En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 28 de junio de 2012

Benny Hill


Hay melodías que no necesitan ser acompañas ni de una sola imagen para evocar algo divertido y disparatado.

lunes, 25 de junio de 2012

Almacándida – Damián Torrijos




            Excelente encrucijada donde conviven modos y personajes del presente y el pasado,  el cuento y la novela, el más allá y lo terreno, la ironía y el absurdo, donde el lenguaje utilizado forma parte del humor tanto o más que lo que se cuenta.
            Politus fue un bebé abandonado a las puertas de un convento. En él ha sido criado y no conoce mundo. La novela comienza cuando Politus es reclamado por quien dice ser su padre: el duque, que a punto de marcharse al otro barrio quiere conocer a su retoño ya veinteañero. Antes de su marcha, el abad previene a Politus contra el principal peligro del mundo: la mujer.
            El planteamiento de soltar a un inadaptado en la civilización no es original, pero sí la forma en que se hace en esta novela: lo que al principio parecen estampas de hace unos siglos, de pronto se transforman en imágenes de la sociedad moderna, provocando una suerte de engaño que obliga al lector a hacer un esfuerzo constante por situar la historia e imaginarse el paisaje; esfuerzo que se agradece, porque uno se mete más en la narración y en su extraño ambiente. A ello colaboran figuras anacrónicas, como el escudero o la iluminación con velas, que pocas páginas después se mezclan con furgoneta, televisión y focos. La participación del mismísimo Pedro Botero, así como la festiva colaboración del ánima del duque, dan a la historia el toque de irrealidad preciso para no esperar sino lo que le venga en gana al autor, que se lo debió de pasar en grande escribiendo. El lector, a este respecto,  es mejor que no trate de anticipar nada: que se deje llevar, como en un parque de atracciones, y no se arrepentirá.
            Ni que decir tiene que la confusión nacida de tanta mezcla es uno de los méritos del libro, quizá el principal, y a ello colabora el lenguaje: a medio camino entre el tono “antiguo”, el de la “loa amanerada” -paródica- y el de la ironía. El vocabulario es más que notable (aunque alguna expresión está un tanto traída por los pelos) y mucho más rico y trabajado que la mayoría de las novelas.
            Aunque no se diga, la acción transcurre en Huesca y su entorno, alrededor de la fiesta de San Lorenzo. ¿Y en qué consiste la trama? En narrar las tribulaciones de Politus, víctima de cuantos porrazos físicos y espirituales pueda recibir un ser humano en vida, e incluso más allá. Él asume el papel de ingenuo, víctima propiciatoria para cuantas desdichas quepa imaginar; su escudero asume el papel de protector necesario para no ver enterrado a Politus a las primeras de cambio; aparece también Modesto, un rufián al frente de un espectáculo que permite enlazar la historia con la tradición picaresca; y el ánima del duque es uno de esos vejetes simpáticos que tanto juego dan en las novelas con su sola presencia, aunque en este caso su participación es bastante activa.
            Situaciones divertidas apoyadas en la fantasía y en un lenguaje trabajado y divertido. En resumen: literatura de humor en todo el sentido de la palabra.


jueves, 21 de junio de 2012

Cosillas del lenguaje



Supongo que mucha gente lo conoce, porque es un correo que circula por ahí. A mí me lo ha enviado un amigo. Y, ya de paso, quien lo lea que reflexione sobre por qué las curiosidades ponen de buen humor.


Curiosidad gramatical del idioma español

El vocablo reconocer se lee lo mismo de izquierda a derecha que viceversa.  En el término centrifugados todas las letras son diferentes y ninguna se repite.  En aristocráticos, cada letra aparece dos veces. 

En la palabra barrabrava, una letra aparece una sola vez, otra aparece dos veces, otra tres veces y la cuarta cuatro veces. 

El vocablo cinco tiene a su vez cinco letras, coincidencia que no se registra en ningún otro número. 

El término corrección tiene dos letras dobles.

Las palabras ecuatorianos y aeronáuticos poseen las mismas letras, pero en diferente orden. 

Con 23 letras, se ha establecido que la palabra electroencefalografista es la más extensa de todas las aprobadas por la Real Academia Española de la Lengua.  El término estuve contiene cuatro letras consecutivas por orden alfabético: stuv. 

Con nueve letras, menstrual es el vocablo más largo con solo dos sílabas. 

Mil es el único número que no tiene ni o ni e. 

La palabra pedigüeñería tiene los cuatro firuletes que un término puede tener en nuestro idioma: la virgulilla de la ñ, la diéresis sobre la ü, la tilde del acento y el punto sobre la i.  

La palabra euforia tiene las cinco vocales y sólo dos consonantes.

La palabra argentino solo puede ser transformada en ignorante (¡¡¡¡por suerte, el calificativo no es aplicable a la totalidad de los nativos!!!!)  

Entre los matices que distinguen a la lengua española figuran en un sitio relevante las curiosidades. Pongo de muestra un caso de acentuación. Aquí se trata de una oración en la cual todas sus palabras - nueve en total - llevan tilde. Ahí les va: «Tomás pidió públicamente perdón, disculpándose después muchísimo más íntimamente». A lo mejor una construcción forzada, pero no deja de ser interesante. 

La palabra oía tiene tres sílabas en tres letras.  El término arte es masculino en singular y femenino en plural. 


Ebook vs papel 2


Es curioso: tanto como se habla ahora de si los lectores van a leer en papel o en formato electrónico, y hace ya mucho que la otra parte de la ecuación, los escritores, abandonaron el papel. De hecho los manuscritos son ya una reliquia. Y aunque el escritor gana en comodidad, algo se pierde: con el fin de los manuscritos desaparecen documentos fundamentales para comprender el modo de escribir de los grandes autores.




lunes, 18 de junio de 2012

La captura de Macalé – Andrea Camilleri



   Uno de los mejores libros que he leído de Camilleri. Y ya he leído muchos. La acción se sitúa a mitad de los años 30 del siglo XX, en Italia, Sicilia, en la imaginaria ciudad de Vigatà. El fascismo se ha adueñado de la vida pública, se rinde culto a Mussolini, e Italia está invadiendo Etiopía (entonces conocida como Abisinia). La ciudad de Macalé acaba de ser tomada.

   Michilino, un renacuajo de tan corta edad que nada entiende de la vida, va a empezar a ir al colegio. Su padre es nombrado jefe de los fascistas locales, y Michilino crece educado en la veneración a Jesusito y a Mussolini y en el odio al pecado y al comunismo. Su credulidad, ingenuidad y falta de experiencia lo convierten en un peligro andante, y también le hacen distorsionar una realidad doméstica que dista mucho de ser ejemplar: ni su padre, ni su joven madre, ni el sacerdote, ni su primer profesor están muy al día en el cumplimiento del sexto mandamiento. La tentación de la carne está presente en cada página.

   Camilleri trenza una historia buenísima pero a la vez enormemente dura, donde lo que de humorístico brota de las insensateces del fascismo y de las debilidades y la ingenuidad de unos y otros, queda compensado con la crueldad con que unos hombres se imponen a otros, y, sobre todo, con algo tremendamente perturbador: cómo el ser humano puede manipularse hasta el extremo de convertir la inocencia de un niño en fuente de intensa violencia; cómo puede haber personas para las que la violencia es una forma de encontrar la paz espiritual.

   Una excelente novela que deja un regusto amargo, aunque eso es lo que pretende. Una novela cuyo final, además, es marcadamente simbólico. Una novela de las que, antes o después, uno vuelve a leer.



jueves, 14 de junio de 2012

Cantando bajo la lluvia


Una nueva entrada para "Música y humor". Una conocida canción que pone de buen humor (más si se oye que si se ve la película). Por cierto, pobre del que nunca haya estado tan contento como para empaparse bajo la lluvia.


lunes, 11 de junio de 2012

A cada uno su propia muerte – Veit Heinichen



Voy a comenzar por lo más evidente: no me gusta el título. Y no porque recuerde a las novelas de bolsillo del oeste, sino porque resulta demasiado duro para una novela en la que el protagonista, el comisario Proteo Laurenti, sufre tribulaciones tan familiares y domésticas que la contundencia de la trama mengua notablemente. Proteo acaba persiguiendo a los malos robando tiempo a los encuentros y celebraciones familiares, y cuando uno anda dejando a su octogenaria madre comiendo a dos carrillos para interrogar ahora a uno y luego a otro, tampoco cabe esperar la épica que promete el título.

De la novela, tres cosas llaman la atención:

La primera, el protagonista: pocos “policías de novela” hay que vivan con sus hijos y su esposa, ejerzan de padres de familia y anden con la parentela por medio. En este caso, además, se produce un efecto que no me convence: hay un completo desdoblamiento de entornos y la novela discurre, en realidad, en dos mundos diferentes. Lo normal es que la vida personal del protagonista sea un apoyo, una excusa para tomar aire, pero aquí se entremezcla demasiado, sin aportar demasiado, y haciendo perder el hilo en algunas ocasiones.

La localización: Trieste. En Italia, pero a tiro de piedra de Croacia y Eslovenia, conformando un escenario multinacional. Una ciudad, además, pequeña, lo que da un toque “casero” a toda intervención policial.

Y, por último, la trama: no deja de ser original mezclar asuntos de corrupción relativamente atípicos con temas de tráfico de personas. Consecuencia, en realidad, de la convergencia de delincuentes polifacéticos.

Dicho esto, la novela me ha parecido bastante mejorable. He aquí los motivos:

-Hay un intento de enlazar un crimen actual con un crimen pasado. Se trata de una especie de “gancho” para seducir al lector muy utilizado (me estoy acordando de Craig Russell), pero está mal trabajado y no consigue lo que se propone. Primero porque el crimen antiguo no despierta demasiada curiosidad (la única duda, y floja, es si fue un crimen o no), y porque la forma en que se resuelve es un tanto traída por los pelos.

-El crimen presente con el que se abre la novela se cierra con un decepcionante episodio donde el lector tiene la sensación de que le están tomado el pelo: donde no acaban llegando los personajes, acaba llegando el autor.

-El resto de misterios se desentrañan en base a suposiciones que el autor viene a confirmar desde su posición “todopoderosa”, y, para colmo, hay una escena final de acción muy poco solvente. Hasta algo ridícula (me refiero a un “fallo” policial que ni el más tonto cometería, lo cual revela falta de imaginación para dar salida a las cosas).

-Otro recurso típico, y más en la novela italiana, es el de tener a un corrupto dentro. Pero aquí también es un recurso fallido. Y no descubro nada al decirlo, porque cuando el asunto se plantea queda resuelto de inmediato: se sabe qué y quién, y antes no se plantea el asunto. La única duda que incentiva a lector es posterior, y afecta a la posibilidad de que haya más corruptos.

-Si bien Proteo y su entorno quedan razonablemente retratados, “los malos” parecen de otro planeta. Son mucho más planos e intercambiables. Demasiado "robotizados".

En definitiva, una historia entretenida, pero que los personajes no alcanzan a solucionar sin la intervención omnipresente del autor.

Y termino con un comentario que si no lo digo reviento: pocas portadas he visto tan desafortunadas: entre el título y el predominio del gris, no anuncia lo que hay, y encima acaba dando aire de funeral a una novela cuya gracia es lo campechano del protagonista y su entorno. Una novela, eso sí, manifiestamente mejorable.


lunes, 4 de junio de 2012

La detective miope - Rosa Ribas


Original novela de intriga que no deja indiferente por el brutal contraste del tono humorístico (que suena amargo) y los personajes más o menos raros, con el afán de venganza que motiva la acción: la protagonista, una detective privada, quiere localizar a quienes asesinaron a su esposo (Mosso en Barcelona) y a su hija de corta edad.

Para localizar a los asesinos, y aquí radica la originalidad, no tira de ningún hilo, sino que parte de una noticia leída en una revista: entre cualesquiera dos personas del mundo no hay más que media docena de “escalones”. Es decir, entre quien lee esto y, por poner un ejemplo, Barack Obama, no se interponen más de seis personas. Es posible, claro. Todo el mundo conoce a alguien que conoce a no sé quién que conoce a otro que tiene un primo que una vez tuvo contacto, pongamos, con el Rey, el cual conoce a Obama. Más complicado es, claro está, que haya solo seis escalones entre perfectos desconocidos. En este caso, seis escalones entre la detective y quien asesinó a su familia.

Pero con esa idea (en boga últimamente gracias a las redes sociales), la protagonista, en medio de una creciente miopía, al salir de la clínica donde ha estado internada tras el trauma consigue trabajo de detective en una agencia modesta, y se apresta a tratar seis casos, los que le lleguen, traten de lo que traten y afecten a quien afecten, confiada en que a su fin habrá dado con los asesinos.

Esto da ocasión a la autora de trenzar varias historias diferentes, que nada tienen que ver entre sí, al menos en apariencia, aprovechando que cada persona tiene su vida pero ninguna es completamente independiente del resto. Así vemos al padre preocupado por los despistes contables de su hijo, o el trabajador que se ausenta del trabajo y que se cree heredero de la monarquía de Hawaii.

Si al final se cumple lo de los seis escalones, que lo juzgue el lector. Para mí es lo de menos en una novela cuyo planteamiento es tan original como inquietante la mezcla de humor y tragedia.