En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 27 de febrero de 2023

Número dos - David Foenkinos

 


        Cada vez me gusta más David Foenkinos. De tan sencillo y claro como escribe se diría que es liviano y superficial, pero en realidad no deja de apuntar los detalles significativos de las relaciones interpersonales mostrando las consecuencias de modo natural, directo y sin perderse en elucubraciones. A eso hay que unir una capacidad notable para encontrar historias originales, no necesariamente realistas pero veraces, que permiten argumentos muy atractivos que sabe usar para exponer lo que en cada momento quiere acerca del modo en que las personas reaccionamos ante las situaciones que ponen a prueba nuestra identidad.

        Sabido es que J. K. Rowling pasó de una anónima vida achuchada a la fama mundial y la abundancia gracias a su primera novela sobre Harry Potter. El éxito fue tan rápido e intenso, casi violento, que se ha escrito lo indecible sobre él y, a los efectos que ocupan a este libro, la fama mundial de Harry Potter fue tan grande desde el primer momento que, para cuando se quiso hacer la película, cualquier aspirante al papel de protagonista sabía que, de ser elegido, alcanzaría la celebridad en todo en planeta y su vida cambiaría para siempre. Además, se anunciaba una serie de siete películas. Por contra, los candidatos fracasados no tendrían nuevas oportunidades: si difícil es ser seleccionado para un éxito mundial, aún más difícil lo es cuando los actores deben tener 10 u 11 años.

        En la historia que Foenkinos nos cuenta -que es ficticia, pero como mezcla realidad y ficción y no sé mucho de la historia de Harry Potter no sé precisar en qué momentos pasa de la una a otra-, al final del proceso de selección quedan dos candidatos, y ambos lo saben. Se trata de Daniel Radcliffe y de Martin, que solo por casualidad había participado en el casting. Todos sabemos el nombre del elegido, pero la novela cuenta la historia de Martin.

        ¿Pero cómo se digiere estar tan cerca de la celebridad y conformarte con el más oscuro anonimato? ¿Qué cosas piensa uno? ¿Qué siente? ¿Cómo afronta la situación? ¿Cómo se enfrenta a la imagen del éxito que no fue capaz de alcanzar cuando durante años le asalta desde cualquier sitio y a todas horas? ¿Cómo afecta eso a la personalidad? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Es posible olvidar? ¿Es posible volver a a normalidad? ¿Cómo?

        La respuesta a estas preguntas está a su vez condicionada por la peripecia vital de Martin, especialmente en lo concerniente a las relaciones con su familia y con sus parejas. Eso es lo que narra esta obra de ficción, cuyo máximo interés -aparte de la historia es sí- es el análisis de cómo afrontar los traumas. Como quien más y quien menos todo el mundo ha tenido que remontar ilusiones frustradas -y más en la adolescencia- no es difícil para el lector reconocer sensaciones y, sobre todo, reacciones; y tampoco es difícil ver cómo a medida que la madurez avanza, uno acaba encontrando las mejores soluciones en sí mismo;. La lectura de este libro es una ocasión para reflexionar sobre cómo afrontar racionalmente los problemas.       

        Una buena novela con un final brillante. Un original modo de reconciliar a Martin consigo mismo, de valorar lo que vale y vadear lo que nunca fue. Un final feliz y en cierto modo melancólico: tanto sufrimiento para lograr ser quien siempre has sido. 

          Al fin y al cabo, de eso va la vida.


jueves, 23 de febrero de 2023

El precio del honor – Andrea Camilleri

 


No sé qué induce más a confusión, si la edición de Destino o el comienzo de la obra, una de las primeras que publicó Camilleri (lo hizo en 1993).

La edición no ha estado muy inspirada. Cuatro motivos:

-El título debería ser «La bula de componenda», en traducción directa del original, el cual se ajusta al contenido infinitamente más que «El precio del honor».

-El dibujico de la portada, el titulico ya citado y la alusión en la faja a la novela negra invitan a pensar que nos encontramos precisamente ante una novela negra. Pues no.

-Tampoco el marco temporal que insinúa la portada se corresponde con mediados del siglo XIX, que es lo que verdaderamente se examina en las páginas.

-Y, por último, la sinopsis tampoco ayuda: habla de una breve anécdota personal que cuenta el autor como si a partir de ella se fuera a desarrollar una historia y, para colmo, se califica el libro de «hilarante», cuando a nadie hará reír salvo que se use el tomo para hacer cosquillas.

¿Quizá Camilleri ha despistado con los comienzos de esta obra hasta al editor?

A saber. Porque lo que comienza con unos pocos y brevísimos capítulos que parecen tener en común solamente el escenario (Sicilia) y las componendas (o acuerdos ilegales y carentes de ética entre delincuentes y autoridades para, hasta con la aquiescencia de las víctimas, echar tierra sobre los delitos de modo que el delincuente gane o no pierda, la víctima no pierda tanto o no asuma tantos riesgos y la autoridad se haya quitado un problema de en medio), lo que comienza así, digo, acaba siendo una investigación sui géneris acerca de la «bula de componenda», o bula por la cual la iglesia en Sicilia, previo pago de la bula, perdonaba los pecados cometidos y por cometer –sobre todo delitos contra la propiedad-, de modo que no solo legitimaba éticamente el delito sino que, para colmo, se convertía en beneficiaria. La investigación se realiza sobre todo en torno a las actas de una comisión que en 1875 fue a Sicilia a tratar el problema de la mafia, problema inexistente a juzgar por las declaraciones de todos excepto de algún escaso mando que trató de hacerse oír entre oídos tapados. Como hablan de su experiencia, de por qué los sicilianos son como son en aquel momento, hablan de la Sicilia de mediado el siglo XIX. La que conocieron. Es en el análisis de la permisividad social, de cómo el siciliano tiene interiorizadas según qué cosas, cuando sale a relucir la «bula de componenda» que da al libro su título original. La bula sin duda jugó durante décadas un papel legitimador: si pagando un poquito Dios te perdonaba, ¿cómo iban a ser los hombres más rigurosos con el infractor?

          Por este motivo la bula más que el precio del honor era el de la tranquilidad espiritual, porque para el siciliano, bendecido por la iglesia, el honor seguía intacto. Es más: la tranquilidad espiritual se tiene frente a uno mismo, mientras que el honor se tiene frente a los demás; y en el caso del delincuente contumaz -mafioso o no- es más fácil que esté preocupado por las exigencias divinas que por su prestigio humano; como los actos acogidos a la bula no solían ser públicos, la referencia al honor cojea. El título en la traducción española se debe a una pirueta arriesgada, que de algún modo equipara la honorabilidad con la paz espiritual, relación que a veces se da y a veces no, porque son cosas distintas. Pero si Camilleri no optó por ella, sino que prefirió un título claro y directo, ¿por qué no se ha respetado? El respeto al autor y a la integridad de las obras comienza por el título.

Hecho lo cual Camilleri termina de nuevo jugando al despiste, añadiendo el colofón de una minúscula historia inventada que viene a sugerir que en el imaginario siciliano todo puede retorcerse hasta hacer que la bula alcance hasta los delitos que teóricamente no cubría (razón de más para pensar que no es el honor lo que está en juego, pues el honor no entiende de triquiñuelas). A fin de cuentas, la naturaleza solo entiende de vida o muerte, y conceptos como «asesinato» o «robo» son cosillas surgidas de la mente del ser humano. A la hora de calificar una realidad, la semántica es importante. Y Dios –la Iglesia- nada ha dicho sobre juegos de palabras.


lunes, 20 de febrero de 2023

El doctor Zhivago – Borís Pasternak

 


Mayúsculo novelón que, en esta edición y por obra de Marta Rebón, es la primera traducción del ruso al español. Las anteriores ediciones habían sido traducciones del italiano, debido a que la novela vio la luz en 1957 en Italia. Por su carga crítica, hasta 1988 fue imposible publicarla en la Unión Soviética.

El doctor Zhivago es una novela que, por su grandeza, entronca con los grandes clásicos del siglo XIX. Narra la peripecia vital del protagonista, Yuri Zhivago, en un entorno histórico que cambió para siempre la vida de generaciones enteras y la historia de Europa y el mundo. Un entorno tan avasallador que el individuo se transforma en un pelele cuya vida no vale nada; quién has sido, quién eres o qué suponga alguien que quieres ser puede hacer de ti una cosa o la contraria en función de dónde estés o de quién tengas enfrente. Aunque en ese sálvese quien pueda, si es que alguien puede, la vida se abre paso y en medio de la tragedia, prospera una historia de amor dolorosa, terrible y hermosa.

El entorno histórico es, como he dicho, de una intensidad monstruosa: los aires de cambio impulsados por las diferentes teorías sociales surgidas en el siglo XIX a raíz de los monumentales cambios derivados de la industrialización están en el origen de la Primera Guerra Mundial, en la que desaparecieron buena parte de los sistemas totalitarios europeos. En Rusia, en medio de esa guerra a la que había entrado desde un sistema totalitario, tuvieron lugar varias revoluciones; la primera, unos años después del comienzo de la guerra, la de febrero de 1917, supuso la abdicación del zar y la instauración de un régimen de inspiración liberal (con dos gobiernos en pocos meses). No consiguió satisfacer a casi nadie, ni tuvo tiempo de hacerlo, y como para muchos ese cambio se quedaba corto y creían llegado su momento, la convulsa situación desembocó en la revolución de octubre, que a su vez desencadenó una guerra civil en un territorio gigantesco y la aparición, allí donde se asentaba la revolución, de un poder tan teórico e ideologizado sobre el dogma de la existencia de un sueño colectivo –la dictadura del proletariado, la colectivización de la vida económica y el poder de los soviets (consejos)- que en realidad era un poder fanatizado que negaba la individualidad hasta el punto de arrebatar la vida a quien pretendiera mantenerla. Ese sueño colectivo –proclamado, pero de imposible existencia- chocaba con la realidad aplastando a quienes encontraba en medio; por ejemplo, ¿cómo garantizar alimentos si de un día para otro los propietarios de la tierra la pierden y el comercio se prohíbe? ¿Y quién estaba en medio? La población. Y, por supuesto, Yuri Zhivago.

Borís Pasternak (1890-1960)

La acción transcurre entre Moscú y diversas ciudades y localidades de los Urales, recorriendo distancias gigantescas con medios escasos y en condiciones infames. Yuri Zhivago, huérfano de origen acomodado protegido por un pariente con veleidades intelectuales, es demasiado joven para vivir de modo consciente las primeras trifulcas contra el zarismo a principios del siglo XX, pero la Primera Guerra Mundial llega cuando ya es médico, y esa profesión, la de médico, va a ser su salvación –quizá le libra de pelear y morir en el frente- y su condena –en todas partes hacen falta médicos, especialmente en el frente, por lo que todo médico es siempre un botín valioso-. Zhivago es un hombre pacífico, honesto, con inquietudes intelectuales, amante de la lectura, de la poesía y de la escritura, a la cual apenas puede dedicarse por falta de tiempo y medios. La historia lo zarandea, lo lleva de un lado a otro poniendo en peligro su vida y la de su familia; por no haber sido rematadamente pobres –aunque lleguen a no tener, literalmente, nada-, acaban transformados en enemigos del régimen. En la vorágine de la supervivencia afronta penurias, separaciones traumáticas y otras desgracias, aunque también encuentra manos amigas; alguna, algo misteriosa porque Pasternak no explica mucho de casi ningún personaje (y los hay por docenas, hasta el punto de que esta edición de Galaxia Gutenberg tiene un índice de personajes que, cuidado, a veces puede destripar alguna cosilla). En medio de esa desazón, Zhivago ejerce de médico sin poder ser nunca el médico ni la persona que había proyectado ser; afronta con resignación y lucidez la incertidumbre, el miedo, las penalidades, sin poder disfrutar de su familia o del ínfimo placer de escribir en un papel; rodeado de un océano de frustración y carestía, con la muerte siempre como una posibilidad inminente… En ese mundo Zhivago no es dueño ni de sí mismo ni de su tiempo, pero sí de la conciencia de su individualidad. Eso es algo que nunca llega a perder. Y, como he dicho antes, como las plantas en primavera (y cuántas líricas alusiones a la naturaleza hay en la obra, delatando la condición de poeta de Pasternak, más que de novelista) la vida se acaba abriendo paso hasta en las condiciones más difíciles. Así, pese al enconado empeño de Yuri en proteger a su familia, pese al amor que siente por su mujer, a la que conoce desde que eran niños, acaba enamorándose de otro personaje que, como él, forma parte de la leyenda de la literatura: Lara. Larisa Fiódorovna Guichard, más tarde Larisa Antípova. Niña, muchacha, joven, mujer, cuya existencia, siempre un peldaño por debajo de la de Zhivago, trascurre en su entorno sin que ninguno de los dos sea consciente durante años hasta que el destino los acaba situando frente a frente, como si cada uno fuera para el otro el único hogar reconocible y posible. Lara (que también está casada, que también tiene una hija y cuyo marido, un hombre admirable, de modo incomprensible se fue de voluntario a la guerra y ni siquiera es posible saber a ciencia cierta si ha muerto o si se ha «reencarnado» en otra personalidad) es un personaje de una fortaleza solo comparable a la de Zhivago. Ambos se caracterizan más por su espíritu de sacrificio, por su compromiso con sus familias y por su capacidad de renuncia que por su ambición o su egoísmo.

Una epopeya en la que la historia acaba arrasando a las personas, a las que convierte en espectros irreconocibles para ellas mismas y hasta para los suyos, pero en las que el mensaje de Pasternak, crítico con la guerra y el bolchevismo (crítica limitada a la exposición de hechos, por cierto) por cuanto suponía de anulación del individuo, hace que, pese al aparente triunfo de la historia colectiva sobre la individualidad  reivindicada por el autor, esta última transcienda a través de una historia de amor, la de Yuri y Lara, tan bonita como amarga. Un amor no buscado; no querido, un amor al que se resisten por fidelidad a unas relaciones también machadas con las circunstancias; pero un amor necesario y al que, en última instancia, se rinden porque ya no tienen fuerzas para más; luchar contra él no sería luchar por los suyos, sino luchar por la nada. Cuando nada te queda, cuando ni siquiera te dejan ser quien eres, amar es el único modo de sobrevivir. Aunque el amor, las circunstancias mandan, tampoco es para siempre.




jueves, 16 de febrero de 2023

La tristeza del Samurái – Víctor del Árbol

 


No había leído nada de Víctor del Árbol, pero cualquiera que transite con frecuencia por la parte literaria de las redes sociales ha oído hablar de él desde hace ya una década. En general, positivamente. Viendo sus intervenciones allí parece un tipo sensato y cae bien. A lo cual debo unir que una de las personas en la que más confío a la hora de hablar de libros me dijo hace ya tiempo (aunque bien es cierto que sin mucho entusiasmo) que este autor «no estaba mal». Cuento esto porque cuando las expectativas sobre una novela se ven frustradas más culpa tiene la información previa que la novela, aunque la frustración ahí queda.

Por algún motivo esperaba una obra más «literaria», y también de cierta profundidad, y aunque reconozco haberme entretenido leyendo La tristeza del samurái, me he quedado con una sensación extraña: la de una obra construida ensamblando imágenes y recursos tópicos de manera tan evidente y obsesiva que se ha olvidado dar alma al fondo. Como un castillo infantil hecho con piezas recolectadas aquí y allá, de diferentes juegos, todas reconocibles pero que no acaban de encajar. Entre esas piezas, un malo malísimo, frío, elegante, cruel, todopoderoso y tan calculador que con seguridad y eficacia pasmosas se anticipa al pensamiento y la acción de cualquier hijo de vecino, ¡y con precisión de minutos!; heroicas «princesas» secuestradas; malos feotes, desfigurados, contrahechos, escondidos del mundo y enamoradizos (a su manera); viejas mansiones decrépitas; cartas antiguas que revelan culpas; «héroes» víctimas de su propio afán de justicia y en dramáticos problemas de apariencia irresoluble; traidores que se regodean en su propia vileza, traidores de medio pelo, y, sobre todo, gente que parece ser una cosa y es la opuesta; todo tejiendo una trama que enlaza sucesos de 1941 y 1981, con los mismos personajes y sus hijos; todo con tal mezcla que cada relación entre dos personajes se convierte en un circense «más difícil todavía». Una puesta en escena con muchas imágenes prestadas de la cultura cinematográfica popular y hasta de los cuentos, ensambladas de un modo demasiado tosco y que, por la voluntad de impacto que el autor quiere lograr generan dos efectos negativos: por una parte, saciedad; por otra, tanta atención a la puesta en escena desdibuja a los personajes, deshumanizados para limitarlos a encarnar su misión/obsesión en la novela. Mucho soponcio y encorsetamiento en clichés y poca psicología. Unamos un apreciable grado de truculencia para echar sal a las escenas e improvisadas soluciones extravagantes que lo mismo permiten hacer creso, sin explicación, al personaje en cuya penuria se han recreado el autor páginas atrás, que intentar, de modo fallido, vincular la trama al intento de golpe de Estado del 23-f (en realidad, con las referencias hechas lo mismo podría vincularse a cualquier otro suceso). Para colmo, ciertos anacronismos, la flagrante superficialidad de los datos en torno al 23-f y algunos fallos documentales evidentes acaban por reforzar la tosquedad a que antes he aludido. A título de ejemplo, Alfonso Armada –quien, dicho sea de paso, no pinta nada en el argumento- es calificado de «almirante» en vez de «general». Mira que como el autor se hubiera hecho un lío con lo de «Armada»…

Lo dicho: la trama, debido a los constantes malabares históricos, personales y emocionales y al uso continuo de imágenes tópicas, consigue resultar lo bastante atractiva para leer la novela con cierta placidez, lo que también facilita un lenguaje correcto pero simple, que ni se plantea provocar emociones por nada distinto a la descripción directa y poco elaborada. Esperaba mucho más. No me extraña que el samurái, encajado en la trama como podría haberse encajado a su tía la del pueblo -o como ha sido encajado el 23-f y algunas otras cosas- esté triste. Y hasta deprimido.

Termino volviendo al principio: quizá esta mala impresión sea culpa mía. O no supe interpretar la información que hasta mí había llegado, o me dejé engañar por una información incorrecta fruto de un aparato publicitario mejor engrasado que el literario. El caso es que mis buenas expectativas han resultado equivocadas.

En cualquier caso, un autor con cierto éxito. Por algo será. Pero los motivos no los he sabido encontrar.




lunes, 13 de febrero de 2023

Europa contra Europa (1914-1945) – Julián Casanova

 



Compré este libro hace ya bastante tiempo, años, en la presentación que su autor, Julián Casanova, hizo en la Librería Anónima en Huesca. Pero no ha sido hasta ahora cuando ha llegado el momento de leerlo, lo cual no ha supuesto ningún problema, porque su contenido sigue y seguirá indefinidamente de actualidad, ya que el estudio de ese periodo de la historia es imprescindible para comprender importantes temas del presente y los posibles rumbos del futuro. 

Sería una osadía y un desastre por mi parte, dada mi supina ignorancia en la materia, juzgar este libro por lo que cuenta y lo que no, pero sí puedo hacerlo desde la perspectiva de si cumple o no el objetivo con que lo compré: hacer algo de luz en mi mollera, oscurecida, como la de casi todo el mundo, porque dos generaciones de españoles –incluidas dos generaciones de profesores- no tuvieron la ocasión de leer y formarse con estudios rigurosos en materia de historia contemporánea; en consecuencia es eso, ignorancia, lo único que han podido transmitirnos; mollera oscurecida, también, por la monumental empanada propiciada por la pervivencia de lugares comunes que llevan toda la vida asaltándote desde todas partes, por los efectos a largo plazo de la propaganda interesada y por la popularidad en las últimas décadas de bastantes pseudohistoriadores –omnipresentes en medios de comunicación- poco o nada interesados por la historia.

Julián Casanova, historiador profesional, catedrático de Historia Contemporánea, ofrece en este libro divulgativo pero de corte académico un breve pero riguroso cuadro de un periodo crucial –el de entreguerras- haciendo luz sobre los orígenes y consecuencias de la Primera Guerra Mundial –y su íntima relación con el establecimiento de los primeros regímenes democráticos en sustitución de las monarquías autoritarias- y el devenir de los posteriores autoritarismos, que en su mayor parte con la excusa de prevenir el comunismo acabaron con esas incipientes democracias tratando  de aunar los intereses de las viejas clases dominantes que los auspiciaron con la nueva situación socioeconómica y de política de masas derivada de la industrialización, hasta acabar en la brutal catarsis de la Segunda Guerra Mundial.

Divulgar es relativamente sencillo. Divulgar desde el rigor es bastante más complicado. Julián Casanova lo consigue gracias a una exposición sumamente clara y ordenada que resume bastante bien una montaña de información histórica en la que, si uno llega a ciegas, lo normal debe de ser acabar extraviado.

Una gran obra que merece la pena leer tanto si lo que buscas es un breve compendio que te permita tener unas pocas ideas fundamentales claras, como si lo que buscas es iniciarte u orientarte.




jueves, 9 de febrero de 2023

La desaparición de Adèle Bedeau – Graeme Macrae Burnet

 



Adèle Bedeau es una chica joven, guapetona, no muy extrovertida en su trabajo como camarera en el pequeño restaurante francés de una también pequeña localidad, Saint Louise tan cercana a la ciudad suiza de Basilea que forman un mismo núcleo urbano artificialmente dividido en dos.

Un buen día Adèle desaparece. ¿Se ha ido, ha tenido un accidente, ha sido secuestrada…? ¿O ha sido asesinada? Quien más y quien menos está convencido de lo último, pero para confirmarlo hace falta encontrar el cadáver de la pobrecilla.

El inspector de policía Gorski, ya entrado en años, se enfrenta al caso con cierta parsimonia y no muchas ganas. No está habituado a investigaciones de este tipo, porque Saint Louise es un lugar muy tranquilo, y además le persigue el recuerdo de una investigación por asesinato, en sus primeros años, saldada con la condena de un hombre al que él siempre ha creído inocente. Aquel éxito que él sabe fracaso aún le duele y le hace desconfiar de sí mismo y de su capacidad.

Como no se sabe qué ha sucedido con Adèle no es fácil encontrar sospechosos de no se sabe qué, pero entre ellos pronto aparece un tipo peculiar, un tal Baumann, solterón, director de una oficina bancaria, hijo de un padre excesivamente riguroso, que come y cena en el restaurante de marras y que como anda obsesionado por lo que los demás puedan opinar de él a partir de lo que hace, por nimio que sea el detalle, a la hora de hablar se metería en menos líos si contara las cosas tal y como son. De Baumann, el verdadero protagonista, el lector llega a saber muchas, muchas cosas, dándole una ventaja sobre el investigador -un buen hombre pero todo un pasmarote- que permite crear una atractiva tensión en la lectura.

Con este planteamiento (una muchacha desaparecida y dos hombres taciturnos, poco movidos y hasta aburridos, aunque uno de ellos algo grillado, el autor construye una novela que va de menos a más, de muy poco al principio a mucho al final, en la que va edificando una historia contundente que, al tiempo que crece, permite ir avanzando hacia la resolución de… De lo que sabrá quien lea la novela, porque el pasado suele alcanzar a todo el mundo y el caso presente se acaba confundiendo con el caso pasado.

El final es sorprendente, y, casualidades lectoras, tiene cosas en común con dos novelas que he leído hace poco: la suerte del protagonista (en común con La avería) y lo guapos que hubiera estado el protagonista si se hubiera limitado a no hacer nada (El largo camino a casa)

Claridad expositiva, lenguaje adecuado, con cierta fuerza, estructura estupenda, buena mezcla entre la tensión de la acción y la tensión psicológica de los personajes, y un entorno fácil y agradable de imaginar.

Una lectura de lo más entretenida y de factura más que buena.




lunes, 6 de febrero de 2023

La avería – Friedrich Dürrenmantt

 



Breve y buenísimo, este librito cuenta la historia de un comercial que sufre una avería en su nuevo cochazo y acaba alojado en un pueblo, en casa de un antiguo juez, ya jubilado, que lo invita a compartir una velada con unos amigos, todos también octogenarios, jubilados y que en el pasado, como el anfitrión, tuvieron profesiones del ámbito jurídico: un antiguo fiscal, un abogado y, ejem, un verdugo (en este caso dejémoslo en que si a la justicia corresponde «juzgar y hacer ejecutar lo juzgado», al verdugo le toca «ejecutar al juzgado», ejem). La cena, opípara, viene acompañada de otra invitación/petición que el protagonista puede aceptar o no: prestarse a la pantomima con que los cuatro amigos se divierten en sus encuentros: escenificar un juicio donde el quinto invitado –siempre variable- asume la condición de acusado.

Y es que, como quien más y quien menos todo el mundo ha hecho en su vida algo de lo que no se siente orgulloso, todos somos susceptibles de enjuiciamiento. Con la ventaja que da la ausencia de formalismos, el «juicio» transcurre en un ambiente de juerga alimentada por los mejores vinos y pitanza suficiente como para saciar a cinco hipopótamos.  

De este modo es como, con la «ayuda» del vino y la habilidad del fiscal y el juez, y ante la impotencia de su abogado defensor, el «acusado» acaba sabiendo no solo las cosas que ha hecho en la vida, que ya las sabía y las cuenta sin recato porque no creía tener nada que esconder, sino, y esto es lo importante, al verlas en boca de otros expuestas de modo metódico y lógico averigua por qué las ha hecho. Es así como vemos el modo en que muchas pequeñas decisiones mezquinas son tomadas sin reparar más que en su miserable efecto inmediato, sin pensar jamás en sus eventuales consecuencias últimas.

El final, distinto al que todo lector espera e impactante.

Una grandísima novela que no alcanza las cien páginas y se lee de un tirón.

Más que recomendable.




jueves, 2 de febrero de 2023

Tiempo curvo en Krems – Claudio Magris

 


Cinco relatos componen este breve volumen. No existe un hilo conductor entre ellos, más allá de la edad de los protagonistas y del papel que los recuerdos juegan en casi todos.

Se lee rápido y bien, siendo el relato que da título al volumen el más largo y confuso de todos. Sin embargo, pese al prestigio del autor, confieso que esta lectura me ha dejado más o menos como estaba, que ningún relato ha conseguido impactar en mí, salvo, quizá, el relato en el que un viejo profesor asiste al rodaje de una película inspirada en una novela que a su vez se basaba en un hecho real que él protagonizó en su juventud; y en aquel hecho real había una mujer, y lo que pasó y no pasó entre ellos no es, sin duda, ni lo que cuenta la película ni lo que él hubiera deseado. Así, en medio de una acción en todo momento moribunda y un ambiente desazonador, llega un final que parece anodino y que, con solo una breve frase que da cuenta la improvisada acción de un personaje hasta ese momento absolutamente secundario, cambia todo con una brillantez tal que transforma desde el inicio el relato. O cómo hacer magia y, con una sola idea, hacer que el lector, que ha leído todo el relato menos una frase con sensación de pesadez, acabe entusiasmado.