En poco tiempo llevo leídas varias novelas donde fronteras
conflictivas condicionan la trama. Las tres primeras de Veit Heinichen, que
tienen por protagonista a Proteo Laurenti y se desarrollan en Trieste, y ahora
Muerte en Estambul, de Petros Márkaris, que transcurre íntegramente en la
antigua Constantinopla, dividida por el Bósforo y frontera comercial y política
entre Europa y Asia.
Y allí, en Estambul, donde como en toda frontera estratégica
la historia ha hecho de las suyas resultando deudora de cuantos pueblos habitan
en los alrededores, donde entre cada mayoría hay un buen número de minorías que
se resisten a verse disueltas, está el comisario Jaritos de vacaciones, junto a
su esposa. Y una de las minorías es la griega, casualmente.
Ocurre además que un caballero ha muerto envenenado en Grecia, y a la presunta asesina se la supone en Turquía y, más en concreto, en Estambul. Por aquello del Pisuerga, el jefe echa mano de Jaritos, que se ve obligado a alternar turismo y trabajo; aunque, eso sí, de la mano de la policía turca, con cuyo representante mantiene relaciones desconfiadas que se van dulcificando a medida que la colaboración se evidencia. Ni que decir tiene que, siendo marca de la casa, las cuestiones personales del comisario forman parte de la novela tanto o más que el misterio: y si por una parte tenemos al matrimonio haciendo turismo de andar por casa, en plan “Viajes El Rebaño” (feliz ocurrencia de un antiguo profesor), por otra se han llevado un soponcio tremendo con la decisión de la hija de casarse por lo civil.
¿Y cómo transcurre la historia? Salpicando lo profesional
con lo personal. En esta ocasión la modalidad de “lo profesional” elegida por
Márkaris es un clásico: se sabe quién es “el malo” y la emoción está en cuántos
crímenes va a cometer y si lo van a pillar antes de que no deje títere con
cabeza. Lo particular de Muerte en Estambul es que la asesina es una
nonagenaria (tampoco descubro nada diciéndolo), quien a punto de salir de este
mundo ha decidido ajustar cuentas con su pasado. Esas cuentas, y con esto
vuelto al principio, tienen mucho que ver con la historia de una ciudad como
Estambul, frontera de tantas cosas.
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