacre%20olvidada.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE6j6pPfDQrEgH-ZqE_RE5ycrvSSEBx-9e7KJPGlmnanfPGup4beAM4hKKYhmmiEBpj8eRIvW2ofmgDVGJVStKfEIo7ziKhkIbAenitodKc0fnn3N9dAtONs9HasNbEP34xrjV5-jZ1psq3rXIr64QKAkuNW0BdKW-SQqToTebBk_2kNr93qUF0siP3zoa/s16000/Camilleri%20-%20La%20masacre%20olvidada.jpg" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El título haría más justicia a la realidad si fuera <b>«Otra masacre olvidada»</b> porque realmente son pocas las que recordamos e incluso, estos días podemos verlo, las hay que nos esforzamos en ignorar pese a la heroica insistencia de algunos en recordárnoslas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><b>La masacre olvidada</b> es la tercera obra que <b>Andrea Camilleri</b> publicó en su vida. Fue en 1984. La primera que no es una novela. En mi opinión quiso emular a su admirado paisano, <b>Leonardo Sciascia</b>, sin conseguirlo.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Lo digo porque el método de <b>Camilleri </b>en esta obra recuerda al de <b>Sciascia</b>: a partir de un hecho histórico al que se aportan una serie de datos obtenidos con cierto rigor, pero no con rigor científico, se elucubra sobre la razón de ser de las cosas. Pero, así como <b>Sciascia </b>se fijaba en razones más trascendentes y enraizadas con la historia o causantes de ella, <b>Camilleri </b>se limita a echar algo de luz en un suceso violento y dramático pero históricamente intrascendente, acaecido en 1848 en su localidad natal, <b>Porto Empedocle</b>, del que su abuela guardaba «memoria heredada». Esta memoria y el husmeo en varios registros le permiten centrarse en la muerte de 114 prisioneros en un torreón fortificado en la costa. Pese a que la sinopsis también alude a la ejecución de quince agricultores acusados de mafiosos y terratenientes en una localidad cercana, el grueso de esta poco gruesa obra se centra en lo primero.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Aunque sea muy loable el intento de <b>Camilleri </b>de que todos estos inocentes no caigan en el olvido (la obra concluye con la relación de los 114 muertos, incluyendo su edad y localidad de nacimiento), se trata de un empeño poco justificado, porque el término «masacre» induce a pensar en una carnicería voluntaria y hasta planificada; desde luego, nada en defensa propia; mientras que la masacre de este libro es propiciada primero por el despiste o la incompetencia y, segundo, con el modo entre desesperado y salvaje con que las personas podemos actuar en defensa de nuestro propio pellejo. El dilema moral no es el mismo cuando los autores de una masacre creen estar defendiendo su propia vida que cuando no es así.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En cualquier caso, se trata de un libro un tanto caótico, como si hubiera sido poco trabajado (sobre todo en comparación con otras obras de <b>Camilleri</b>) y en el que las pinceladas de humor, habida cuenta del tema tratado, no deja de ser humor negro. Si <b>Camilleri </b>no hubiera alcanzado la celebridad que alcanzó, este libro jamás hubiera sido traducido y publicado a estas alturas, sino que se hubiera quedado en aquella primera edición, hace cuarenta años, en la pequeña editorial local a la que <b>Camilleri </b>fue fiel.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Eso sí, en esta tercera obra queda patente ya, como en las dos primeras, una constante en la obra de <b>Camilleri</b>: la denuncia de la impunidad que proporciona el poder político y económico y el modo en que las culpas de los poderosos son pagadas, siempre, por los que están abajo. El pueblo, para el poderoso, siempre ha sido carne de cañón. Esta es, quizá una gran diferencia con <b>Sciascia</b>: mientras que <b>Leonardo Sciascia</b> tiene obras que demuestran cómo se manifiesta la historia, en un momento concreto, aplastando al infeliz, la conclusión de <b>Camilleri </b>es siempre la misma sea cual sea el momento histórico que trate; es eso lo que le importa, mucho más que cómo la gran historia afecta a las historias individuales. <b>Sciascia </b>trata de demostrar. <b>Camilleri</b>, de denunciar.</span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-82396443596469458232024-02-22T18:43:00.000+01:002024-02-22T18:43:59.996+01:00Los que no perdonan – Alan Le May<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF7zJojfyQoRmVADMMrYUXzgcm8Z89Z5U04V53z4OryoUDZdSdzghVRYvlaUwhTSYOQ9bCB8BNFXHJhgbtrUEEbgT2lOj-V8R48gq3Ieg_0mpY7e_PpBLmx1rvnsoiWnQBsQRPCyM6ssBLwmqMKAYY3VnKlWVGwHJic_FppMIWyl5JZgjfn8AkN-GLB_Qg/s946/Alan%20Le%20May%20-%20Los%20que%20no%20perdonan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="946" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF7zJojfyQoRmVADMMrYUXzgcm8Z89Z5U04V53z4OryoUDZdSdzghVRYvlaUwhTSYOQ9bCB8BNFXHJhgbtrUEEbgT2lOj-V8R48gq3Ieg_0mpY7e_PpBLmx1rvnsoiWnQBsQRPCyM6ssBLwmqMKAYY3VnKlWVGwHJic_FppMIWyl5JZgjfn8AkN-GLB_Qg/s16000/Alan%20Le%20May%20-%20Los%20que%20no%20perdonan.jpg" /></a></div><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Hay personas que merece la pena conocer. Una de ellas es la culpable de que haya leído este magnífico libro. No esperaba nada, pero me llegó un paquete que, por la pinta, no podía ser sino un libro. Y al disponerme a abrirlo esperaba cualquiera menos este. ¿Por qué? Porque el <i>western </i>como género literario era completamente desconocido para mí. Solo, allá por el Paleolítico, había leído algunas novelas de bolsillo (literalmente <i>de bolsillo</i>) que para entonces ya eran viejas: <b>Marcial Lafuente Estefanía</b>, <b>Francisco González Ledesma</b> (Silver Kane) y algún otro. De ellas no recordaba más que el placer de la lectura.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Bueno, pues <b>Los que no perdonan</b> es un novelón colosal, con tintes de epopeya, que no creo que nadie se arrepienta de leer. Quizá, eso sí, a quienes tengan ya unos cuantos trienios en esto de andar por el mundo les resulte más sencillo imaginar cuanto describe, porque hay una generación de españoles (la mía) que creció viendo películas «del oeste» en la televisión: las había cada dos por tres. Era inevitable no verlas. También es probable, claro, que eso condicione la libertad de la imaginación.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En cualquier caso, para un chaval aquellas lejanas películas y novelitas eran más atractivas por lo que de acción tenían que por los aspectos emocionales o históricos. En cambio, ahora, al leer esta novela la importancia de las cosas se invierte. Más allá de los controvertidos y poco sensatos juicios del presente sobre el pasado, la colonización de una gran parte de <b>Estados Unidos</b> tuvo aspectos épicos (que no están reñidos ni con lo sangriento ni con lo truculento): nativos que luchaban por su supervivencia (y a veces también entre ellos) frente a inmigrantes tan empobrecidos y desesperados que, sin absolutamente nada que perder y azuzados por la ilusión de la prosperidad, estaban dispuestos a morir para defender la posibilidad de morir trabajando o para defender su pedazo de terruño.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Aunque lo de «terruño» es un decir, claro. Las fabulosas extensiones de aquel territorio (en concreto, esta novela transcurre el <b>Texas</b>, un lugar con planicies eternas que se pierden en el horizonte produciendo una sensación de soledad inmensa y, a mi modo de ver, enloquecedora) permitían una forma de explotación ganadera que nunca antes se había dado y nunca luego se volvió a dar: unas cuantas décadas singulares e irrepetibles en territorios tan amplios que no se llegaba a formar la sociedad ni, por supuesto, alcanzaban a controlar las autoridades. Un sálvese quien pueda.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La novela tiene el valor añadido de referirse a una época (1870) que fue vivida y sufrida por el abuelo de <b>Alan Le May</b> (1899-1964). De boca de quienes las vivieron, el autor debió de escuchar muchas historias intensas en su infancia y juventud.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La novela cuenta la historia de una familia de colonos dedicados a la ganadería. Una madre esforzada y sacrificada, tres hijos varones y la menor, una hija que, ella no lo sabe, fue rescatada y adoptada por vía de hecho. Se sospecha que pueda tener sangre india, lo cual es un doble problemón: los expone a la marginación ante los suyos, pues existe un racismo rampante basado en la disputa a muerte, literalmente, por los recursos, y a la ira y reivindicaciones sobre ella de los nativos, si llegan a considerarla una de ellos. Aparte, claro, del trauma que Raquel puede sufrir si se entera de que no es quien cree ser. El padre, una figura de referencia, falleció durante un traslado de ganado, al no poder vadear un río. Los hijos varones son todos muy jóvenes y con personalidades muy diferenciadas y acusadas. También tiene una personalidad muy definida Raquel, que ronda los 17 años pero que, a diferencia de sus hermanos, está sobreprotegida y relegada al trabajo doméstico en una casa que apenas es más que las cuatro paredes de una cueva cerrada. Entre ella y su hermano mayor, que ha asumido el rol del padre, existe una atracción que navega entre lo fraternal y lo incestuoso.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En el quinto pino vive otra familia de colonos con la que no les queda otros remedio que compartir intereses, que no afinidades. Una familia algo más torpe, con una madre con problemas de movilidad (ya verá el lector por qué) y un padre no mucho más pimpante, que apenas puede desplazarse si no es en carro. A falta de más población, la hija, a la que se concede mucha más libertad que a Raquel, parece predestinada a casarse con el hijo mayor de la familia protagonista, lo que la aboca a la rivalidad con su futura y joven cuñada.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y a partir de aquí, con una gran prosa, concisa y elegante, y maravillosamente enmarcada en las costumbres recién forjadas y en los usos de tan singular forma de ganadería, la historia: ¿se sabrá el origen de Raquel? ¿Si se llega a conocer, cómo afectará a las relaciones de vecindad y con los indios? ¿Qué diablos pasará cuando unos y/u otros averigüen el pastel, y más teniendo en cuenta cómo se solucionan los problemas en ese entorno? La acción cabalga (permítaseme el verbo) entre esas dudas y las situaciones de tensión que acaban siendo causa o consecuencia de su resolución; situaciones, además, que implican una carga emocional enorme para el lector al poner en riesgo la vida de los personajes en un juego duro y hasta diabólico que combina todo lo que acabo de citar con los calendario de traslado de ganado y otras actividades de modo que… Bueno, quien quiera saberlo, que lea <b>Los que no perdonan</b>. Solo diré que tal y como es la historia, el título está más que justificado: perdonar cuando se vive tan al límite, a veces tiene más de estupidez que de generosidad.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El autor consigue recrear magistralmente la atmósfera de soledad y desvalimiento de una vida tan sacrificada y esforzada, el espíritu tenaz necesario para hacer de la adversidad un modo de vida del que sentirse orgulloso y, por supuesto, al final, la angustia, el terror y la sinrazón, y entre medio también la valentía y el coraje.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La novela fue llevada al cine por <b>John Houston</b>, que ya antes había llevado a las pantallas la obra más famosa de <b>Alan Le May</b>, <b>The Searchers</b> (cuyo título en España, fantástico, fue <b>«Centauros del desierto»</b>). Para quienes tenemos los trienios que antes mencionaba, leer <b>Los que no perdonan</b> es como ver una película del oeste como nunca antes lo habíamos hecho: metiéndonos en la acción como si estuviéramos dentro de la pantalla. Así podemos ensuciarnos con el polvo, sufrir la sed que provoca, analizar, reflexionar, ver, sentir y hasta oler todo lo que en el cine pasa desapercibido salvo para los estudiosos capaces de ver veinte veces la misma película hasta extraer todo su jugo.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Una gran novela muy bien editada por <b>Valdemar</b>.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Llegado a este punto solo puedo terminar esta reseña de una manera: dando gracias a la amiga que me regaló <b>Los que no perdonan</b>. No debía haberme regalado nada, pero yo, a diferencia de los personajes y dadas las circunstancias, se lo perdono sin dudar.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-86084843569734126362024-02-20T19:27:00.000+01:002024-02-20T19:27:02.131+01:00Bichos - Miguel Torga<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMyG3NIJ9tFwqeKx9rxO3f-zy7UE13LvbaKCNgVtyuvdMWGXOG5Q2NObB031iNRpYv5FDCMwILaM2RgaCXbBfehDSkkja8L06XjSxfoaphfVKmMHhd2h7zm5TkaRZvQRB6ug6Xn4Jt-8-box5D7N8KAXRkpod696njun_pv-CFn0Mz3HQ5QG34OwtE9zxO/s933/Miguel%20Torga%20-%20Bichos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMyG3NIJ9tFwqeKx9rxO3f-zy7UE13LvbaKCNgVtyuvdMWGXOG5Q2NObB031iNRpYv5FDCMwILaM2RgaCXbBfehDSkkja8L06XjSxfoaphfVKmMHhd2h7zm5TkaRZvQRB6ug6Xn4Jt-8-box5D7N8KAXRkpod696njun_pv-CFn0Mz3HQ5QG34OwtE9zxO/s16000/Miguel%20Torga%20-%20Bichos.jpg" /></a></div><p><br /></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Los libros de relatos son arriesgados, porque la independencia y las diferencias entre ellos con frecuencia afecta a la continuidad de la lectura. No ocurre esto con <b>Bichos</b>, una magnífica recopilación de catorce relatos del portugués <b>Miguel Torga</b> (1907-1995) que he leído sin darme cuenta, y que es muy diferente (más amena, con un registro completamente diferente pero también de gran calidad) a la otra obra suya que he reseñado aquí: <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/search/label/Miguel%20Torga" target="_blank">Piedras labradas</a></b>. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Publicado cuando <b>Torga </b>tenía solo 33 años, todos, o casi todos los relatos de <b>Bichos </b>tienen el común el protagonismo de algún «bicho». Alguno, como el sapo, está más cerca de la carga peyorativa del término que los animales domésticos o domesticados, pero es que quizá lo que haga de ellos más «bichos» que «animales» sea su humanización. Y es que el término «bicho» también tiene cierta carga cariñosa: los bichos, a diferencia de las alimañas, son inofensivos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Unos relatos casi parecen humorísticos; otros, poéticos; algunos, realistas… todos con un tono de fábula que deriva de la humanización señalada. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Merece la pena rodearse de <b>«Bichos»</b>, con comillas.</span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-54197864856029618322024-02-08T07:30:00.001+01:002024-02-08T07:30:00.148+01:00Una historia ridícula - Luis Landero<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXkHac5bENbEcKZ325ZmtiOSmnxBn1s5jpNPr8yEbj6VkrEgXY-0K3sm5W2wgj_XK1pVWCmZAzlC0crWwdnUKaM4F_6GJTJ61IHoMmmOTmUn2XoIyEnVwyBLc-UfYI2wwzQ4t-UF1eRB7_jO7voifNZAlN-xhVAhwbQcH3NU56kkOh2BYoPATsklj4ibAO/s782/Luis%20Landero%20-%20Una%20historia%20rid%C3%ADcula.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="782" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXkHac5bENbEcKZ325ZmtiOSmnxBn1s5jpNPr8yEbj6VkrEgXY-0K3sm5W2wgj_XK1pVWCmZAzlC0crWwdnUKaM4F_6GJTJ61IHoMmmOTmUn2XoIyEnVwyBLc-UfYI2wwzQ4t-UF1eRB7_jO7voifNZAlN-xhVAhwbQcH3NU56kkOh2BYoPATsklj4ibAO/s16000/Luis%20Landero%20-%20Una%20historia%20rid%C3%ADcula.jpg" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>¿Recuerdan ustedes el afectado lenguaje de <b>Ceferino</b>, el detective loco de <b>Eduardo Mendoza</b>, o el de <b>Ignatius J. Reilly</b> en <b>«La conjura de los necios»</b>, o el de <b>Lorencito Quesada</b>, el protagonista de <b>«Los misterios de Madrid»</b>, de <b>Antonio Muñoz Molina</b>, o, modestamente, el de <b>Ajonio Trepileto</b> en mis dos primeras novelas, si es que alguno de mis lectores alcanza a leer esta reseña?</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Bien, pues <b>Marcial</b>, el indiscutible protagonista de <b>Una historia ridícula</b> forma parte de esa tradición de redichos incompetentes cuya elocuente verborrea es tan prodigiosa como su torpeza social y tan enrevesada como estrafalario el razonar el personaje.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y es que Marcial, que nos narra en primera persona sus propias cuitas, desde la primera palabra hasta la última nos ofrece un relato que resulta divertidísimo y jocoso por dos motivos compartidos con las novelas que antes he citado. Primero, porque es el único que no se entera de lo tonto que es, cosa que sí advierte el resto de personajes y, por supuesto, el lector; y, segundo, porque intentan suplir sus carencias con un lenguaje tan trabajado que resulta ridículo, más aún cuando cree estar consiguiendo su propósito de guardar las apariencias sin ser así. El lenguaje, de esta forma, pasa a ser un recurso humorístico más. Y fundamental.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Marcial nos cuenta una historia de amor. Su historia de amor. Porque el pobrecico sufrió un fechazo/cañonazo/misilazo al cruzarse en su vida una chica «de familia bien» que le hizo <i>tilín</i>, <i>tolón </i>y <i>ding dong</i> a él, esforzado trabajador de un matadero que, gracias a su mundo e inteligencia, ejem, comprende y acepta no sin rebeldía que hay tareas más glamurosas que otras, y que a estos efectos no es lo mismo regentar una sala de arte que andar degollando gorrinos. Pero la aventura de Marcial y lo que nos hace reír de ella no es esa ambición de ser equiparado a los demás, porque a fin de cuentas la chica no lo rechaza ni por su origen, ni por su trabajo ni por su condición; al contrario, le da cancha y solo la alarman sus rarezas. La aventura de Marcial es consigo mismo, con el peculiar modo en que interpreta el mundo, con las vueltas y vueltas que dan en su cabeza los más insignificantes detalles en busca del automartirio que justifique sus infinitos complejos. Cada duda evoluciona a problema; cada problema a dilema; y cada dilema a una decisión absurda y expeditiva, porque si de algo quiere convencernos Marcial es de su marcialidad, de su firmeza de carácter, de la claridad de sus ideas… O sea, de todo aquello de lo que carece.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En esta historia de amor Marcial deja claro cómo es, y sus complejos quedan de manifiesto cuando quiere presentarse de otro modo para ser aceptado en la «selecta» sociedad de su amada. Pero la mona vestida de seda acaba haciendo monerías, y estas desembocan en un final inesperado, fortísimo en relación a lo narrado hasta entonces, e ingenioso.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La historia de Marcial, un idiota naufragado en su propia estupidez, es ridícula porque Marcial lo es, y porque el propio final es ridículo habida cuenta de la inocencia con que había discurrido todo. Lo que no es ridículo es leer esta estupenda novela de humor inteligentísimo, de la que termino destacando, porque me ha fascinado, el modo en que, sobre premisas lógicas y argumentos sólidos, Marcial llega a las disparatadas conclusiones que orientan su existencia, o, mejor dicho, que la desorientan hasta la perdición.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><div style="text-align: justify;"><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-24875895935893003532024-02-05T07:30:00.001+01:002024-02-05T07:30:00.144+01:00Un viejo que leía novelas de amor – Luis Sepúlveda<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKkXXPdbOuXzyut1J-_Kf0TV6H27_lThNK6cxVubuEdUqO460Pwb8eYzTSrhuV7KhuQciUANoZLcMGV21vAhHT5ixPqkJ6hqi0pGxEy_EK9FsirlQnn_Q68r5xSU78qTlnT71LPgHnNRBLWkN5d5W1Q_XY2s00F_YD0__hk852WypZrFiG_hLOYCupauMh/s805/Luis%20Sep%C3%BAlveda%20-%20Un%20viejo%20que%20le%C3%ADa%20novelas%20de%20amor.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="805" data-original-width="588" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKkXXPdbOuXzyut1J-_Kf0TV6H27_lThNK6cxVubuEdUqO460Pwb8eYzTSrhuV7KhuQciUANoZLcMGV21vAhHT5ixPqkJ6hqi0pGxEy_EK9FsirlQnn_Q68r5xSU78qTlnT71LPgHnNRBLWkN5d5W1Q_XY2s00F_YD0__hk852WypZrFiG_hLOYCupauMh/s16000/Luis%20Sep%C3%BAlveda%20-%20Un%20viejo%20que%20le%C3%ADa%20novelas%20de%20amor.jpg" /></a></div><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Una buena forma de hacer el ridículo es leer este libro, salir maravillado de su lectura, decirte que vaya suerte has tenido, que qué joya has descubierto y, en cuanto buscas algo más de información, comprender de golpe que eres un ignorante, pues <b>Un viejo que leía novelas de amor</b> no es un tesoro ignoto que has descubierto en una librería recóndita, sino una obra traducida a docenas de idiomas y a la que en algunos sitios se atribuyen cifras de ventas que se acercan a los 18 millones de ejemplares. Y yo, sin saber que existía. Madre mía... Así que bien podría comenzar esta reseña titulándola «El día en que descubrí la pólvora». En fin…</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><b>Luis Sepúlveda</b> nació en Chile en 1949 y murió de COVID-19 en Asturias en 2020, a los setenta años, con la triste distinción de ser el primer paciente de esa enfermedad en Asturias y el segundo chileno en dar positivo. Mucho antes, en 1988, antes de cumplir los cuarenta, había publicado esta novela.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El viejo del título, antes de serlo, había sido joven. Y se había casado. Ciertas circunstancias lo habían forzado a emigrar a una localidad (de algún modo hay que llamar al lugar) en la amazonia ecuatorial, un sitio infernal cuyo nombre, llamado a amparar las promesas gubernamentales, parece una broma: «El Idilio». Una zona selvática a la que solo se puede acceder por vía fluvial y no en todas las estaciones del año.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Algo que define el carácter del personaje, además de su conformismo, es que, aunque apenas sabe leer, es muy aficionado a las novelas de amor que cada muchos meses le trae un dentista cuyos métodos en aquellos andurriales, qué remedio, se parecen mucho a los de un matarife. La afición del viejo a la lectura no es inocente: a través de ella revive las historias de amor que pudieron ser y no fueron. O, mejor dicho, la historia, en singular. Su historia.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Siempre con una mano delante y otra detrás, porque las promesas de los gobiernos solo tuvieron el efecto de abandonar a su suerte a unos cuantos desarrapados, el protagonista, Antonio José Bolívar Proaño, tiene la ocasión (sin dejar de vivir entregado a sus recuerdos) de convivir e integrarse con los indígenas, de quienes aprende a respetar la naturaleza y a convivir con ella.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>No pueden decir lo mismo quienes hacen «prosperar» el pueblo haciéndolo pasar de cuatro casetos desperdigados a unos cuantos más: gente venida de otras latitudes, especialmente norteamericanos, cegados por la soberbia de su origen «superior» respecto a esos pobres desgraciados y, sobre todo, confiados en la fuerza de su codicia y de sus armas. En este bando hay que meter al «alcalde» del lugar (también de alguna forma hay que llamarlo). ¿Y qué es lo que sucede? Como puede suponerse por lo que acabo de decir, lo que ocurre es que la soberbia desafía a la naturaleza, y como la soberbia está reñida con la inteligencia, el resultado es desastroso. La naturaleza es cruel pero, a diferencia del ser humano, no gratuitamente, y el pecado de la crueldad gratuita no lo perdona.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y ahí está Antonio, sin armas distintas a su capacidad de observación y a su comprensión de la selva, de sus habitantes, de los animales y hasta de las plantas, para demostrar que es más fácil y probable que el mundo te coma a ti que viceversa, y que es posible vivir una vida razonablemente satisfactoria y en paz si no tienes otra ambición que comprender el mundo para ser parte de él sin cambiarlo.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Un temprano, breve y poético alegato en defensa de la paz, del planeta y de cuál debe ubicación del ser humano en el mismo. Una gran lectura de pocas páginas.</span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-64445626523525693062024-02-01T18:29:00.000+01:002024-02-01T18:29:10.818+01:00Tres enigmas para la organización – Eduardo Mendoza<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRTCrr86bA2pEv2hNlGwnbSLy20Qg5GsWKhknKNRAByzeT0WN_rPOvBrFuFoAfwtrklX6T8Rb1_ssQt0GMiU7onxfR_yDmV5ffSs-4Yi6TJc7ab2GTrU5v5-a_jU3Gwtcyhq1S5cX6JfWDeqHnBmv28iY8j6Me9DrcVJXz6Qp6K-zLUzRLSHOdnPlSm4V2/s933/Eduardo%20Mendoza%20-%20Tres%20enigmas%20para%20la%20Organizaci%C3%B3n%20-%20Seix%20Barral.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRTCrr86bA2pEv2hNlGwnbSLy20Qg5GsWKhknKNRAByzeT0WN_rPOvBrFuFoAfwtrklX6T8Rb1_ssQt0GMiU7onxfR_yDmV5ffSs-4Yi6TJc7ab2GTrU5v5-a_jU3Gwtcyhq1S5cX6JfWDeqHnBmv28iY8j6Me9DrcVJXz6Qp6K-zLUzRLSHOdnPlSm4V2/s16000/Eduardo%20Mendoza%20-%20Tres%20enigmas%20para%20la%20Organizaci%C3%B3n%20-%20Seix%20Barral.jpg" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El cultureta tipo, da igual si crítico, escritor o lector, opina que <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/search/label/Eduardo%20Mendoza" target="_blank">Eduardo Mendoza</a></b> es un gran autor gracias a sus obras «serias». Fundamentalmente, <b>«La verdad sobre el caso Savolta»</b> y <b>«La ciudad de los prodigios»</b>. En cambio, <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/search/label/Eduardo%20Mendoza" target="_blank">Eduardo Mendoza</a></b> se ve a sí mismo como un escritor de <b>humor </b>y no como un escritor «serio», o así se desprende de su discurso de aceptación del <b>Premio Cervantes</b>, cuando dijo: <b>«Quiero pensar que al premiarme a mí, el jurado ha querido premiar este género, el del humor, que ha dado nombres tan ilustres a la literatura española, pero que a menudo y de un modo tácito se considera un género menor. Yo no lo veo así. Y aunque fuera un género menor, igualmente habría que buscar y reconocer en él la excelencia.»</b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Comienzo así esta reseña porque, como <b>Mendoza</b>, no creo que pueda considerarse menor un género que ha alumbrado el <b>Quijote </b>o ha hecho inmortal a <b>Quevedo</b> y, sobre todo, porque al ser <b>Tres enigmas para la Organización</b> una <b>novela de humor</b>, me temo que no serán pocos los que, con el argumento de la falta de «seriedad», minusvaloren sus méritos.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El humor de <b>Tres enigmas para la Organización</b> se apoya no solo en los tres misterios a que alude el título, que se las traen, sino en tres patas: la caricatura, el absurdo y el contraste.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La Organización que protagoniza la novela a través de sus miembros es una parodia, o una caricatura, de un servicio secreto: un organismillo escuálido, moribundo y nadapoderoso, con un presupuesto chuchurrido hasta dejar en el olvido lo simbólico, creado hace décadas e inmediatamente olvidado, que ha pervivido porque no molesta a nadie, por lo que su premisa básica es seguir así, sin molestar para poder cobrar cuatro cuartos a fin de mes, pero haciendo algo para justificar su existencia ante sí mismos y, por supuesto, dándose aires de importancia por razones que más tienen que ver con la autoestima que con la soberbia. Claro que dártelas de importante y misterioso e ir tomando mil precauciones para que no se descubra tu actividad de espía cuando no le importas una higa a nadie ni tienes nada que espiar, es el primer paso del ridículo que rodea a la Organización e impregna toda la novela. ¿Cómo justifica su existencia un ente así de olvidado, pequeñajo y agónico, habiendo tantos cuerpos y fuerzas de seguridad, incluidos los servicios secretos, con miles de efectivos y montones de recursos? Con una idea absurda que nadie le pide: la Organización se autojustifica buscando conexiones entre hechos inconexos y que, para colmo, en nada afectan a la seguridad el Estado. Si no las encuentran –como es lógico- es que los demás cuerpos y fuerzas de seguridad están actuando correctamente y el Estado y la democracia están a salvo; si (milagrosamente) las encuentran, entonces habrán alcanzado la gloria. Digamos que, a su modo, <i>supervisan</i>.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Lo que supone el lector es, lógicamente, que esas conexiones solo pueden llegar a existir por casualidades más improbables que acertar un euromillón. Que además esa interconexión tenga algo que ver con la seguridad del Estado tiene idénticas posibilidades. Es decir, un despropósito. Un organismo llamado a investigar estupideces al azar. Los tres enigmas cuya relación pretende averiguar el jefe del tinglado tienen la siguiente enjundia: en un hotel de mala muerte en las Ramblas ha aparecido un tipejo ahorcado; en el puerto de Barcelona ha atracado un yate de superlujo, el dueño ha desembarcado y no han vuelto a verle el pelo; una marca de conservas de pescado es la única que no ha subido los precios en un determinado plazo. Si con estos alarmantes peligros para la supervivencia del Estado la Organización entra sin disimulo en la parodia o la caricatura, sus problemas operativos permiten dar entrada en la novela al absurdo.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El protagonismo de la historia, que transcurre en Barcelona con algún escarceo en un sitio tan exótico como Palamós, es compartido por los miembros de la Organización, los investigados y un taxista que da mucho juego. El elenco de personajes es variado y, por tanto, es una novela coral. Muchos recuerdan a otros del mismo autor: el jefe, buena persona, preso de la inutilidad de su trabajo, de la falta de presupuesto y ansioso de ver reconocido su rango (no otra satisfacción obtiene del trabajo), intenta darse fuste con buenas palabras y vistiendo la realidad con pomposos eufemismos y decisiones más grandilocuentes que efectivas, como alguno de los personajes de <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2013/11/la-aventura-del-tocador-de-senoras.html" target="_blank">«La aventura del tocador de señoras»</a></b>. Otros, como «el nuevo» son de una espartana fidelidad a sus planteamientos, hasta el punto de que su rectitud les imposibilita sortear los obstáculos, que solo pueden superar pasando por encima y descrismándose, por abajo (y chafándose) o a través de ellos (y moliéndose); el taxista es el típico tipo que va a su bola y juega la baza del egoísmo o la generosidad al hilo de su curiosidad; y hay unos cuantos hombres más, cada uno obsesionado o definido por un rasgo chocante; en cuanto a las damas que pueblan las páginas, responden típico perfil mendociano: guapas, atractivas, con un pie en la ingenuidad y otro en la agudeza; unas con firmes convicciones –para excusar su incapacidad afectiva- que no dudan en torcer en cuanto pueden poner a prueba la flaqueza de su carne (lo cual justifican con discursos profundos, redichos y elaborados) y otras, al contrario, pelanduscas que con discursos reflejos buscan redimirse hacia una vida de decoro y castidad. En resumen, Mendoza.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En cuanto a las tres patas del humor, la primera, la paródica o caricaturesca, se apoya en todo lo que acabo de decir de la Organización, en el perfil de los personajes, distintos entre sí, pero todos extravagantes y contundentes, y en ciertas situaciones cómicas, como que un agente secreto actúe bajo la tutela de su esposa, o que otra <i>James Bond</i> deba subordinar las misiones al cuidado a su madre, o… Una historia «moertadelofilemoniana» que se ríe de la novela negra y de las de espías.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La segunda pata, el absurdo, lo encontramos a cada paso y, lógicamente, siempre sin venir a cuento (para eso es absurdo) más que, como mucho, al hilo de ciertos juegos de palabras o situaciones equívocas. Desde el argumento a numerosas escenas y detalles el absurdo asalta al lector de modo intermitente. La falta de continuidad produce cierto efecto sorpresa cuando el absurdo llega, y hace necesarias unas cuantas páginas para calar el estilo del libro.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y la tercera pata que he mencionado son los contrastes, entre los que incluyo el disparate. En un entorno «normal» de pronto aparecen personas o entes de nombres disparatados, o en un discurso solemne irrumpe lo más doméstico, personal y prosaico, o la detallada descripción de un entorno misterioso incluye, de sopetón, un inútil y estrambótico pormenor.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Pero lo que caracteriza el <b>humor </b>de <b>Mendoza </b>en este libro y lo vincula a otras de sus obras de humor son dos cosas más importantes: la primera, que los protagonistas son todos unos <b>perdedores</b>; unos pobres diablos que si no dieran risa darían pena. Imposible no solidarizarse con todos. Hasta con los malos, si los hubiera, porque cuando todos parecen un poco tontos o ingenuos la maldad se diluye. La segunda, que al igual que sucede con el <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/search/label/El%20detective%20loco%20de%20Eduardo%20Mendoza" target="_blank">detective loco</a></b> o con <b>Horacio Dos</b>, la mayoría de estos personajes tratan de engañarse a sí mismos, al resto de personajes y al lector dándose una pompa (apoyada en el lenguaje) y una importancia de la que carecen tan manifiestamente que sus esfuerzos por hacer ver que llueve cuando el mundo se les está meando encima inspiran ternura.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Por lo demás, la maestría de <b>Mendoza </b>es tal que lo desquiciado de la trama, el lenguaje y los diálogos entran tan fácilmente en la mollera del lector que se diría que el texto está lubricado. Y lubricado está por la pericia con que consigue siempre un lenguaje musical en los diálogos, eficaz fuera de ellos y siempre variado y rico en términos poco usados que apuntalan el humor con su sonoridad. ¿Y qué decir del modo en que consigue que los tres enigmas sean solo uno? Es un tanto confuso, pero es que es un juego de prestidigitación literaria.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La única pega, por ponerle alguna, es que los anuncios de la faja y de la sinopsis de una nueva novela de humor de <b>Mendoza </b>hace que uno comience a leer buscando el humor que ya conoce, pero esta novela es diferente: una mezcla entre la desconcertante trilogía de <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/search/label/Las%20tres%20leyes%20del%20movimiento" target="_blank">«Las tres leyes del movimiento»</a></b>, la <a href="https://librosyhumor.blogspot.com/search/label/El%20detective%20loco%20de%20Eduardo%20Mendoza" target="_blank"><b>saga del detective loco (Ceferino)</b></a> e incluso ciertos golpes que recuerdan a <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2014/02/sin-noticias-de-gurb-eduardo-mendoza.html" target="_blank">Sin noticias de Gurb</a></b>.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En resumen: una obra diferente a las anteriores, pero que tampoco aporta nada nuevo porque mezcla recursos de varias de ellas. Si esta poción es un nuevo registro del autor, yo diría que sí. O que más o menos. Otros dirán que no. Pero todos querrían, digan lo que digan, escribir como <b>Mendoza</b>.</span></span></p><div style="text-align: justify;"><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-33752890652905361732024-01-30T07:30:00.001+01:002024-01-30T07:30:00.289+01:00Betibú – Claudia Piñeiro<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSRI40abdGSBbyxrV1WISI50qjP3m_TCwd6RnCx289NXXNhB26ztKrO4B5rSqT0UbLS1aEdmXw8jlIdLxQpOzn2qQ9RsvusVxiI2Bn_DRP5xjPfffshSM_EJaPzg7OGSWRKO_RcLoi4V5_p9CDbDLOIH97cTVy2RENqLmMjClIb4gUgnq2YQYNkINNB3-I/s829/Claudia%20Pi%C3%B1eiro%20-%20Betib%C3%BA.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="829" data-original-width="669" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSRI40abdGSBbyxrV1WISI50qjP3m_TCwd6RnCx289NXXNhB26ztKrO4B5rSqT0UbLS1aEdmXw8jlIdLxQpOzn2qQ9RsvusVxiI2Bn_DRP5xjPfffshSM_EJaPzg7OGSWRKO_RcLoi4V5_p9CDbDLOIH97cTVy2RENqLmMjClIb4gUgnq2YQYNkINNB3-I/s16000/Claudia%20Pi%C3%B1eiro%20-%20Betib%C3%BA.jpg" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Un amigo me prestó <b>Betibú</b>. Lo tuve meses en el estante de libros prestados sin hacerle caso, como si lo gris y oscuro de la portada, como si ese título que no alcanzaba a ser <b>Betty Boop</b>, anunciaran una lectura igualmente desangelada y triste. Al final, lo devolví sin leer y mi amigo, alarmado, me lo volvió a poner en la mano diciendo algo así como «¡Pero qué haces, hombre! ¡Con lo bueno que es este libro! Anda, llévatelo otra vez y ya lo leerás antes o después». Y con él volví a casa.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Tenía razón mi amigo, así que justo es comenzar esta reseña dándole las gracias.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La acción transcurre en <b>Argentina</b>, entre la redacción de un periódico en declive cuyo director intenta combatir al presidente argentino y una urbanización de lujo en la que hasta las moscas deben pedir permiso y someterse a registros para entrar (por si pretenden hacerlo con malas intenciones) y para salir (por si han birlado algo). En ella, un señor adinerado ha abandonado este mundo degollado, como dos o tres años antes lo fue su esposa, nunca probada víctima del ahora finado. Se dice que el muerto se ha suicidado así, a lo bestia, no en plan obra de arte sino en plan charcutería. Es un asunto truculento, llamado a hacer las delicias de los lectores ávidos de carnaza, así que el director del periódico le da trato preferencial.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>¿En qué consiste ese tratamiento?</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Periodísticamente, en nada: el experto en estos temas, un experimentado periodista ya próximo a la jubilación, ha sido degradado a la confección de noticias tontas de sociedad, así que se hace cargo un jovenzuelo recién llegado que solo sabe buscar información en Google. Tan poca cosa es el pobre que en toda la novela no pasa de ser «el pibe de Policiales». Cierto es, no obstante, que Jaime Brena, el viejo periodista, le echa una mano, y a veces las dos, por lo que la novela tiene un componente de iniciación (el pibe), otro de desarrollo de la amistad (Brena y el pibe) y un tercero de aceptación de la vejez y realidad (Brena).</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ahora bien, en materia de espectáculo el periódico incluye entre su «información» los artículos no informativos, sino reflexivos de Nurit Iscar, apodada <b>Betibú</b> por los más íntimos, una escritora de poco más de cincuenta años que, tras conocer hace tiempo el éxito, vive una agónica época de vacas flacas tras haber cambiado de género y de registro pasando de la novela negra a la romántica (¿o romanticona?) inspirada en cierto idilio que conocerá quien lea la historia.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Nurit, <b>Betibú</b>, es «destinada» a un casoplón en la urbanización para tomar el pulso al vecindario y escribir con conocimiento de causa. Pero por allí pasa más gente: Jaime Brena, el pibe de Policiales, las amigas de Nurit, que tienen con ella una confianza extrema y andan vigilantes para meterla a la cama con alguien pero no con cualquiera, la parentela, un viejo comisario vieja fuente de Brena… Y a partir de estos encuentros, de datos dispersos de apariencia casual y de otras zarandajas la investigación periodística consigue llegar más lejos de lo previsto en lo que resulta ser casi una novela negra de salón, un puzzle entretenido y verosímil dentro de lo irreal del planteamiento, y por momentos brillante, en la que cada personaje está tan perfectamente definido que no hay puntos confusos ni de fricción. Cada uno es como es y como debe ser, y hay historias personales suficientes (algunas con un conflictivo pasado común) como para que la novela no sea solo un misteriete a resolver.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Con un ritmo en lento pero en constante <i>crescendo</i>, la acción desemboca, ya a velocidad de desenlace, en lo que parece el final más lógico, aunque a falta de las páginas suficientes para intuir alguna sorpresa que haga honor al habitual reclamo de que nada es como parece. Una gran novela de intriga escrita con multitud de giros argentinos y en la que el lector pronto coge la dinámica necesaria para seguir sin problemas la por muchos odiada técnica de no separar e identificar los diálogos con los signos de puntuación correspondientes.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Seguiré leyendo a <b>Claudia Piñeiro</b>.</span></span></p><p><span style="white-space: pre;"> </span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-85103804353584874082024-01-26T07:30:00.001+01:002024-01-26T07:30:00.167+01:00De profundis – José Cardoso Pires<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4jfzDCRQzZH5W40cmL_NQa4HGmZ-XDJHv8LnH57BjFZbMQuNO-Mzt6pQOfFRRNvywVmI2lzdVwok_6gferma3aNOP_qLy6TKAGLlj-S_cI88j5Z-iSQZ9CvydJgIwi2yrh90AEtTR8DJjvKySz3jPZWvNnZ_S4oSfZKLcLspE_4AP45CWPgOIqUde9o4v/s865/Jos%C3%A9%20Cardoso%20Pires%20-%20De%20Profundis.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="865" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4jfzDCRQzZH5W40cmL_NQa4HGmZ-XDJHv8LnH57BjFZbMQuNO-Mzt6pQOfFRRNvywVmI2lzdVwok_6gferma3aNOP_qLy6TKAGLlj-S_cI88j5Z-iSQZ9CvydJgIwi2yrh90AEtTR8DJjvKySz3jPZWvNnZ_S4oSfZKLcLspE_4AP45CWPgOIqUde9o4v/s16000/Jos%C3%A9%20Cardoso%20Pires%20-%20De%20Profundis.jpg" /></a></div><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> El escritor portugués <b>José Cardoso Pires</b> sufrió, uno o dos años antes de morir, un accidente cerebrovascular que lo dejó sin habla, sin memoria y sin capacidad para leer y escribir. Por fortuna, pronto se recuperó, y dejó constancia de la experiencia en esta breve obra que se lee de una sentada o, como ha sido mi caso, en dos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Antes de añadir nada más, me permito avisar que la foto que ilustra esta reseña tiene una finalidad humorística, dado el título, nada mejor que acompañar la profundidad de las emociones con las esencias de la buena vida, para no olvidar nunca que lo más inteligente que podemos hacer con la vida es vivirla como mejor sepamos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> La obra tiene tres partes. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> La primera, el prólogo de <b>Lobo Antunes</b>, algo enrevesado, en cuyo humor se aprecia la gratitud al amigo que lo fue más gracias a la enfermedad y, sobre todo, el alivio de la recuperación.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> La segunda, la narración de <b>Cardoso Pires</b> en la que cuenta la manifestación de la enfermedad y, sobre todo, su consecuencia: su desaparición y la aparición de «otro» que no era él, que no era nadie pero era, ambos solo unidos, en contadísimos y fugaces instantes, por unos pocos chispazos de recuerdos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Y, tercera, la recuperación, en la que se aprecia no poco humor motivado, creo yo, al igual que en el prólogo de <b>Lobo Antunes</b>, por la alegría y el alivio de haber superado tamaño trance.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Un librito interesante, en el que la idea de lo poco que separa la salud de la enfermedad y la muerte puede resultar esperanzador o descorazonador, según la experiencia de cada lector.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><div style="text-align: justify;"><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-36817691278787933522024-01-23T07:30:00.005+01:002024-01-24T10:57:01.648+01:00Ojos de agua – Domingo Villar<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiT1SyVmDEuOPM5HqNJEcGcNhRwKK1wl6Z9tg7_6tqzjkCdjjV2k1e6d-erlKVS3AIWFSsJTP0asSX-mFJrTitiiI2Budldksi9fkDzTyXSwicJcg-TgtziwdF144SsD3aybiUN1NnmU8bmZOFH9ucwkL4XsSd5-G7MSedRcaHN-PdiuabO_5uqTH13twzy/s933/Domingo%20Villar%20-%20Ojos%20de%20agua.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiT1SyVmDEuOPM5HqNJEcGcNhRwKK1wl6Z9tg7_6tqzjkCdjjV2k1e6d-erlKVS3AIWFSsJTP0asSX-mFJrTitiiI2Budldksi9fkDzTyXSwicJcg-TgtziwdF144SsD3aybiUN1NnmU8bmZOFH9ucwkL4XsSd5-G7MSedRcaHN-PdiuabO_5uqTH13twzy/s16000/Domingo%20Villar%20-%20Ojos%20de%20agua.jpg" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Tanto y tan ardientemente me ha recomendado las 712 páginas de <b>«El último barco»</b>, tercera y última novela del prematuramente fallecido <b>Domingo Villar</b> (1971-2022), que para hacerlo bien he decidido comenzar por el principio y leer antes las dos primeras novelas de la saga, para conocer así los protagonistas: el inspector de policía gallego <b>Leo Caldas</b> y su ayudante, un aragonés bastante bestiajo llamado <b>Rafael Estévez</b>.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Pero antes de hablar de <b>Ojos de agua</b> quiero mencionar que, sin haber leído hasta ahora nada de <b>Domingo Villar</b>, había algo en él que me atraía, que me hacía creer que era «de los míos»: su nula prisa por publicar me hacía pensar (y por lo que he oído creo no equivocarme) que estaba más preocupado por escribir bien que por el éxito de ventas, de ahí que entre esta su primera y breve novela pasaran tres años hasta la segunda (mucho tiempo para la voracidad del mundo editorial) y nada menos que una década entre la segunda y la tercera, periodo que incluyó el aviso de publicación y la retirada del libro porque <b>Villar</b>, muy perfeccionista, no acababa de estar satisfecho con el resultado. Y yo, qué voy a contar, me rindo siempre ante la coquetería intelectual del mismo modo que me rebelo frente a los escritores que aprovechan cualquier éxito para bajar su propio listón y matarse a vender <i>fast food</i>.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>He leído que la segunda novela, <b>La playa de los ahogados</b>, fue «la de la confirmación», y bien puede que sea así (lo sabré en cuanto termine de leerla, porque ya la he comenzado), porque esta primera, <b>Ojos de agua</b>, relativamente breve (187 páginas) más parece una novela de iniciación que una obra para recordar.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En <b>Ojos de agua</b> ocupa un especio relevante la presentación del protagonista, <b>Leo Caldas</b>, y su entorno: la familia, las ausencias, los lugares, su modo de vida, su temperamento… como si el autor tuviera conciencia (digo yo que la tendría) de estar comenzando una saga. Menos nítido aparece su ayudante, solo definido por su temperamento expeditivo y colérico.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><b>Ojos de agua</b> echa mano de muchos recursos del género negro en la modalidad «jarrón veneciano», que diría <b>Julián Ibáñez</b>. Por ejemplo, el fiambre que se ofrece al lector para abrir el apetito aparece en una isla frente a Vigo, <b>Toralla</b>, a la que solo se puede acceder por una carretera, que además está controlada por guardas de seguridad, lo que conduce a pensar en un número limitado de sospechosos, un poco a lo <b>Agatha Christie</b>. Otro recurso clásico, que no voy a explicitar para no reventar nada, es el manido «nada es como parece» o, dicho de otro modo, el lector es conducido con el anzuelo de la lógica, pero no según los designios del investigador, sino de… Bueno, ya lo verá quien lo lea. Y, por último, <b>Villar </b>echó mano en esta novela de otros topicazos del género: el crimen truculento que avisa de algo anormal, el asesinos que deja mensajitos como si el crimen fuera un juego, el jefe gruñón y malhumorado más preocupado de su silla que de su trabajo, los bares o restaurantes refugio que tantos y tantos detectives novelescos tienen (y que aquí, parece ser, son reflejo de lugares reales), cierta quijotesca dicotomía entre el poli bueno (Caldas) y el malo (Estévez), la aparición de ricos soberbios, poderosos e influyentes, los turbios secretos y secretillos personales y familiares… y, sobre todo, el recurso, bastante frecuente en las últimas décadas, a sacar a los protagonistas de los entornos urbanos tradicionales en las grandes ciudades para situarlos en lugares menos comunes, menos conocidos (la imaginaria <b>Vigàta</b>, el también imaginario <b>Three Pines</b>, <b>Venecia</b>, <b>Trieste</b>…) y por tanto con un plus de atractivo por lo desconocido del lugar y de la idiosincrasia de sus habitantes: <b>Vigo </b>y su entorno son lo bastante bonitos y peculiares como para asumir buena parte del protagonismo de la historia.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Mezclando todo eso <b>Domingo Villar</b> fue capaz de articular a los 35 años, y partiendo del asesinato de un saxofonista de jazz, una novela con personalidad propia, pero no avasalladora; bien narrada, bien construida, en la que conocer a la víctima sirve -no es muy imaginativo- para buscar al asesino, con personajes que se hacen querer.. Una buena obra que no es una gran obra probablemente porque carece de recursos originales y fue menos trabajada que las siguientes, o esa impresión tengo. Como si <b>Ojos de agua</b> hubiera sido para el autor una prueba. La de saber si era capaz de escribir novela negra. La respuesta fue afirmativa, y espero que causa de que en las novelas siguientes pusiera mejor empeño. El que le ha dado la fama. En él confío para leerlas. La segunda, ya le he empezado, y es muy diferente, para mejor.</span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-81477445526074657902024-01-19T07:30:00.001+01:002024-01-19T07:30:00.146+01:00El hombre invadido – Gesualdo Bufalino<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9WLbzOjLOAdVxiP99QllvsYtBPRk80M0WC7kNwwYIzY0LKt7EuBFG3aEPKHZH0NfkS-SQnnYbKm4uc0h5NB_7PxVGyyhgFp5FDP_8WrvC4Ko_XjTtpJs9BxmHMSo18cV0BeNMYUHlLgCBfr1_1zSWwrDMmu2GnT-cj0wIEREnKnggONLZvqGgu1X5TQ4E/s933/Gesualdo%20Bufalino%20-%20El%20hombre%20invadido.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9WLbzOjLOAdVxiP99QllvsYtBPRk80M0WC7kNwwYIzY0LKt7EuBFG3aEPKHZH0NfkS-SQnnYbKm4uc0h5NB_7PxVGyyhgFp5FDP_8WrvC4Ko_XjTtpJs9BxmHMSo18cV0BeNMYUHlLgCBfr1_1zSWwrDMmu2GnT-cj0wIEREnKnggONLZvqGgu1X5TQ4E/s16000/Gesualdo%20Bufalino%20-%20El%20hombre%20invadido.jpg" /></a></div><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La heterogeneidad de los relatos contenidos en <b>El hombre invadido</b> hace complicado escribir esta reseña, porque lo único que tienen en común es su enorme calidad literaria, que puede verse en el dominio del lenguaje, en lo elegante y pausado de la expresión, en la profundidad de las ideas y en la rapidez y precisión con que se llega a ellas, y, también, en las numerosas referencias culturales, tan abundantes que harán que más de un lector no acierte a identificar ni a valorar unas cuantas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Dicho lo cual, los personajes son muy distintos, de <b>Georgias </b>a Jack el <b>Destripador</b> y muchos más que ahora mismo no me vienen a la cabeza, unos están inspirados en personajes ficticios y otros en personas reales, hay relatos muy serios y otros casi humorísticos, finales efectistas y otros planos, y, como lógico colofón, se diría que cada relato tiene su razón de ser y su objetivo y que lo único que los une en mismo volumen es su filiación.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>¿En resultado? Un libro a la vez agradable y complicado de leer. Agradable, porque todos los relatos son, como ya he dicho, de altísima calidad. Complicado, porque la heterogeneidad afecta a la continuidad de la lectura. Yo cometí el error de leerlo de corrido. Si tuviera que hacerlo ahora, lo simultanearía con otras lecturas: un día leería un relato; otro día, otro; tres más allá, el siguiente… Así hubiera evitado la sensación de estar y no estar al mismo tiempo. O de estar en veinte sitios a la vez sin sentir los pies en ninguno.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-58987477439331018132024-01-16T16:33:00.000+01:002024-01-16T16:33:34.031+01:00Un asunto demasiado familiar – Rosa Ribas<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNZdwY9PCVJUmzkE9vJZAa2RpwTbKXBXwUSMcdx4Rzqx3DmH39jzVCXco61jZJf-0SOxDd0Qtiw53StPkWmGza4Y4oVddGB_reN5rz5tos-37bm9v5KxZxucJwYa9IjDIjSYFsKbZ4-1JXQ2G7QbD8zK8tCVCYNrcVboxUHqR7VBe4f0FFT_qOzCnDQJFy/s933/Rosa%20Ribas%20-%20UN%20asunto%20demasiado%20familiar.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNZdwY9PCVJUmzkE9vJZAa2RpwTbKXBXwUSMcdx4Rzqx3DmH39jzVCXco61jZJf-0SOxDd0Qtiw53StPkWmGza4Y4oVddGB_reN5rz5tos-37bm9v5KxZxucJwYa9IjDIjSYFsKbZ4-1JXQ2G7QbD8zK8tCVCYNrcVboxUHqR7VBe4f0FFT_qOzCnDQJFy/s16000/Rosa%20Ribas%20-%20UN%20asunto%20demasiado%20familiar.jpg" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Que cada libro tiene su momento es algo que jamás he dudado, y este es un buen ejemplo: lo compré cuando salió, ha estado tres o cuatro años sin que le hiciera caso y, de pronto, no me preguntéis cómo, ha exigido ser leído. Y lo he disfrutado.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y además me ha sorprendido, porque por algún motivo (o la publicidad fue mejorable o, cosa bastante probable, no me enteré bien) pensaba que <b>Un asunto demasiado familiar</b> tenía toques de humor. Pues no: es posible que el apellido «Hernández» no tenga el pedigrí de «Marlowe», o que la empresa familiar afectada por las rarezas de toda la parentela no tenga el glamour de los investigadores de élite de un cuerpo policial, pero <b>Un asunto demasiado familiar</b> es también un asunto muy serio, que muestra las cosas desde un ángulo poco frecuente: lo cotidiano desconocido.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Por esto y por algunas cosas más, se trata de una novela ambiciosa. Y bien resuelta. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El asunto demasiado familiar del título alude a la desaparición de una de las hijas del protagonista, <b>Mateo Hernández</b>, un detective privado con sede en el barrio obrero de Sant Andreu, al norte de <b>Barcelona</b>, lindante con Santa Coloma de Gramanet. Un detective, también, de juventud descarriada, en cuya empresa prestan servicios otro hijo y la hija que acaba de volver a casa tras separarse. Colabora también un tal Ayala, hombre eficaz y expeditivo. Completa el cuadro la esposa, cuya salud mental es manifiestamente mejorable y, en la vivienda de enfrente en el caserón que habitan con un jardín-huerto en medio, la tía.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La novela es en parte engañosa, porque comienza con un encargo que parece destinado a conducir la acción cuando, en realidad, la autora lo utiliza para hacer una larga y cuidadosa presentación de los miembros de la familia. Hay tantos y la situación de cada uno es tan compleja que se agradece este modo de conducir pausadamente al lector hasta las profundidades de la familia, en lugar de intentar zambullirlo en pocas páginas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Cuando ese caso es resuelto, queda tanto texto por delante que parece un reto. Si algún lector se ha dejado llevar demasiado por ese primer enigma, quizá tenga la impresión de que le están contando dos historias sucesivas, pero no es así. Son dos historias simultáneas, pero de distinta duración, una de las cuales sirve de lanzadera de la segunda.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y esta segunda… Bueno, a mi juicio es planteada y resuelta de un modo brillante. Planteada porque no es sino hacia mitad del libro cuando aparece con toda su fuerza, tomando el relevo del primer caso; y resuelta, por lo ingenioso de lo ocurrido.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Una buena lectura que me va a llevar, más pronto que tarde, a seguir con el resto de la saga.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-49296266893455606392024-01-10T07:30:00.004+01:002024-01-10T08:58:19.266+01:00Lecciones de química – Bonnie Garmus<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDpsSV6fPGnQTFP_h8wrfWFAqyVe9NWLQSOfHoacWjbsF5BCSnrP7bGSbg8r01cVWJxLz70u0WdLGUiXr2FbNafVSCknmxPMIZAkNE3DoWoejx6ZlwjyhUYC7QLAz1Qye24RqX-mhEM2s89dzEpfHSwP_y8OWO5xiyESb5yMf1M9vi-78nz9pWiUJQEM2d/s825/Lecciones%20de%20qu%C3%ADmica%20-%20Bonnie%20Garmus.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="825" data-original-width="631" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDpsSV6fPGnQTFP_h8wrfWFAqyVe9NWLQSOfHoacWjbsF5BCSnrP7bGSbg8r01cVWJxLz70u0WdLGUiXr2FbNafVSCknmxPMIZAkNE3DoWoejx6ZlwjyhUYC7QLAz1Qye24RqX-mhEM2s89dzEpfHSwP_y8OWO5xiyESb5yMf1M9vi-78nz9pWiUJQEM2d/s16000/Lecciones%20de%20qu%C3%ADmica%20-%20Bonnie%20Garmus.jpg" /></a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><b>Lecciones de química</b> es la primera y, que yo sepa, única obra de <b>Bonnie Garmus</b>. Un exitazo internacional, lo cual me hace comenzar por el final, por los agradecimientos. Cualquiera que los lea y vea la legión de gente implicada en la promoción y lanzamiento de este libro comprobará que su éxito no ha sido casual, sino tan programado como máximo se pueda programar cualquier éxito literario. En ocasiones esto puede ser una crítica: como los grandes grupos editoriales tienen capacidad para decidir cuál de sus títulos va a tener más éxito de ventas antes de que haya pasado por las manos de un solo lector, a veces endilgan a sus lectores librillos bastante flojos, por no decir auténticas birrias, confiando en que, si por chiripa el texto gusta, el éxito literario sea apabullante y, si no, se quede en «éxito» de mercadotecnia. Por supuesto, esos títulos no son elegidos al azar; lo que quiero decir es que, por supuesto también, no siempre pueden elegir entre textos con garantías, y de ahí la necesidad de dar trabajo al azar.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Pero hay casos, como yo diría que es este, en los que el esfuerzo promocional tiene una buena excusa o, lo que es lo mismo, menos componentes dejados al azar: hacía falta ser muy tonto para no darse cuenta de que <b>Lecciones de química</b> tenía enormes posibilidades de gustar a un público amplísimo en un montón de países, dada su temática y los recursos que utiliza. Así ha sido: publicado por primera vez en Estados Unidos en enero de 2022, muy poquitos meses después ya estaba en traducido a varios idiomas y en un sinfín de librerías. Raro es el lector que habla mal de este libro, y no seré yo quien lo haga</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>¿Por qué <b>Lecciones de química</b> es una novela tan atractiva?</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Primero</i>, por la protagonista, omnipresente en todas sus páginas: <b>Elizabeth Zott</b> es, a principios de la década de 1950, cuando comienza la historia, una mujer admirable: tiene juventud, cultura, una inteligencia aguda y un ánimo despierto, es química y tiene una acusada vocación investigadora, y posee un atractivo seductor del que no hace caso porque, por encima de todo, tiene una personalidad arrolladora cuya única voluntad es la de vivir su vida conforme a sus propios gustos y ambiciones.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Segundo</i>, porque el cariño del lector hacia un personaje guarda relación directa con las tribulaciones que éste afronta, y, no digamos ya si además son injustas. Y Elizabeth Zott, que además se ha sobrepuesto con brillantez y esfuerzo a unos orígenes complicados y hasta odiosos, se enfrenta a un montón de problemas e injusticias, todos con una misma causa.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Tercero</i>, porque el personaje protagonista se sabe rodear de otros personajes a su modo tan perdedores y heroicos como ella: su propia hija, capaz de desarrollar una inteligencia y unas facultades fuera de lo común para una renacuaja de su edad; el perro que acoge, listo de por sí y sabio gracias a su dueña; un marido brillante en lo profesional y desastroso en todo lo demás, especialmente en las relaciones humanas; la vecina generosa con problemas matrimoniales; o el bienintencionado productor televisivo sobrepasado por cuanto le rodea.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Cuarto</i>, porque frente a los buenos están los malos. Y cada personaje es claramente o lo uno o lo otro. Para el lector tomar partido no es fácil, es inevitable. Además, los malos son más mezquinos que inteligentes, lo que sitúa el combate no en el terreno de la lucha de habilidades sino en el de la justicia y la injusticia: ¿cabe mayor injusticia que el triunfo de unos malos que, para colmo, son torpes, mediocres y jactanciosos? No. ¡Nada puede causar más desazón que ese triunfo! Por eso, y gracias a lo burdo y descarado de esa maldad, el lector no deja de esperar que la justicia, de tal evidente como le resulta, brille en cualquier momento.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Quinto</i>: el entorno. Hay tres escenarios muy atractivos: el de la investigación científica puntera, el del éxito mediático y el lado oculto de ambos: la vida doméstica de sus protagonistas, con todos sus brillos y miserias.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Sexto</i>: como <i>leiv motiv</i> de la acción, a la <b>duda </b>de si triunfará la justicia se une el <b>misterio</b>, traído a la novela de la mano de los orígenes de un personaje muy presente al principio y que nunca llega a irse: el joven y deslumbrante investigador Calvin Evans. Un tipo que antes de los treinta años ya suena como candidato al <b>Nobel</b>. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Séptimo</i>: el <b>humor</b>. Todo está narrado con una pátina de humor (basado en el cariño a la protagonista y a su entorno más cercano) que mueve a la sonrisa cuando los estrafalarios héroes afrontan y superan los problemas y a la frustración y la melancolía cuando les llueven los palos. El humor es importantísimo en este libro, porque si bien el lector se solidariza con la temperamental protagonista gracias a las injusticias que sufre y a su capacidad de superación, no es menos cierto que Elizabeth Zott es –en defensa propia o, más bien, en defensa de sus principios- también una pequeña dictadora que no duda en hacer de su capa un sayo sin respetar la voluntad, por ejemplo, del pequeño productor local que se ha jugado en ella el dinero de la productora y hasta su puesto de trabajo. Sin ese humor, el personaje quizá sería visto de un modo más amargo y menos amable.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Octavo</i>, porque Elizabeh Zott alcanza el éxito gracias a ser ella misma. No el éxito que ella busca, pero sí el éxito que busca la autora: que se le reconozca al personaje su valía por lo que es. ¿Cómo no sentirse identificado por alguien cuya única referencia de éxito es ella misma? ¿Acaso alguien aspira a ser juzgado por una vara de medir distinta de su propia personalidad? Que la valía triunfe incluso allí donde no tenía previsto aparecer, consuela y anima.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><i>Noveno</i>, porque Elizabeth Zott es una rebelde que lucha contra la sociedad. Como <b>don Quijote</b>, es ella contra el mundo por una buena causa. Y qué atractiva es la rebeldía, ¿eh? Elizabeth-Quijote es tan consecuente en sus convicciones que es capaz de luchar incluso contra su propio éxito no buscado. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y, <i>décimo</i>, con lo que llego al meollo del argumento, el cual, unido a lo que llevo dicho, sin duda justifica el éxito de esta novela: ¿Cuál es el origen de todos los males de Elizabeth Zott? </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El <b>machismo</b>.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Es decir, un asunto de la máxima actualidad, que implica a todo el mundo y en el que todos podemos reconocernos unas veces en el lado bueno y otras en el malo. Unas veces por acción, otras por omisión; unas por convicción buena o mala, y otras por conformismo siempre malo.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Al transcurrir la acción en la década de 1950 y los primeros años sesenta, momentos en los que rol social de la mujer no era, ni de lejos, el actual, <b>Bonnie Garmus</b> consigue mostrar el machismo de modo <b>natural </b>(y <b>esta naturalidad creo que es la esencia del libro</b>) creando una protagonista que, simplemente, quiere ser una mujer normal según los parámetros actuales, pero hace setenta años. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>No hacen falta muchas líneas para dejar claro que tal ambición en esa época es, en realidad, una osadía de satisfacción que parece imposible: la mujer está relegada al hogar o, en el mejor de los casos, a labores secundarias y no reconocidas; es un mero apéndice profesional del que los hombres pueden servirse; está sometida a una dictadura moral que contrasta con la laxitud ética que los hombres se reservan, lo que facilita, por ejemplo, las agresiones sexuales; no pueden moverse sin topar con una muralla y todo el sistema confluye, al final, en que las mujeres no solo carecen de voz para reivindicarse sino también para protestar. De hecho, la protesta se suele volver en su contra, agravando los problemas y estimulando, por tanto, la sumisión.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>A ese mundo se enfrenta la protagonista, con una actitud decidida, desafiante y rebelde. Y ese mundo le depara sopapos sin fin, lo que provoca el afecto y la solidaridad del lector; tantos y tan intensos sopapos recibe Elizabeth Zott que parece rendirse (y entonces el lector se angustia) pero, como digna protagonista de una epopeya, su capacidad es tanta que sale a relucir incluso en las circunstancias más desfavorables. El triunfo allá donde no quería estar (porque quien vale, vale) es lo que, finalmente, abre las puertas al éxito buscado y por supuesto merecido.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El camino a la cumbre rara vez es el más recto. Este libro nos cuenta, con habilidad y humor, que los obstáculos a sortear incluyen, para la mitad de la población, a una parte considerable de la otra mitad.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Y concluyo por el final, no para contarlo sino para señalar que quizá sea lo menos logrado: un tanto peliculero y sensiblero, cuya única virtud es la de permitir dar un rápido vuelco a la situación para encarrilar la historia hacia un desenlace sin sabor amargo. Más bien, a mi juicio, tan justiciero y dulzón que pierde la naturalidad a la que antes he aludido. </span></span></p><div style="text-align: justify;"><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-52704301102446779142024-01-01T07:30:00.001+01:002024-01-01T07:30:00.144+01:00La naturaleza de la bestia – Louise Penny<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilL_G1DFtO02RUOhe_VlX33_OI_2UOgX5IprUyFUlKidxYc-rsnWfV3_OpIUuBX3IRLkoyFTlyOhhueVhBT_o69OJwwSGoBGbXojWjo9Sp2_oi-mPcITx5hEyDOz_ePGMnAKdV9qVC4irGPTAiXf5jYZME-3o9mxlo8K-Km0QeskNMg6vrwq-HNTKoStfq/s700/Louise%20Penny%20-%20La%20naturaleza%20de%20la%20bestia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="483" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilL_G1DFtO02RUOhe_VlX33_OI_2UOgX5IprUyFUlKidxYc-rsnWfV3_OpIUuBX3IRLkoyFTlyOhhueVhBT_o69OJwwSGoBGbXojWjo9Sp2_oi-mPcITx5hEyDOz_ePGMnAKdV9qVC4irGPTAiXf5jYZME-3o9mxlo8K-Km0QeskNMg6vrwq-HNTKoStfq/s16000/Louise%20Penny%20-%20La%20naturaleza%20de%20la%20bestia.jpg" /></a></div><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Comienzo la reseña entonando el <i>mea culpa</i>: el argumento me parecía inverosímil (en el sentido de irreal), aunque como buena escritora <b>Penny </b>siempre escribe con verosimilitud sobre lo irreal, como es el caso, pero he aquí que, al llegar al final y ver lo que cuenta la autora, supe que estaba equivocado, y tras buscar someramente en internet comprobé que el peliculón que yo había atribuido a la imaginación y a la osadía más que generosas de <b>Louise Penny</b> respondía, en realidad, a la historia de una persona de chicha y osamenta, <b>Gerald Bull</b> (1928-1990), ingeniero canadiense al que le dio por desarrollar cañones como catedrales, con clientes más que dudosos, en lo que se denominó «Proyecto Babilonia».</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfQZVTYKyJXvjgp05bTLd1T39Od1Ifs8mkF78JZpyQmvI1SLHWQQrs7CbOgEcnZzItLYyLT4JsYLBpQ5-lfUHQji4iL45vOBoaVdTOhyphenhyphennFqSb9WJQ2dVG1RoaI6sZkQpD4kOa-I31Mh04-2eHbHDLYDfTc0AsMzC2nhHkkEnsjB-giselN7vM9xhzMIVAV/s700/khjk.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="581" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfQZVTYKyJXvjgp05bTLd1T39Od1Ifs8mkF78JZpyQmvI1SLHWQQrs7CbOgEcnZzItLYyLT4JsYLBpQ5-lfUHQji4iL45vOBoaVdTOhyphenhyphennFqSb9WJQ2dVG1RoaI6sZkQpD4kOa-I31Mh04-2eHbHDLYDfTc0AsMzC2nhHkkEnsjB-giselN7vM9xhzMIVAV/s320/khjk.jpg" width="266" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El ingeniero canadiense Gerald Bull</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Pero centrémonos en la novela.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Volvemos a <b>Three Pines</b>, el pueblecito olvidado de la mano de Dios, de los cartógrafos, de los señores que ponen las señales en las carreteras y hasta de los ferrocarriles canadienses, que una vez llevaron allí una vía no para que pasara ningún tren sino, al parecer, para pasar el rato; un lugar que no aparece en los mapas pero que, con cada libro de <b>Penny</b>, parece más y más grande. Tiene iglesia, una antigua estación reconvertida en parquecillo de bomberos, escuela, teatro, hostal, tiendas… Aislados del mundo, de internet, de todo, y rodeados de bosque denso, salvaje y también bucólico. En este paraíso perdido un renacuajo fantasioso ha desaparecido, por lo que <b>Armad Gamache</b>, ya un jubilado dedicado a rascarse la panza bajo los pinos que dan nombre al lugar, toma en el asunto las cartas que generosamente le dejan sus antiguos colegas de la <i>Sûreté du Québec</i> (una especie de Guardia Civil).</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La cosa se va liando porque las trolas que contaba el niño conviven, por otro lado, con la obra de teatro amateur que se va a representar, obra cuyo autor -desconocido- puede ser un tipo de lo más indeseable, por no decir pavoroso. Un tipo tan deleznable que nadie tiene más ganas de verlo que de sufrir un infarto, y que da a <i>monsieur </i>Gamache tal repelús que más parece una alergia mortal.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Añadamos cierto pequeño aparatito que es localizado en las cercanías del pueblo -porque esos bosques dan hasta para ocultar a portaaviones enteros en cualquier recodo- y con todo esto tenemos el mejunje con el que <b>Louise Penny</b> ha cocinado una de la novelas más interesantes y al mismo tiempo extravagantes de la saga.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center; white-space: normal;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijE58hsTLfHgR-fLR2A0GzPMwDhK0m0USdVaa6nceekUOX-BlfaP7DLHxDPFEtXHiYJTLFULgWnfiMq95E3M6nA0Zkn6wWcLB43N-DvNsv1jYu64szEmq2K-Y6DW6rUnWVdJyX17lGZnvZimQfao0tmksGSzzbMSrrCosT8abnNdvWmrvZMaQsJMsNGiO4/s700/fds.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="519" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijE58hsTLfHgR-fLR2A0GzPMwDhK0m0USdVaa6nceekUOX-BlfaP7DLHxDPFEtXHiYJTLFULgWnfiMq95E3M6nA0Zkn6wWcLB43N-DvNsv1jYu64szEmq2K-Y6DW6rUnWVdJyX17lGZnvZimQfao0tmksGSzzbMSrrCosT8abnNdvWmrvZMaQsJMsNGiO4/s16000/fds.jpg" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">La Ramera de Babilonia, trasunto del Anticristo, también tiene su papel en la novela</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial; font-size: large;"></span></p><div style="text-align: center;"><br /></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Por cierto, la autora da, por primera vez si no me equivoco, una buena pista para situar <b>Three Pines</b>, al ubicarlo a poco más de treinta kilómetros de una localidad diminuta y fronteriza llamada <b>Highwater</b>. Desde ella, la frontera con Estados Unidos está a solo 2,3 kilómetros hacia el sur, de modo que la localización del ficticio <b>Three Pines</b> está en algún lugar de la casi semicircunferencia de diez kilómetros de anchura delimitada por dos radios de treinta y cuarenta que me he molestado en trazar para disfrute y solaz de quienes lean esta reseña y sean asiduos de <b>Gamache</b>. Hay otra pista, esta habitual: que la localidad está a unas dos horas de coche de <b>Montreal</b>, lo cual hace decantarse, con toda claridad, por el lado este la semicircunferencia. Aún así, en dos horas de coche te has salido hasta de la parte más al sudeste, así que me atrevo a afirmar que <b>Penny </b>planta sus tres pinos allá donde le da la gana en cada novela. Pero hale, a buscar el paraje inspirador.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8qGBPWupECS6bUidiwAZ8iQHSl9Davdov6Ce_cZZoJY_dBE82gLCeLZPbI7GgVhf8WpCWj9eYFSzVUwC1fTVRZ3HVNwEjMxv8g7eNVN0w7OIqrwn4HqoLYvEjw3AtYDLTUc9D84vVb8P_329YyaOAPLlNatCCirih654kx7qM4vxyt7xFsAn3olTT1ren/s1502/Three%20Pines.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="831" data-original-width="1502" height="354" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8qGBPWupECS6bUidiwAZ8iQHSl9Davdov6Ce_cZZoJY_dBE82gLCeLZPbI7GgVhf8WpCWj9eYFSzVUwC1fTVRZ3HVNwEjMxv8g7eNVN0w7OIqrwn4HqoLYvEjw3AtYDLTUc9D84vVb8P_329YyaOAPLlNatCCirih654kx7qM4vxyt7xFsAn3olTT1ren/w640-h354/Three%20Pines.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">La línea casi horizontal de abajo es la frontera entre Canadá y Estados Unidos. El ficticio Three Pines debería estar en la zona de abajo, a la derecha, entre las dos semicircunferencias. Pero no sé, no sé... Pulsad en la imagen para ampliarla.</span></td></tr></tbody></table></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Dicho lo cual, la novela, como he apuntado antes, es de las más interesantes de la serie: no solo es preciso localizar a los malos, pues <b>Three Pines</b> es el mundo menos plácido entre los plácidos mundos de ficción, y en sus alrededores no dejan de ocurrir sucesos, de aparecer cadáveres o de volatilizarse el personal, sino que, además, el lector se va a topar con una inesperada cantidad de buenos que no tienen por qué tener los mismos objetivos, con lo que algún bueno parece malo, si es que no lo es, amén de haber también un malo malísimo cuya mención parece evocar a Luzbel en persona y que no me extrañaría que reapareciera en alguna novela posterior. Al tiempo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Las tramas de <b>Penny </b>desembocarían en monumentales atascos sin la intervención de la diosa Chiripa, pero el mérito es que no se nota. Todo parece lógico y racional porque está organizado y bien dispuesto de antemano, de modo que la autora no improvisa. Y se nota. Eso le da ocasión de organizar también el ritmo, siempre suave, siempre pausado como el propio <b>Three Pines</b>, de cuidar el lenguaje, conciso y elegante, de dar entrada a las referencias al arte, en cualquiera de sus formas, en la trama, y de disfrutar de esa minúscula sociedad que forma un ecosistema aparte, donde todos comparten todo, o casi todo, sin dejar de ser ellos mismos. Forman, casi, una comunidad involuntariamente investigadora.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Intriga presente, misterios históricos, policía, espías, vecinos de aluvión que arrastran cada uno su propio pasado… Un cóctel de lo más atractivo que transcurre, en general, entre las confortables cuatro paredes del bistró y en los domicilios de los afables vecinos, todos siempre con el fuego encendido, con una gran taza de té caliente en las manos y a resguardo del descomunal fresquito que hace fuera, porque al comienzo de la novela está principiando un otoño que se parece mucho a nuestro invierno.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Una buena lectura para la temporada otoño-invierno.</span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-1664493576400774782023-12-16T13:34:00.003+01:002023-12-16T13:34:39.051+01:00Manifiesto por la lectura - Irene Vallejo<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8isVDB_IkX8h1xaWJ1Rq0vLGTL7_F_Ius0lcm7LVl0XLekJWP3iquyCrBOMGBkm2CnBO4ljacdrANehY2FcRmy4ju9EZdYutVTTY4V0_NavvEcdVuzsa-UNqYGFIQp0QIqoPg9bHgWE-q_ZAwhEslX9DeN55pp2oaG5JrahZvRHlXmWVPJ1FeCSQXZka1/s700/Irene%20Vallejo%20-%20Maniifesto%20por%20la%20lectura.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="525" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8isVDB_IkX8h1xaWJ1Rq0vLGTL7_F_Ius0lcm7LVl0XLekJWP3iquyCrBOMGBkm2CnBO4ljacdrANehY2FcRmy4ju9EZdYutVTTY4V0_NavvEcdVuzsa-UNqYGFIQp0QIqoPg9bHgWE-q_ZAwhEslX9DeN55pp2oaG5JrahZvRHlXmWVPJ1FeCSQXZka1/s16000/Irene%20Vallejo%20-%20Maniifesto%20por%20la%20lectura.jpg" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> En algún lugar leí que para apreciar el valor artístico de un cuadro no hace falta saber nada de técnica pictórica, ni de historia de la pintura, ni de nada. Basta con abandonarte a su contemplación con el único y sosegado ánimo de dejar fluir sentimientos y emociones. La intensidad del flujo te dirá si lo que tienes enfrente es arte o solo algo que, en el mejor de los casos, aspira a la perfección técnica.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Me pareció una idea cierta y maravillosa, y me lo siguió pareciendo tras preguntarme si mi entusiasmo no se debería a que me permitía sortear mi propia ignorancia. Pero lo cierto es que no: mi ignorancia sigue ahí, pero esa idea me permite disfrutar más y mejor de muchas cosas y minimizar el resquemor de pasar otras por alto.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Cuento esto porque lo fundamental de este <b>Manifiesto por la lectura</b>, redactado por <b>Irene Vallejo</b> a petición, en febrero de 2020, de la Federación de Gremios de Editores de España para pedir un «Pacto de Estado por la lectura y el libro», es lo que te hace sentir.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Las emociones que provoca este breve texto, que se lee en un ratito, son de enorme intensidad, al menos si quien lo lee es, como yo, un lector habitual. Las palabras de <b>Irene Vallejo</b> te hacen tomar conciencia de que llevas toda tu vida siendo una parte diminuta pero necesaria del todo ancestral del que forman parte los seres humanos de todos los tiempos y al que se incorporarán los futuros. Te hace sentir que tanto la escritura como la lectura, esas actividades que tantas veces asociamos a la soledad, porque se escribe y se lee en solitario, son en realidad el mayor nexo de unión entre personas, generaciones y épocas. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Somos, intelectualmente, resultado de todo lo que se ha hablado, escrito y leído. Todo texto es comunicación, lenguaje, y, por tanto, forma parte de lo que ha permitido al ser humano diferenciarse de otras especies, nos cuenta la autora. Habla de la capacidad para compartir ideas profundas a través del lenguaje. La lectura es el modo en que nos comunicamos con los seres humanos del presente y del pasado, como la escritura es la forma en que nos dirigimos a nuestros coetáneos y a quienes vivirán en el futuro fuera de nuestro alcance; la palabra escrita es, también, el modo de trasmitir las ideas más prolijas, de explicar y analizar con detalle nuestros miedos, ansias, aciertos, errores y esperanzas. Leer este manifiesto sirve para advertirlo y comprenderlo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Vuelvo al principio: todo lo que <b>Irene Vallejo</b> cuenta a través de estas páginas lo transmite directamente al corazón del lector. Sus palabras, más que saberlas o recordarlas, las sientes. Por eso este pequeño librito es, también, una obra arte. Una obra pequeña en su dimensión, pero tan grande como la sienta el lector.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p><br /></p>
<div style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" marginheight="0" marginwidth="0" sandbox="allow-popups allow-scripts allow-modals allow-forms allow-same-origin" scrolling="no" src="//rcm-eu.amazon-adsystem.com/e/cm?lt1=_blank&bc1=000000&IS2=1&bg1=FFFFFF&fc1=000000&lc1=0000FF&t=lyh0d-21&language=es_ES&o=30&p=8&l=as4&m=amazon&f=ifr&ref=as_ss_li_til&asins=B0CLJVSJWT&linkId=23405747a3a0c9984eb4474f5c5edcae" style="height: 240px; width: 120px;"></iframe></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-27116246713922294352023-12-11T07:30:00.000+01:002023-12-11T07:30:00.138+01:00El ancho mundo - Pierre Lemaitre<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoK-NdOMrorQkYS1Kxi7Ffugz6-BATGHxH6iZ9Dfm6SrCZSU1R0If8O1PIEbPbLzIDzxaSKR9bKS9mdyJGyvAlsgccB5qlqu198sSSiw_KJiqR9mtTpK25MpshLfDS0nlRh8_TRCzv8h3_okvB4cP_YF5vzQ65mwBN4t2-_QMtpUxotyfNHiILtBpqVcHc/s830/Lemaitre%20-%20El%20ancho%20mundo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="830" data-original-width="600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoK-NdOMrorQkYS1Kxi7Ffugz6-BATGHxH6iZ9Dfm6SrCZSU1R0If8O1PIEbPbLzIDzxaSKR9bKS9mdyJGyvAlsgccB5qlqu198sSSiw_KJiqR9mtTpK25MpshLfDS0nlRh8_TRCzv8h3_okvB4cP_YF5vzQ65mwBN4t2-_QMtpUxotyfNHiILtBpqVcHc/s16000/Lemaitre%20-%20El%20ancho%20mundo.jpg" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> <b>El Ancho Mundo</b> es un lugar de <b>Saigón </b>mencionado en la novela y en el que convergen diferentes oportunidades de ocio y vicio. Pero <b>el ancho mundo</b>, con minúsculas, es el escenario de esta novela. Lo digo con doble sentido. Primero, geográfico, porque transcurre entre <b>Beirut</b>, <b>Saigón</b>, <b>París </b>y hasta en algún pueblo francés. Y, segundo, personal, porque son tantos los protagonistas (en realidad, la protagonista es una familia), tan variados sus caracteres e intereses y tan diverso el modo en que afrontan la vida, que lo de ancho bien puede hacer referencia a la infinita variedad de personalidades que existen en el mundo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> <b>Beirut</b>. Finales de los años cuarenta del siglo XX. <b>Louis Pelletier</b> es un empresario francés que tiene en la capital del <b>Líbano </b>una fábrica de jabones. La empresa es su gran obra, y su vida es el jabón. En la empresa encuentra un cómodo y rentable modo de vida que, sin duda, facilitará la existencia de sus hijos cuando él ya no esté. O eso desea él. Con este buen señor conviven su mujer y sus cuatro hijos. O, al menos, convivieron hasta los momentos iniciales de la novela, porque enseguida sabemos que su hijo mayor se ha casado con la extraña hija del jefe de Correos. El siguiente dice que quiere irse a estudiar a <b>París</b>, aunque no parecen ser los estudios lo que lo atraen. El tercero no sabe lo que quiere pero sí a quién quiere, y está dispuesto a correr cuanto mundo sea preciso para estar a su lado. Y la joven benjamina tiene bastante genio, ganas de perder de vista a todos y algo no muy parecido a un romance, salvo por el sexo, con un profesor un tanto pervertido. Todos los hijos andan entre los 18 y los 30 años, aproximadamente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Basta lo dicho para comprender que el nido de los Pelletier se está quedando vacío, y que cada polluelo intenta volar a su manera, lo cual incluye no pocas triquiñuelas para evitar la eventual oposición de los padres. De este modo la historia se transforma en cinco (la del matrimonio y la cada uno de los cuatro hijos) que van evolucionando y, gracias a los lazos familiares, terminan convergiendo tras haber dado un insólito rodeo, no solo físico, por el ancho mundo. Entre medio, claro, se han relacionado con otros mil personajes y han sucedido un sinfín de cosas que han puesto patas arriba la vida de todos. Hasta qué punto la situación es o no remediable y cómo, lo sabrá quien lea esta larga novela que, pese a su longitud, es de lectura rápida y agradable.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> La complejidad de la acción no se percibe, debido a la maestría de <b>Lemaitre </b>a la hora de crear y explicar mundos. Aunque es compleja, parece sencilla. Y, además, cuenta con el lubricante de la pátina de humor que recorre casi cada línea, apoyada unas veces en lo estrambótico de algunos personajes y muchas otras en la particular filosofía del cabeza de familia, la cual, por estar basada en la comprensión de anhelos y debilidades, conduce la historia por derroteros distintos a los que podían inspirar los temores de sus hijos. Otro efecto humorístico contundente es lo expeditivo de algunos personajes ante situaciones concretas e irreversibles. Y es que todos somos unos santos hasta que la conciencia te enfrenta al dilema de dejar de serlo o de dejar caer sobre los demás las aplastantes consecuencias de tu santidad.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Una última advertencia: he dicho que las historias de los personajes se separan para converger luego. No todas. En realidad, el lector verá cuál, hay una que se mezcla con el resto sin interferir, pero que tiene entidad y autonomía propia. El resultado es que en una pagina el lector está dudando de si se descubrirá a un asesino, en la siguiente se pregunta si el bueno de la película logrará sacar a la luz algo que nada tiene que ver con asesinato alguno y, en la de más allá, está preocupado por temas familiares que nada tienen que ver con los asuntos anteriores. Y es que <b>el ancho mundo da para mucho</b>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> La novela evoluciona quizá demasiado lentamente durante el primer tercio, para coger luego velocidad de crucero y acelerarse al final. Como en otras de sus obras, <b>Lemaitre </b>introduce <b>giros geniales</b> porque son a la vez inesperados e insólitos, pero también racionales (salvo uno, el del <i>papa </i>vietnamita, que parece una pirueta), de modo que nada queda forzado en la acción. En esta novela destacaría dos: los giros debidos a la peculiar afición del hijo mayor y al carácter caprichoso e imprevisible de su mediocre esposa y, sobre todo, algo que le atiza un soberano sopapo al corazoncito del lector que haya leído la primera entrega de la trilogía <b><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/search/label/Los%20hijos%20del%20desastre" target="_blank">Los hijos del desastre</a></b> (<a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2020/11/nos-vemos-alla-arriba-pierre-lemaitre.html" target="_blank"><b>Nos vemos allá arriba</b></a>). Este último giro abate todas las resistencias y peros que pudiera poner a esta obra cualquier lector de <b>Lemaitre</b>, al tiempo que, sin que lo advirtamos, nos cuenta y completa de modo maravilloso una historia más: una historia que comenzó en aquella novela y parecía terminada, y que aquí se convierte en una historia de tres décadas.. Quien lea <b>El ancho mundo</b> obtendrá una satisfacción adicional si ha leído <b>Nos vemos allá arriba</b>, pero no es imprescindible. El cariño que inspiran los personajes al lector hace el resto para conseguir que la lectura de este libro deje un sabroso sabor de boca.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><iframe frameborder="0" marginheight="0" marginwidth="0" sandbox="allow-popups allow-scripts allow-modals allow-forms allow-same-origin" scrolling="no" src="//rcm-eu.amazon-adsystem.com/e/cm?lt1=_blank&bc1=000000&IS2=1&bg1=FFFFFF&fc1=000000&lc1=0000FF&t=lyh0d-21&language=es_ES&o=30&p=8&l=as4&m=amazon&f=ifr&ref=as_ss_li_til&asins=B0CLJVSJWT&linkId=8ebe29db31ea99d28f3886a7805d0657" style="height: 240px; width: 120px;"></iframe></span></div><span style="font-family: arial; font-size: large;">
</span><p></p>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-64259624050649770092023-12-07T07:30:00.000+01:002023-12-07T07:30:00.149+01:00La Iglesia de Franco - Julián Casanova<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhi1d0uxUu7sLYTIKACarrz2SL7T4RcN39G7jA3V-wh4Gj8o-5ktZMZNz9AoJC748d7oQTh4oFtop85K9ZEAqhkpyau0Wbczr1VP-HyLKn27Yht4uKTsSSJTStTextZZ1BZjzFtitQcS1UXqpO43A9ii6DWBzxL7PMVESu4YhlZbo_yE7pO3pTsk0UfOPXa/s933/JUli%C3%A1n%20Casanova%20-%20La%20Iglesia%20de%20Franco.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhi1d0uxUu7sLYTIKACarrz2SL7T4RcN39G7jA3V-wh4Gj8o-5ktZMZNz9AoJC748d7oQTh4oFtop85K9ZEAqhkpyau0Wbczr1VP-HyLKn27Yht4uKTsSSJTStTextZZ1BZjzFtitQcS1UXqpO43A9ii6DWBzxL7PMVESu4YhlZbo_yE7pO3pTsk0UfOPXa/s16000/JUli%C3%A1n%20Casanova%20-%20La%20Iglesia%20de%20Franco.jpg" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large; text-align: left; white-space: pre;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Con cada libro de historia que leo soy más consciente de mi ignorancia y, también, como ya he dicho otras veces aquí, de que casi dos generaciones de españoles educados en la ignorancia y la desinformación solo pudieron dejar en herencia ignorancia y desinformación. Mitos y falsedades se perpetúan con una facilidad pasmosa y, en cuanto pasa algo de tiempo, son casi invulnerables porque cada día hay menos personas interesadas en acercarse a una verdad cada vez más lejana. Es una de las razones por las que la historia es apasionante. Y, puesto a repetirme, insisto en que al hablar de libros de historia me refiero a obras de historiadores profesionales, en general procedentes del mundo académico, y no a los seudohistoriadores caídos del cielo mediático y literario, que son a la historia lo que los hechiceros a la medicina.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>¿Qué analiza este libro?</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Vayamos por partes. De algún modo <b>Franco </b>traicionó (y dominó repartiendo y equilibrando cargos, poder y posibilidades de corrupción) a quienes en teoría, según la hagiografía oficial del régimen, fueron sus apoyos: <b>los generales</b> que impulsaron el golpe de estado al que él se apuntó en el último momento pretendían restaurar la monarquía, cosa a la que Franco fue dando largas durante lustros porque pronto fue evidente su voluntad de perpetuarse en el poder; otra pata de su apoyo, la <b>Falange</b>, también tenía motivos para sentirse traicionada, pues el régimen jugó con ella dándole más puestos que influencia, sin llegar a hacer realidad las aspiraciones de reforma del ideario falangista. En cambio, la tercera pata, la <b>Iglesia</b>, fue la única que en ningún momento cuestionó a Franco ni se sintió traicionada por él. Es más, cuando la II Guerra Mundial comenzó a inclinarse hacia los aliados, Franco, por miedo a la reacción internacional hacia un régimen nacido del apoyo militar y económico de <b>Hitler </b>y <b>Mussolini </b>(por quienes él había expresado un sinfín de veces su rendida admiración y agradecimiento), quiso alejarse de esas ideologías, y encontró la excusa de la religión: el suyo pasó a ser, oficialmente, un régimen de inspiración católica, y no de inspiración nazi o fascista. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El mutuo apoyo entre la Iglesia y el régimen se dio desde el primer segundo, facilitó el apuntalamiento del régimen ante la comunidad internacional, untó a Franco de la legitimación divina ante el creyente y así llegó hasta los años finales de la dictadura, y ello pese a que la guerra llevada a cabo por Franco no fue de ocupación sino de exterminio, como lo siguió siendo su política posterior, especialmente sangrienta en los primeros años cuarenta, cuando aún creía seguro el triunfo nazi en la contienda mundial.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Pero el libro no aborda solo la relación entre régimen e Iglesia. Dedica unas cuantas páginas, también, a la situación previa que la explica: al recelo, cuando no al odio, de la Iglesia a las nuevas ideologías procedentes de la revolución industrial, que habían tomando forma en la República; ideas que incluso se oponían a la República porque se les quedaba corta; ideas, que, en definitiva, suponían un peligro para el poder e influencia eclesial. El libro aborda también, por otro lado, el anticlericalismo surgido en el siglo XIX, alimentado hasta esa misma época por la deriva social y económica; un anticlericalismo que, al decir de algunos, tomó su fuerza del sentimiento de traición, porque ante la revolución social que supuso la revolución industrial la Iglesia no tomó partido por las nuevas clases menesterosas, como cabría esperar de su prédica, sino por la élite poderosa. Un anticlericalismo, en cualquier caso, aún insuficientemente estudiado, pero que en ciertos sectores sociales había calado de tal manera que desembocó, en los primeros meses de la guerra, en un sinfín de carnicerías a manos, sobre todo, de las milicias anarquistas y comunistas, las cuales exterminaron a casi 8 000 religiosos –fundamentalmente hombres- por el mero hecho de serlo. Estas carnicerías fueron de tal magnitud que han pesado como una losa en la influencia del anticlericalismo en España dificultando, cuando no impidiendo, su laicización.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>También deja claro este libro que la violencia que apadrinó la Iglesia no fue una respuesta a esas matanzas, sino que ambas violencias se superpusieron en el tiempo, hasta el punto de no poder afirmar nadie si una precedió a otra, porque los episodios violentos, las soflamas, las inyecciones de odio y los mensajes incitando a acabar físicamente con «el otro» son multitud y previos al inicio de la guerra. No digamos ya después.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Seguramente, la imagen por excelencia del apoyo eclesial a Franco es el privilegio de acceder a los templos bajo palio. Hasta ese momento solo la hostia consagrada recibía ese tratamiento. Es decir, solo Dios o sus representantes humanos, como el Papa, tenían ese derecho. Imaginad el mensaje que la Iglesia lanzó así a los fieles. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: normal;"> Y por </span>si alguien olvidaba que Franco era un enviado de la providencia, su efigie en las monedas iba acompañada de la leyenda (en ningún momento cuestionada o criticada por la Iglesia) C<i>audillo de España por la gracia de Dios</i>. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Los testimonios y documentos que acreditan lo que acabo de resumir son innumerables y aparecen siempre citados. Esto, inevitable en un libro de historia escrito por un historiador, es especialmente importante al tratar el tema que este aborda, porque la posición ante la Iglesia de mucha gente no es racional sino emocional, y hablo tanto de fieles como de anticlericales.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Entre las fuentes destaca el testimonio de <b>Gumersindo de Estella</b>, sacerdote que, ante su postura poco entusiasta a favor de la violencia contra <i>el rojo</i>, se convirtió en sospechoso de connivencia y marchó de Navarra para evitar que sus propios correligionarios lo mataran. Y aterrizó en Zaragoza, también controlada por el bando sublevado pero con menos influencia de las violentas milicias carlistas. Allí trabajó en la cárcel de Torrero asistiendo espiritualmente a la ingente cantidad de condenados a muerte que fueron fusilados en las tapias del cementerio (tapias, dicho sea para demostrar la intensidad de la barbarie, que hubo que reforzar porque tantos tiros recibieron a través de los cuerpos de los fusilados que las balas llegaron a atravesarlas y acabar en los nichos). Aquellas experiencias y las reflexiones de <b>Gumersindo de Estella</b> quedaron en un sobrecogedor diario que durante años fue fuente de información para historiadores y que fue publicado, ya en este siglo, por <b>Mira Editores</b>.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>La pretensión de <b>La Iglesia de Franco</b> es demostrar, y lo consigue, que el régimen de Franco, un régimen que practicó el terror como modo de mantenerse en el poder, contó con el apoyo de un estamento enormemente influyente y que ese apoyo tuvo por principal causa la conservación (e incluso aumento) de privilegios socioeconómicos y políticos. Obviamente, dados los valores que supuestamente pregona la Iglesia (el perdón, la reconciliación, el apoyo a los más débiles…) llama poderosamente la atención su doble y contradictoria moral, la cual queda diáfana en las páginas de este libro, aunque el autor no la enjuicia más allá de lo que supone ponerla de manifiesto a partir de los numerosos datos y fuentes existentes. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Como la pretensión del libro es analizar esos años de complicidad por la importancia que tuvieron para el mantenimiento del régimen y por lo que supuso en orden a los valores trasladados a la sociedad durante casi dos generaciones, apenas pasa de puntillas por los últimos años del franquismo, cuando ya había comenzado su descomposición, en los que la Iglesia oficial, de la mano, sobre todo, del cardenal <b>Vicente Enrique y Tarancón</b> («Tarancón, al paredón, clamó la ultraderecha en el funeral de <b>Carrero Blanco</b>, en el que <b>el ministro de Educación</b> negó el saludo al cardenal, que tuvo que salir por la puerta trasera para evitar agresiones), cambió, por fin, de rumbo.<span style="white-space: pre;"> </span></span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-16303349158615377252023-12-04T07:30:00.020+01:002023-12-04T09:19:05.948+01:00Diez libros que quiero leer <p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLFytTexDeBVQG4mFDmBUnHDwDGKnEWyzmNhfPQbTmHcA-xUVtVBgCshwnI2cVzxCLDDN9xOoE_q6w06sfW-NuEaRTDlgKfRgR8f91-klr2SlTWqUmtn-LfIqMTLrvFZCvqHzhObXINOtyoAsVDAiaP_Z_3BgOFzIB0HFHXZ3llTHebWlIRvGhfR5FI-Mc/s828/10%20deseados.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="401" data-original-width="828" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLFytTexDeBVQG4mFDmBUnHDwDGKnEWyzmNhfPQbTmHcA-xUVtVBgCshwnI2cVzxCLDDN9xOoE_q6w06sfW-NuEaRTDlgKfRgR8f91-klr2SlTWqUmtn-LfIqMTLrvFZCvqHzhObXINOtyoAsVDAiaP_Z_3BgOFzIB0HFHXZ3llTHebWlIRvGhfR5FI-Mc/s16000/10%20deseados.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Casi todos los años he escrito una entrada en el blog con los libros que estoy contento de haber leído a lo largo del año, que no es lo mismo que de los mejores, los peores o los más vendidos. Hace dos días lo volví a hacer. A alguien le puede servir para pescar lecturas y, además, así me uno a las escasas tradiciones literarias seudonavideñas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Pero lo que no he hecho nunca, y esta es la primera vez, es publicar una lista con libros que quiero leer. No supone una promesa de cara al año que viene, ni a mí mismo ni a nadie, porque bastantes veces he podido comprobar lo rápida e inesperadamente que a veces cambian los planes, pero sí es una manifestación de intenciones, las de ahora. Ojalá que si no se cumplen sea, simplemente, porque me ha dado la gana cambiarlas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Algunos de los libros ya los tengo en casa. Varios pretendía haberlos leído a lo largo de 2023, pero no ha habido ocasión y siguen esperando. Otros llegarán pronto.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> Aunque, por supuesto, más que leer los diez libros que voy a poner y muchos más, ahora mismo lo que más me gustaría es que fueran legión los lectores a los que en 2024 les apeteciera leer, y leyeran, «<b>La detención de los Reyes Magos</b>», lo cual, cachis, solo cabe confiar al siempre improbable boca a boca.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"> El enlace sobre cada título lleva a la web de <a href="https://amzn.to/3RscUIb" target="_blank">Amazon</a>, no para que compréis allí, sino por ser una web conocida y de fiar para todos. En ella podréis encontrar sinopsis, precios, ediciones y opiniones de otros lectores (pero cuidado con ellas). Luego, si caéis en la tentación, lo compráis donde os plazca.</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>Eduardo Mendoza</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/3T0Z5Sc" target="_blank">Tres enigmas para la organización</a></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>Haruki Murakami</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/3QVYdvr" target="_blank">De qué hablo cuando hablo de escribir</a></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>José María Eça de Queiroz</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/3QVrUNf" target="_blank">El primo Basilio</a></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>La Vecina Rubia</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/47U5Ycg" target="_blank">La chica del verano</a></span></p><p style="text-align: center;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>John Steinbeck</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/3GkucR1" target="_blank">Al este del Edén</a></span></p><p style="text-align: center;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>Antonio Muñoz Molina</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/415UAb2" target="_blank">El jinete polaco</a></span></p><p style="text-align: center;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>Joaquín Berges</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/46zepbM" target="_blank">El club de los estrellados</a></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>Miguel Delibes</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/49ZEUKy" target="_blank">Cinco horas con Mario</a></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>Domingo Villar</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/47V2cz6" target="_blank">Ojos de agua</a></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><b>Terry Pratchett</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><a href="https://amzn.to/47NIg0Y" target="_blank">Hombres de armas</a></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></p><div style="text-align: center;"><iframe frameborder="0" marginheight="0" marginwidth="0" sandbox="allow-popups allow-scripts allow-modals allow-forms allow-same-origin" scrolling="no" src="//rcm-eu.amazon-adsystem.com/e/cm?lt1=_blank&bc1=000000&IS2=1&bg1=FFFFFF&fc1=000000&lc1=0000FF&t=lyh0d-21&language=es_ES&o=30&p=8&l=as4&m=amazon&f=ifr&ref=as_ss_li_til&asins=B0CLJVSJWT&linkId=4757d509b6ada68679cda238bbaa2473" style="height: 240px; width: 120px;"></iframe></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-24116476466172062042023-12-02T07:30:00.007+01:002023-12-02T09:57:01.504+01:00Libros que me alegro de haber leído<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4tElB3bwdS87qo1sAS10XgDD52x3B4F7kVcmosAh8WgJNpACkkb1ymOPvCOBsIQUfYOsNYRN9ILBIHZOHkITSUvDy1f9oG-5697AhHX3VJQXDy1o-kUAWa2JsWIbAwL2wRaDb7LHSA5uH3J8bQblfvxL55Rkkl3gA7hFtLL6xjBFRe0C3BAVQBVBIOdrO/s1280/Presentaci%C3%B3n1fbdf.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4tElB3bwdS87qo1sAS10XgDD52x3B4F7kVcmosAh8WgJNpACkkb1ymOPvCOBsIQUfYOsNYRN9ILBIHZOHkITSUvDy1f9oG-5697AhHX3VJQXDy1o-kUAWa2JsWIbAwL2wRaDb7LHSA5uH3J8bQblfvxL55Rkkl3gA7hFtLL6xjBFRe0C3BAVQBVBIOdrO/w640-h360/Presentaci%C3%B3n1fbdf.jpg" width="640" /></a></div><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large; text-align: justify;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><span style="text-align: justify;">Esta no es una lista de mejores
libros, ni de peores, ni de los más vendidos, pero sí de los que me he alegrado de leer a lo largo de 2023 y que, por la razón que sea, han dejado cierta huella en mí.</span><span style="background-color: white; text-align: justify;"> </span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="background-color: white; text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;">Aquí os la dejo, por orden de aparición
de las reseñas. Si queréis leerlas, los enlaces están en los títulos.</span></span></p>
<h3 style="background: white; margin: 9pt 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #222222; font-weight: normal;"><o:p><span style="font-family: arial; font-size: large;"> </span></o:p></span></h3>
<h3 style="background: white; margin: 9pt 0cm 0.0001pt; text-align: center;"><span style="color: #222222; font-weight: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/01/cartas-de-amor-de-un-sexagenario.html" target="_blank">Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso</a></span></span></h3><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Miguel Delibes</span></h3></div><div><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/02/el-doctor-zhivago-boris-pasternak.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">El doctor Zhivago</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Borís Pasternak</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/02/la-averia-friedrich-durrenmantt.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">La avería</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Friedrich Dürrenmantt</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/03/la-casa-de-los-hilos-rotos-angelica.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">La casa de los hilos rotos </a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Angélica Morales</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/03/el-verbo-se-hizo-sexo-teresa-de-jesus.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">El Verbo se hizo sexo. Teresa de Jesús</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Ramón J. Sender</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/05/la-isla-del-doctor-schubert-karina.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">La isla del doctor Schubert</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Karina Sainz Borgo</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/06/franco-caudillo-de-espana-paul-preston.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Franco, Caudillo de España</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Paul Preston</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/06/ganas-de-vivir-joaquin-berges.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Ganas de vivir</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Joaquín Berges</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/07/contando-atardeceres-la-vecina-rubia.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Contando atardeceres</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">La Vecina Rubia</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/07/castillos-de-fuego-ignacio-martinez-de.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Castillos de fuego</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Ignacio Martínez de Pisón</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/08/comence-este-libro-pensando-que-buenos.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Buenos días, tristeza</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Françoise Sagan</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/09/vivir-deprisa-brigitte-giraud.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Vivir deprisa</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Brigitte Giraud</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/09/no-te-vere-morir-antonio-munoz-molina.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">No te veré morir</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Antonio Muñoz Molina</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/09/un-caballero-en-moscu-amor-towles.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Un caballero en Moscú </a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Amor Towles</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/11/todas-las-almas-javier-marias.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Todas las almas</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Javier Marías</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: x-large;"><a href="https://librosyhumor.blogspot.com/2023/11/carta-de-una-desconocida-stefan-zweig.html" style="font-weight: normal;" target="_blank">Carta de una desconocida</a></span></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; color: #222222; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; line-height: normal; margin: 0.75em 0px 0px; position: relative; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Stefan Zweig</span></h3></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial; font-size: large;"><br /></span></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2401317872733653877.post-87119554187807788132023-11-30T07:30:00.002+01:002023-12-03T10:35:53.666+01:00Marianela – Benito Pérez Galdós<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhblavPQu_rbxJazSXLdfWmMWb1L0OF_NOPtLh3iexslSByNA-7H69pdNQAp3dLCc5ihvjQHGeoQrwXUfQmdJAzSiIgQLBZLu7RI-4wvVNGqoePt3bOWwIfbSDvjn6qKE4EQfZAjQFkJLH2ru-5NTDq_kKDVfBRfrd22t3twYHLNBz7xy7FrM6TbaZXxedA/s933/Perez%20Galdos%20-%20Marianela.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="700" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhblavPQu_rbxJazSXLdfWmMWb1L0OF_NOPtLh3iexslSByNA-7H69pdNQAp3dLCc5ihvjQHGeoQrwXUfQmdJAzSiIgQLBZLu7RI-4wvVNGqoePt3bOWwIfbSDvjn6qKE4EQfZAjQFkJLH2ru-5NTDq_kKDVfBRfrd22t3twYHLNBz7xy7FrM6TbaZXxedA/s16000/Perez%20Galdos%20-%20Marianela.jpg" /></a></div><br /><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span><b>Marianela </b>(1878) toma su título del nombre de la protagonista, una pobre adolescente canija y debilucha como un renacuajo hambriento y más fea que Picio, que, para colmo de desdicha, no tiene a nadie en el mundo y malvive de la caridad. A pesar de lo cual es un encanto de chica: buena, bien intencionada, generosa y amable.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Aparte de triscar por el monte, Marianela tiene un elevado cometido: hacer de lazarillo del hijo de uno de los ricos del lugar. El rico es un hombre justo, serio y amable al modo en que lo son quienes tienen interiorizada la diferencia de clases (la acción transcurre es de suponer que en 1878) y su hijo, el ciego, es también un dechado de virtudes y, además, de lo más guapetón. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Como el argumento es sobradamente conocido no descubro nada si digo que entre el ciego y Marianela ha surgido el amor. El problema asoma la nariz cuando aparece un pariente, eminente oftalmólogo y tipo bienintencionado y generoso, que cree que con cierta audaz operación el ciego podrá recuperar la visión.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El muchacho, ciego de nacimiento, ignora cómo es el mundo, y <b>Pérez Galdós</b> traslada al lector, magistralmente, la expectación, miedos y sensaciones de poder ver la realidad en la que uno ha vivido dos décadas sin ver ni una forma, ni una cara, ni una perspectiva, ni un color. A fin de cuentas, el personaje ni siquiera puede imaginar a sus semejantes porque no tiene mimbres de los que partir. La visión, además, le abrirá nuevas posibilidades. Laborales y, sobre todo, personales, porque, en caso de que vuelva a ver, su padre ya tiene pensado casarlo con una prima, la cual, además de ser un encanto, es tal bellezón que bien merece la pena lograr la visión para contemplarla.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Pero, ¿y Marianela? ¿Qué será de ella cuando su amor pose en ella sus ojos y reboten espantados?</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Por supuesto, nadie se acuerda de ella o, si lo hacen, no es para cambiar en nada su destino. Pero ella tampoco se deja ayudar porque se sabe tan fea, se siente tan inútil, su autoestima es tan, tan minúscula, que la perspectiva de que su amado la pueda contemplar la avergüenza de tal manera que la vida se le antoja insoportable.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>De este modo la historia se sostiene en tres patas: la reacción del ciego al ver el mundo, si es que llega a recuperar la visión; la de Marianela, incapaz de soportar la vergüenza que siente de sí misma y, finalmente, cuál será la concepción de la belleza del ciego si deja de serlo: ¿considerará físicamente bello lo que en la oscuridad tenía por hermoso? ¿Cómo reaccionará si no es así? ¿Mantendrá sus promesas de amor o se dejará llevar por el festival de los sentidos?</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El argumento es sabido, pero, por si alguien lo ignora, mejor dejo todo sin respuesta.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="white-space: normal;"><span style="font-family: arial; font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Una novela corta y dura, con un lenguaje claro que hoy suena un poco arcaico y escrita en un tono entre sentimental y dolido que hace del narrador algo más que un mero testigo: un intérprete.</span></span></p><div><br /></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/06033090066533802391noreply@blogger.com0