En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

viernes, 29 de enero de 2021

El Maestro y Margarita – Mijaíl Bulgàkov

 


               

                Una de las mejores novelas que he leído jamás. El mejor resumen de lo que es y supone El Maestro y Margarita podéis leerlo en la magnífica y emocionante breve nota que, tras el fin de la novela, ha incluido Marta Rebón, la traductora de esta excelente edición de Navona.

                A quien haya llegado a esa nota le sobra esta reseña, pero para quien no haya leído la novela y esté dudando si disfrutar de la maravillosa aventura literaria, histórica y personal que es El Maestro y Margarita, allá van unas cuantas ideas.

El lector que quiera apreciar y disfrutar al máximo esta obra hará bien en informarse previamente de la biografía del autor, de todas las humillaciones, sinsabores y problemas que sufrió y, especialmente, de la larguísima gestación de El Maestro y Margarita (escrita entre 1929 y 1940), novela que sabía que era su gran obra y con la que también sabía que sacrificaba cualquier posibilidad de bienestar material para preservar su honestidad intelectual; una novela tan importante para Bulgákov que fue a ella a la que dedicó los que sabía que eran los últimos momentos de su vida. El resultado, imposible de publicar en la Unión Soviética de su época, lo disfrutamos todos hoy, aunque Bulgákov tuviera que escribir desde la amargura de saber que él nada bueno iba a sacar de ella en vida, salvo la tranquilidad de conciencia, lo cual da idea de su compromiso intelectual y de su honestidad.

                Aunque las anotaciones de editores y traductores tienen un número de forofos limitado, me cuento entre ellos; ayudan a saborear las cosas, y en el caso de El Maestro y Margarita especialmente, pues la carga crítica de muchos detalles sería inapreciable para la mayoría de los lectores. Además, así como los pormenores de las andanzas de otros regímenes totalitarios son más conocidos, los del régimen soviético, en especial durante el periodo estalinista, no forman parte de la «cultura general», por lo que toda información es poca.

                El Maestro y Margarita es muchas cosas a la vez. Ante todo, una sátira demoledora del régimen soviético y su violenta locura por uniformizar, que sobrepasó el ansia de poder típica de cualquier dictadura y el ansia de uniformización económica propia de la ideología que la sustentaba para intentar reducir la mente de cada ciudadano al reflejo de una mente colectiva dictada desde el poder. Bulgàkov, como otros grandes escritores, recurre al humor como instrumento de crítica. La secuencia de sucesos absurdos, de situaciones cómicas, es tal, que El Maestro y Margarita es también una novela de humor, aunque a veces al lector se le olvida abrumado por lo ambicioso y arriesgado del proyecto. Pero la novela es también una maravillosa novela de amor y de reflexión sobre el bien y el mal y, ante todo, una obra tan ambiciosa que se transforma en colosal cuando, página a página, esa gigantesca ambición intelectual de Bulgàkov va tomando forma ante los ojos del lector.

                La historia entremezcla la presencia del diablo en Moscú (bajo el nombre de Woland, en el que hasta la morfología de la W es significativa, por lo que sabrá quien lea la novela) acompañado de un séquito tan pintoresco que más parecen una compañía de cómicos que un hatajo de demonios. Su capacidad para predecir el futuro y para alterar el funcionamiento natural de las cosas produce una catarata de acciones y reacciones insólitas con las que casi todos se retratan. Todas esas idas y venidas tienen un fin, que afecta a las otras dos historias que a su vez se entremezclan: la de aquellos a quienes todo les da igual -hasta la compañía del diablo- porque tienen objetivos sublimes que están por encima de ellos mismos (el amor) y la historia de Poncio Pilatos. He dicho antes que además de una crítica del régimen estalinista El Maestro y Margarita es también una obra sobre la naturaleza del bien y del mal. Bien, pues por esto último, lo es también sobre la naturaleza el perdón.

                Merece la pena leer con sosiego para disfrutar del alarde de imaginación y, también, de conocimientos: las alusiones y el simbolismo contribuyen a elevar esta novela hasta las mejores que cualquier lector pueda leer en su vida, como también la elevan sus peligrosos silencios, que lo mismo denuncian los modos de operar de las autoridades soviéticas que muestran las arriesgadas decisiones y determinaciones de algunos personajes. Bulgákov trabajó con todo: con palabras, silencios, humor, crítica, amor, historia, valores…

                Leí esta novela durante el lluvioso puente de la Constitución, aprovechando la disponibilidad de tiempo. Fue un acierto. No es especialmente larga (incluyendo las notas, unas 550 páginas), pero sí merece la pena leerla despacio, con sosiego, y también con continuidad. Buscadle el momento adecuado. La novela os devolverá el esfuerzo centuplicado. 


  

lunes, 25 de enero de 2021

Pequeñas mujeres rojas – Marta Sanz

 


 

              Tercera y última entrega de la trilogía del detective Arturo Zarco, al que no vemos el pelo porque esta novela la protagonizan, a medias, la madre del amante de Arturo –que se erige en narradora- y la exesposa del detective: Paula Quiñones, inspectora de Hacienda coja, dato este último imposible de omitir desde el momento en que se menciona cientos de veces a lo largo de la obra.

              Mis sensaciones ante esta novela son contradictorias: Marta Sanz escribe fantásticamente, con un dominio de la expresión muy elevado, el tema de fondo (las reflexiones que inducen unas semanas de voluntariado para abrir fosas de la Guerra Civil) es interesantísimo, conviene anañizarlo, incluso es necesario, y abordarlo de modo tangencial es un recurso inteligente para sortear la resistencia de las molleras más impermeables. Y, sin embargo… Y sin embargo los procesos mentales se expresan de modo demasiado retorcido para mi gusto, demasiado barroco, con demasiadas interrupciones e interrupciones de las interrupciones, casi como el pensamiento real pero mucho más elaborado lingüísticamente, lo que recarga tanto que, en un momento dado, dije, con toda naturalidad y sin premeditación, que estaba leyendo Pequeñas mujeres rorocojas, término este último con el que jugaba con tres de los factores relevantes del libro: la alusión al «rojerío», porque quienes se oponen a la apertura de fosas con los motivos más dispares suelen ver casi como forofos de izquierdas a quienes se empeñan en abrirlas, alusión también a lo rococó del modo de expresión y, por último, a la condición de coja de la protagonista que, como ya he dicho, es omnipresente. Luego, claro, está el «pequeñas mujeres», porque todo el mundo es pequeño ante la Historia y porque en esta novela, además, muchas de las mujeres que aparecen han jugado un papel condicionado por su sexo –lo cual justifica el «mujeres»- y cuando se han tratado de imponer a él se han topado con la pequeñez de lo individual.

                Con este objetivo, Marta Sanz urde una trama que sustenta la acción de los personajes -expresada primero a través de las cartas de Paula y luego de los escritos de su amiga y madre del amante de su exmarido- para, aprovechándose de ella, inducir las reflexiones que he mencionado. La trama es una excusa, pero una excusa bien traída que refuerza el conjunto aunque al final, qué remedio, el desenlace eclipsa la reflexión y aún lo eclipsa más el detalle de las truculencias a las que se enfrenta Paula, tan pormenorizado que si pretende resaltar o denunciar algo que no sea la simple crueldad, no lo consigue. Eclipse del eclipse.

              Respecto al libro no creo necesario añadir nada más. Sí lo voy a hacer respecto a la trilogía, aunque solo sea para preguntarme el significado de la palabra en esta ocasión: ¿son tres libros con personajes comunes o tres historias que, una vez leídas, forman una cuarta más amplia?  Lo cierto es que entre la primera –Blak, black, black- y las dos siguientes –Un buen detective no se casa jamás y Pequeñas mujeres rojas- hay una diferencia de estilos notable (las dos últimas, mucho más recargadas), tampoco las tres historias de fondo tienen mucho más en común que incluir personajes de colectivos cuyos derechos se reivindican en el presente, y, en lo que se refiere a los personajes comunes, solo hay interacción entre ellos en la primera novela, por lo que en las dos restantes la evolución es nula y se limita a cierto ajuste de cuentas mental con el pasado en el que cada cual debe asumir y repartir (o no) errores y culpas. Novelas singulares, trilogía singular.



 

jueves, 21 de enero de 2021

Silencio administrativo – Sara Mesa

 



 

                Breve obra en la que se narra, reconstruidas como la experiencia de una mujer, las desventuras de la autora y alguna otra persona, incluida alguna de su familia, cuando decidieron ayudar a una indigente que no tenía ni dónde dormir.

                ¿Y en qué consiste «apoyar»? En ayudarla a conseguir una prestación pensada, en teoría, para ayudar al excluido. Unos poquitos euros al mes que por sí solos no bastaban para pagar una habitación y comer.

                Pero lo que se encuentra la protagonista al decidir ayudar a la indigente no son solo algunos trámites sino una muralla de problemas. Los que dan título al libro son los administrativos: algo tan básico como que la administración debe poder relacionarse con el ciudadano para pedirle esto o lo otro, o decirle que sí o que no, se convierte en un mayúsculo follón, en un imposible cuando tu lugar de residencia es cada día un rincón y cuando ni siquiera puedes pagarte un teléfono para estar localizable; por no hablar de las cautelas legales que para prevenir listillos o, simplemente, para acotar beneficiarios, se vuelven contra el más vulnerable, como ocurre en este caso con el requisito del empadronamiento, amén de la completa vulnerabilidad de quien nada puede, nada sabe y nada espera ante funcionarios que, humanos como son, no siempre atinan a saberlo todo –sobre todo cuando llegan casos atípicos- y entre los cuales siempre es posible topar con alguno manifiestamente mejorable. En resumen, el mundo no está pensado para los excluidos, y la ayuda al excluido está pensada por el no excluido; por eso se dan paradojas como que a personas sin techo les lleguen, procedentes de bancos de alimentos, productos –legumbres, arroz…- que de poco sirven a quienes, careciendo de techo, carecen también de cocina donde hacerlos comestibles.

                Junto a todos estos problemas el libro refleja también, o quizá incluso mejor, los prejuicios de la sociedad manifestados en multitud de pequeños detalles, como por ejemplo las miradas que la gente le echa a la desdichada protagonista el día en que la mujer que la ayuda le regala un móvil: el teléfono, que para la indigente es su única posibilidad de protección ante las agresiones que regularmente sufre, así como su único medio de contacto con el mundo –con la Administración y hasta con sus conocidos-, a ojos de muchos es un lujo superfluo: «Mírala, aquí pidiendo, pero con móvil». Y como este ejemplo, unos cuantos más.

                Mención aparte merece la referencia que la obra hace a la creencia demasiado corriente de que a quienes nada tienen se les regala todo y se benefician de un sinfín de ayudas que, en opinión de quien eso creen, fomentan la vagancia y el parasitismo. La realidad que muestra este libro, en cambio, es bien distinta: apenas hay ayudas; las que hay, tienen condicionamientos draconianos; las que los políticos anuncian a bombo y platillo como nuevas rara vez aportan nada porque sustituyen a otras ayudas que desaparecen; cuando llega la ayuda, llega tarde; además, son temporales y, para colmo, apenas sirven para mitigar aquello que pretenden paliar. Como varias veces repite la autora, ¿cabe mayor urgencia social que la de quien no tiene ni dónde meterse a la noche siguiente ni dónde dejar sus cosas?

                Una obra breve, muy bien escrita, que no pretende juzgar sino mostrar (y lo consigue), y que posiblemente cambiará muchas cosas en la mente de quienes la lean.

                Leedla.



lunes, 18 de enero de 2021

Un año - Jean Echenoz

 

 

Victoire, la protagonista de este pequeño librito publicado en Argentina, despierta un día en su cama junto a un hombre muerto. Posiblemente, muerte natural, pero decidida a no meterse en líos se mete en uno mayúsculo: escapa llevando consigo un escueto equipaje y todos sus ahorros.

¿Qué puede hacer desde ese momento? Sobrevivir. Pero no es sencillo manteniendo el anonimato y con recursos limitados que enseguida comienzan a esfumarse. El lector asiste así a la peripecia de cómo una persona con una vida normal puede, sin más que dejando de trabajar, desembocar, sin darse cuenta, en la indigencia. Qué provoca cada cosa, de cuánto se puede prescindir, cuánto tiene de adaptación mucho de lo que nos parece inadaptación y la impotencia de la pobreza es todo lo que encontrará en lector en estas breves pero intensas y angustiosas páginas que demuestran que incluso cuando uno lo tiene todo dentro de sí para salir a delante, conseguirlo deviene imposible cuando en lo material se carece de absolutamente todo. Una invitación a la reflexión. 

Y el final… Algún final había que darle, pero la pirueta de la última página no solo es magistral, sino que explica el único misterio (o, más bien, situación extraña) que de vez en cuando asoma la nariz por la fuga, durante un año, el año que da título a la obra, de Victoire.



miércoles, 13 de enero de 2021

Bajo los vientos de Neptuno – Fred Vargas

 


 

                Nueva entrega del comisario Adamsberg, la más movida desde el inicio y no solo porque la acción vuele en varias ocasiones de París a Quebec, sino porque la incertidumbre sobre la suerte del protagonista produce una tensión narrativa inédita en las anteriores novelas de la serie.

                Adamsberg, tan peculiar, tan irracional o, más bien, tan intuitivo, se enfrenta al recuerdo de una serie de casos, uno de los cuales afectó a su hermano, inocente que a punto estuvo de ser declarado culpable de un crimen que no podía recordar si había cometido o no. Una desmemoria que, además, opera como una tortura perpetua. El modus operandi a través del cual muchos inocentes (para el comisario) han acabado en la trena, se había repetido a lo largo de los años, pero Adamsberg, aunque había llegado a detectar los casos, no había logrado esclarecer nada.

                En este entorno, el comisario y sus chicos viajan a Quebec a hacer un curso sobre «policía científica», y allí le sorprende un nuevo crimen de la serie.

                Aunque se trata de una trama «de laboratorio», irreal, está bien narrada y tiene verosimilitud, si bien hay algunos puntos débiles en torno a la historia y a algunos personajes en los que la autora no llega a entrar porque no le interesa. Bajo los vientos de Neptuno recurre al viejo pero efectivo truco de transformar al héroe en víctima, para provocar la angustia de un lector que si ha llegado al quinto libro de la saga es porque ya tiene en la suficiente estima al comisario.

                Una novela de buena factura, entretenida, con bastantes puntos peliculeros y personajes en general demasiado nítidos, blancos o negros sin apenas grises. Una novela que se sale un poco de la norma en las anteriores (ver, observar, dejar que las cosas sucedan) con una principal pega: el malo malísimo parece sacado de una ínfima peliculeja, con lo que el conjunto produce una sensación de «novela negra de salón». Una historia más centrada en plantear un misterio y aclararlo que en contar nada del ser humano. Entretenimiento puro y duro.

               


viernes, 8 de enero de 2021

El mal de Portnoy – Philip Roth

 


 

                Brillante y divertidísima novela de Philip Roth (1933-2018), eterno candidato al Nobel, que nos cuenta en primera persona, a modo de monólogo ante un psiquiatra, la vida de Alexander Portnoy, de algún modo trasunto del propio autor, judío de Newark (Nueva Jersey), como Roth, y nacido en el mismo año.

                El protagonista, hijo de un agente de seguros entusiastamente consagrado a su empresa y de una madre absorbente y sobreprotectora, nos narra su vida desde la infancia hasta el momento en que las confesiones se producen, a los 32 o 33 años (la novela fue publicada en 1969, cuando Roth tenía 36 años, luego fue escrita algo antes). Todo lo hace tratando de encontrar respuesta a lo que para el protagonista son a la vez pulsiones vitales y limitaciones: su origen judío y su relación con el sexo. Las dos están relacionadas, porque de la primera surge un sentimiento de culpa que afecta a la segunda y ésta, a su vez, quién sabe si puede ser una forma de liberación de la primera.

                No parece muy satisfecho el protagonista de su existencia, a pesar de su inteligencia y del prestigioso trabajo que llega a desempeñar. Es crítico con su familia, a la que ve demasiado pagada de sí misma a pesar de su mediocridad, cuando no de su dejarse explotar por la empresa en la que trabaja el padre; sin embargo, tampoco su propio éxito intelectual y profesional parece salvarlo de nada; es crítico consigo mismo por no haber conseguido no sabe qué, pero algo distinto a lo que tiene; es crítico con su religión o, más bien, con los judíos de su entorno, a quienes presenta como un colectivo preocupado por no contaminarse con los gentiles y a quienes acusa de ejercer hacia éstos una fobia simétrica a la que reciben de ellos; es crítico con el amor, que no llega a conocer porque se deja llevar por el sexo, que para él tiene una importancia capital aunque no le satisface emocionalmente, un sexo instintivo, al que acude más por necesidad que por afición y tan compulsivo que impide cualquier relación afectiva normal: nunca dice «no» a la llamada del sexo, sin preocuparse apenas de con quién; y, a la vez, fijarse en alguien por algo que no sea tenga que ver con el sexo le resulta imposible.

                Todo ello, como digo, contado en forma de monólogo, pero en un tono de ingenioso cabreo, de reto, de queja y, de algún modo, de reivindicación, pero nunca en tono de confesión con propósito de enmienda. «Sí, soy así. Muy a mi pesar. ¿Qué pasa?» es lo que parece decir constantemente. Y es de ahí, de ese ingenioso y mayúsculo cabreo existencial consigo mismo y con el mundo en general, de donde brota el humor, porque aunque sea con amargura, el protagonista no deja de reírse de sí mismo y de los suyos desgranando críticas que no solo son aplicables a él, sino que van mucho más lejos de las circunstancias del personaje para ofrecer un cabreado muestrario de la sordidez, acomodamiento, hipocresía y falta de reflexión de la sociedad moderna, una sociedad sometida al dictado de quienes tienen capacidad de dictar (por supuesto, en su propio beneficio) y que, teniéndolo todo para elevarse por encima de sí misma, se conforma con revolcarse en el barro que le han dictado que está calentito: o, dicho de otro modo, nadie encuentra nada porque nadie busca nada.

                Las alusiones sexuales, por explícitas, causaron polémica cuando la novela fue publicada, hasta el punto de que el libro sigue teniendo fama de obsceno. Y sí, hay alusiones explícitas, aunque nunca muy detalladas, pero con todo lo que se ha visto desde entonces tampoco son como para que a estas alturas le dé un pampurrio a nadie.

                Una grandísma novela que merece la pena leer.

 


lunes, 4 de enero de 2021

Los colores del incendio - Pierre Lemaitre


 

                Segunda novela de la trilogía Los hijos del desastre. Como es lógico en una trilogía, el lector disfrutará más y entenderá mejor la segunda novela si ha leído la primera, aunque no es imprescindible haberlo hecho.

                Y si la primera, Nos vemos allá arriba, es una buenísima novela, Los colores del incendio es todavía mejor.

                En Los colores del incendio los protagonistas de Nos vamos allá arriba pasan al olvido, y es un personaje secundario en esa primera novela quien coge las riendas de la segunda: Madeleine Péricourt, heredera del banco que lleva su nombre, separada de un infecto caradura y madre reciente. No obstante, la novela, más que la historia de Madeleine, es también la de quienes se cruzan en su vida, de modo que Los colores del incendio es más bien una «historia de historias». De historias incendiarias.

                ¿Qué ocurre en la previsiblemente plácida vida de la rica heredera? Que las cosas se complican: la vida privada de Madeleine está en el origen de una serie de problemas, alguno mayúsculo, a los que debe hacer frente, qué remedio; pero todos se complican con la enorme crisis económica iniciada en 1929 y con los tambores de guerra que se resuenan tras el triunfo del nazismo en Alemania. Una crisis, un incendio, que es la ruina de unos y la gran oportunidad de otros, al igual que el ascenso del nazismo amenaza con ser una tragedia para casi todos y un negoción para otros. Si el objetivo de Lemaitre es contar cómo la Historia, con mayúscula, se entremezcla y confunde con los millones de historias particulares de los individuos sobre los que ejerce una influencia determinante, lo consigue con brillantez. El mayúsculo incendio es la suma de infinitos pequeños incendios de todos los colores.

                Maravilla la capacidad del autor para exponer, con claridad meridiana, una trama verdaderamente compleja, una maraña de intereses económicos y afectivos interrelacionados entre los que no influyen poco las trampas y engaños de unos y otros. Y maravilla, también, el cariño con el que trata a casi todos sus personajes –manifestado en el tono y en el humorístico  modo en que consigue que sus debilidades nos resulten comprensibles-, cariño que hace que el lector no sienta hacia ellos toda la inquina que producen sus acciones. Y malas acciones las hay a montones, porque entre ambiciones y venganzas casi nadie se salva.

                Aunque Lemaitre no lo cite al final, en la relación de libros que han influido en su obra, encuentro muchos paralelismos entre su modo de escribir y el del mejor Camilleri, aunque Lemaitre recurre menos al diálogo para dar agilidad y tiende un poco más a la descripción. Tres cosas tienen en común: la claridad expositiva que permite que lo intrincado resulte sencillo, la forma en que la debilidad de cada personaje deriva en comprensión hacia él y, para terminar, la pátina de humor que recubre permanentemente la historia. Quizá haya una cuarta y hasta una quinta: el uso de secundarios memorables (cuarta) que dan lugar (quinta) a historias que transforman la novela en, como he dicho antes, una historia construida entrecruzando historias.

                El ritmo de la narración es bueno y constante, sin altibajos, y el lenguaje rico pero sin alardes innecesarios. Lemaitre trata de comunicar, no de demostrar nada. Y lo consigue.

                Una historia de más desamores que amores, de ambiciones grandes y pequeñas vinculadas tanto a lo afectivo como a lo económico y profesional y, sobre todo, al amor propio; de traiciones, venganzas y venganzas de las venganzas; con personajes cuya vida da monumentales bandazos; con personajes de todas las clases sociales y hasta con algún bellezón inquietante; una novela tan agradable que, a medida que avanza la lectura, el lector comienza a sentir pena de que el final se aproxime.

                Una novela deliciosa para los buenos lectores, y de lo más entretenida para los menos exigentes. 



viernes, 1 de enero de 2021

La terrible historia de los vibradores asesinos, en promoción en Amazon

  



Muy buena noticia para los lectores de Ajonio y una ocasión para comenzar el 2021 con una sonrisa: la edición en ebook de La terrible historia de los vibradores asesinos ha sido incluida por Amazon en su «promoción mensual» (Kindle Deal). Durante todo el mes de enero tendrá un descuento del 50%. Es decir, desde hoy su precio es 1,50 eurillos de nada.

Pasen y lean.