En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 29 de mayo de 2023

La conciencia de Montalbano - Andrea Camilleri

 

 

              Cuando hay un céntimo por medio pocos son los editores que respetan la voluntad de ningún autor. La codicia puede más que el respeto, la memoria y quizá que la amistad. Lo digo porque Andrea Camilleri anunció varios años antes de morir (y se repitió hasta la saciedad) que tenía preparada la novela –a publicar tras su muerte-  que daría fin a su personaje, Salvo Montalbano; y, una vez que Camilleri falleció y esa novela (Riccardino) se publicó, todos los lectores, con pena, dimos por finiquitado al comisario de Vigàta.

              Es lo que había querido su autor. Y el destino que dio a Montalbano obliga a pensar que no quería verlo de nuevo por el mundo. Y por algo mató Cervantes a don Quijote.

              Aunque La conciencia de Montalbano contiene seis relatos que de una u otra manera habían visto la luz en vida de Camilleri (cuatro en antologías de su editorial original, otro en una edición no venal para Unicredit y el sexto como colaboración en fascículos en un nuevo proyecto periodístico), no formaban parte de la colección «oficial», por lo que la mayoría de sus lectores no los conocíamos. Su aparición ahora en ella, después de la publicación de Riccardino, no sé si es una traición a la voluntad del autor o, simplemente, tomársela a pitorreo.

O tomarse a pitorreo a los lectores.

              Me permito conjeturar que, por razones mercantiles, ningún editor quería dejar pasar demasiados años entre la muerte de Camilleri y el anunciado libro que pondría fin a Montalbano, y que una vez hecho esto se están apresurando a explotar cuanto resto encuentran.

              Para los devotos de Camilleri, como yo, ha sido un dilema optar entre la fidelidad al autor y la fidelidad a su personaje. El modo en que yo lo he resulto está claro: he leído el libro. A fin de cuentas, me había familiarizado con Montalbano, no con Camilleri, pero este circo me hace sentir mal. Como un vil traidor.

              El lector que no vaya a ser fiel al deseo de Camilleri, y que no haya leído aún Riccardino, puede, dentro de esa infidelidad, ser más fiel a la memoria de Camilleri de lo que yo lo he sido. ¿Cómo? Leyendo La conciencia de Montalbano antes que Riccardino. ¿Cuánto antes? Poco, porque si bien es cierto que el primer relato está situado –por referencias musicales- en la década de 1980 (lo cual, por cierto, no concuerda con la edad del comisario en el resto de la saga) los restantes tienen lugar cuando el personaje anda por los cincuenta y muchos; es decir, próximo al final de la serie.

              La edición incluye una nota con el origen de los relatos, situando su aparición, si no recuerdo mal, entre 2007 y 2018. Sin embargo, el primero –que transcurre temporalmente en los años 80- se distingue por su redacción, algo torpe y prolija comparada con el conjunto de la obra; ese dato y que la acción pueda fecharse cuando he dicho permite sospechar que quizá Camilleri lo tenía redactado bastante antes de su publicación en 2013.

              Ese primer relato comienza con el descubrimiento de un muerto, aparentemente por sobredosis, en la playa de Vigàta.

El segundo aborda los problemillas de un bodeguero para pagar el pizzo a la mafia.

En el tercero, homenaje a Hitchcock y escrito para poder ser publicado en pequeñas partes, Montalbano está en Roma y, por una vez, sigue siendo él mismo a pesar de estar fuera de su ambiente. Su afán de meter las narices en todo le hace cotillear; y, el cotilleo, le hace investigar.

El cuarto es un pequeño divertimento, sin investigación propiamente dicha, que gira en torno a la plaga de invitaciones a cenar en Nochevieja recibidas por Montalbano, y el modo en que intenta escaquearse de cuanto no le interesa.

El quinto gira en torno a una infidelidad y un «no delito», y en cierta medida es, como el sexto (que sirvió de base a una de sus novelas y es una versión reducida de la misma) una novela pequeñita. En la primera se ventila un robo y en la segunda un asesinato.

Con la excepción del primer relato, que parece redactado en otro momento, todos los demás son puro Camilleri: diálogos ágiles y acción expeditiva, si bien, posiblemente por las razones de su redacción, quizá haya un exceso de sobreactuación en las manías y rarezas de los personajes. Al fin y al cabo, como iban de invitados, debían hacer lo que de ellos se esperaba.

Y esto es cuanto tengo que decir sobre la aparición del fantasma de Montalbano.

 

 

miércoles, 24 de mayo de 2023

Elizabeth Hardwick - Noches insomnes

 



Tras dos novelas fallidas a los 29 y a los 39 años, Elizabeth Hardwick (1916-2009), a los 63, cuando nadie la conocía más que por su faceta de crítica literaria y ensayista, (y por haber fundado The New York Times Book Review) sorprendió a todo el mundo publicando Noches insomnes, una novela que, a decir de muchos, es una obra maestra. 

Hardwick estuvo casada con uno de los más famosos poetas norteamericanos del siglo XX, Robert Lowell. Fue un matrimonio complicado por las andanzas y locuras de Lowell, que falleció en 1977. Noches insomnes vio la luz en 1979, y se inicia con la recuperación de la libertad de la narradora. O, más que con la recuperación de su libertad, con una visión algo tenebrosa del mundo, como si la muerte del marido fuera el principio del fin de todo, razón por la cual el libro es un largo mirar atrás con sabor a evaluación y despedida.

A lo largo de Noches insomnes el lector se asoma a la memoria de la narradora (que tantos puntos en común tiene con la autora) en forma de recuerdo de varias personas. Anónimas unas. Célebre alguna otra.

El libro está maravillosamente escrito. La prosa es limpia, concisa, clara, distinguida y elegante. Se diría que cada palabra, cada párrafo y cada capítulo han sido planificado con precisión científica, calculado y revisado hasta dar con la palabra exacta. El tono es el que he señalado antes, entre la memoria, la reflexión, la despedida y la evaluación de si la vida ha merecido la pena. Nada más. Y nada menos. No hay una trama, sí un argumento.

Gran libro, digo, pero también una obra exigente para el lector: requiere buena concentración, intentar ver más allá de la literalidad de las palabras e imbuirse de un ánimo algo oscuro para mirar atrás, a través de los personajes retratados, con no mucha satisfacción y tampoco demasiada esperanza.

Un gran libro triste.


lunes, 22 de mayo de 2023

Solo humo – Juan José Millás

 



Juan José Millás tiene admiradores y detractores, y unos y otros lo son por lo mismo: porque en pocos autores como él se cumple el dicho de que se pasan la vida escribiendo el mismo libro. En consecuencia, si te gusta, como es mi caso, estás encantado; y si no, no puedes con él.

¿Qué es lo recurrente en Millás? Los personajes que andan buscándose a sí mismos incluso en los utensilios más corrientes, siempre perdidos y siempre topándose con sus propios miedos y anhelos a la vuelta de casi todas las esquinas; y el andar con un pie en la realidad y otro en la irrealidad, cuando no son los pies los que están en un sitio y la cabeza en otro.

Solo humo lo protagoniza un chico de dieciocho años que apenas ha conocido a su padre, con el que tiene cuentas pendientes porque lo abandonó a él y a su madre, pero del que hereda un pisito en Madrid.

¿Qué hay en el piso? Aparte de una vecina, cercana a los cuarenta, muy pimpante, y un amago de novela de su padre, hay un montón de libros entre los que se encuentran los cuentos de los hermanos Grimm. El protagonista nunca ha leído, pero estos cuentos lo subyugan de tal manera que se disocia entre su yo real y el que anda metido en cada cuento, donde, además, se proyecta su subconsciente. O su consciente. O vaya usted a saber qué, porque estamos hablando de Millás.

Así que el chaval viaja de este mundo al otro y del otro al uno, teniendo además el aliciente de que en ese otro mundo de vez en cuando se topa con un fantasma como él: su padre. El reencuentro del lector con varios cuentos famosos, y el sorprendente encuentro con su versión original, también animan la lectura.

La figura del padre está presente de modo constante, aunque el lector no acaba de saber bien para qué lo busca el protagonista: ¿Para conocerlo? ¿Para entenderlo? ¿Para congraciarse con él? Quien lea la novela no lo sabrá hasta el final, y le sorprenderá. Lo importante es que a ese fin a un tiempo claro y difuso se dirige la vida del protagonista creando paralelismos nunca sabemos si orientados por el destino o por el subconsciente. Lo único cierto, como podrá comprobar el lector, es que la mejor manera de vencer a los fantasmas es hacerles frente, para lo que hay que salir en su búsqueda.

El desenlace, que no voy a contar, permite a los lectores menos perezosos hacer un análisis de las razones del protagonista que sin duda condicionará la interpretación de la novela, enriqueciéndola. Quien no se moleste en hacerlo simplemente habrá pasado un buen rato de lectura con un escritor con un enorme dominio del lenguaje y la escena.

Me parece prodigiosa la capacidad de Millás para sumergir al lector en sus mundos con apenas unas pocas líneas. Los capítulos son muy breves. Las ideas y la exposición de las cosas son diáfanas y concisas. Máxima información con las mínimas palabras, sin perder la capacidad para ambientar.

Un lujo, Juan José Millás.


martes, 16 de mayo de 2023

Carmen María Machado – Su cuerpo y otras fiestas

 


Vaya libro de relatos, el de Carmen María Machado. Muy bueno, aunque no siempre fácil de leer.

Son ocho los relatos incluidos en el libro. El primero, el de una mujer que siempre va con una cinta atada al cuello, es al que alude la portada; interesante por el modo en que crea el suspense en torno a la cinta y por lo inesperado del desenlace, resulta engañoso no por sí mismo, sino porque poco tiene que ver con el resto de relatos, entre los que destaca el más largo, «Especialmente perversos», en el que el lector acaba construyendo una historia de dos policías, hombre y mujer, sobre la base de una secuencia de retazos de información sobre actividades, problemas, aspiraciones, etc. Aunque al principio me desorientó, al final le cogí el tranquillo. Más normalito y asequible es el relato sobre la escritora que acude a una especie de retiro perdido en el bosque, cerca de donde, de pequeña, participó en campamentos. Del resto ya sabrá quien lea este libro.

Siendo historias independientes, no hay más hilo conductor que los elementos comunes: protagonistas femeninas homosexuales, frecuentemente casadas con otra mujer; el sexo, liviano, rutinario, no muy encantado de haberse conocido; problemas psicológicos latentes, visiones y alucinaciones, reacciones inesperadas y soledad incluso cuando se está en compañía. Relatos, en definitiva, protagonizados por personas problemáticas encerradas en sí mismas, que miran el mundo desde dentro de su mente sin acabar de ser capaces de integrarse en él.

Una buena lectura, a veces algo exigente. Más para disfrutar de la literatura que para pasar el rato.




sábado, 6 de mayo de 2023

La isla del doctor Schubert – Karina Sainz Borgo

 

 

Karina Sainz Borgo me ha dejado pasmado con esta obra bellísima, que solo puede escribir alguien que vive en la Literatura como otros en su casa, y que solo debe ser leída por quienes saben que afrontar una lectura sin buscar nada en ella es la mejor manera de encontrar cuanto sus páginas ofrecen. Hace poco comenté en este mismo blog que C. S. Lewis, en La experiencia de leer, señalaba que, si el lector «no literario» es el que pasa la obra por el tamiz de sus propios objetivos, el «lector literario» es quien, sin objetivos, se pasa a sí mismo por el tamiz de la obra. De resultas, la obra cambia al «lector no literario». Es así como debe experimentarse el arte.

              Lo que no recuerdo es si Lewis dice que hay obras que solo pueden leerse como «lector literario», porque de otro modo nada de ellas encaja en ningún sitio y te pegas un tiro. La isla del doctor Schubert es un ejemplo.

              ¿Qué sucede cuanto pasas por el tamiz de esta obra?

              Pues que cada vez que luego piensas en ella te entra un súbito relax y te quedas sonriendo con la cara un poco pánfila de quien se abstrae rememorando una mezcla de suave levitación y dulce sueño. Y más si la lees un día luminoso de primavera, con una luz tan semejante a la balear. Así de bonita es.

              Cosa distinta es que me resulte fácil o posible explicar de qué trata. La isla del doctor Schubert no es una historia, ni una reflexión, ni nada que tenga un nombre. Es una especie de sueño escapado de una biblioteca y atracado en una cala balear. Una mezcla de fantasía y evocación, comenzando por el título; una mezcla en la que Schubert, su isla y todo lo que hay, no hay o pudo haber en ella parece llegado del confín de los tiempos literarios y en tránsito hacia el sueño de todos los lectores que han sido y serán. Leer esta obra es como pasear por una biblioteca donde las imágenes de novelistas, filósofos e historiadores se fugan de los libros para mezclarse y crear otras, bellas, extrañas, armónicas y efímeras, delante de tus narices, aunque de inmediato se disuelvan para que sus restos alimenten otras. Solo de vez en cuando encontramos una referencia que ancla la isla y al lector en algún lugar del Mediterráneo y del presente; pero es un lugar singular: una nueva isla balear capaz de fundirse con las reales, de escindirse de ellas, de crecer y achicarse, de mutar en el tiempo y en el espacio, una isla donde sabes que detrás de cualquier piedra puede estar Homero sesteando en soledad, imaginando una Odisea aún no escrita, aunque sea para sortear luego a los turistas y tomar un avión. Ni siquiera las tres furias en libertad son capaces de hacer mediocre una línea. La isla del doctor Schubert, bien lo sabe la copista, es un canto de sirena.

              No soy capaz de saber qué ha querido hacer Karina Sainz al escribir esta obra, aunque sospecho que si algo la ha motivado ha sido dejarse llevar y disfrutar. Lo que sí sé es que un texto así está al alcance de cuatro gatos. O de dos o tres. El cambio de registro respecto a sus anteriores libros es tan extraordinario y el extraño resultado es tan bello y equilibrado que impresiona. Me la imagino escribiendo esta obra, con el bolígrafo convertido en batuta, con los gestos de quien dirige una orquesta.

              Es grande Karina Sainz Borgo.