¡Gracias sean dadas a los dioses y a Booket por reeditar este libro publicado en España en Destino y descatalogado hasta el 17 de noviembre de este año!
Un hilo de humo fue la segunda novela publicada por Andrea Camilleri. Fue en 1980, cuando tenía 55 años. La tercera llegó en 1992, ya con 67. Ojalá la primera, El curso de las cosas (1978), vuelva a ver pronto la luz en español.
Para los devotos de Camilleri Un hilo de humo lanza un hilo de luz sobre los orígenes de su obra. En muchas de sus novelas posteriores reprodujo el planteamiento de ésta (una sucesión de escenas sobre varios personajes que crean una historia coral, o una historia de historias) si bien depurado y mejorado, pues en Un hilo de humo hay algunas escenas un poco confusas y la división entre «actos» es menos evidente que en obras posteriores del mismo tipo, como La desaparición de Patò, La concesión del teléfono, La ópera de Vigàta o El sobrino del emperador, todas reseñadas en este blog.
Es decir, Un hilo de humo no es la mejor obra de Camilleri en la «Vigàta histórica», ni siquiera es una obra ambiciosa, pero sí es una historia fresca que ya luce las principales características de las mejores y más divertidas novelas del autor: el universo de Vigàta comienza a tomar forma, es el primer salto a un pasado no demasiado remoto (finales del siglo XIX) donde la ingenuidad de unos y las malas artes de otros comienzan a conformar la situación política y social derivada de los cambios políticos impuestos por la unificación de Italia y del auge de la mafia; descubrimos que el estilo breve, directo, telegráfico de Camilleri, con poca descripción, mucho dato relevante y siempre con un punto de sensualidad vinculado a atracciones irresistibles, venía ya de antiguo y, por encima de todo ello, vemos su fidelidad al constante pivotar de sus historias sobre las debilidades del ser humano.
Salvatore Barbabianca es un estafador ya de cierta edad que ha hecho fortuna a costa de todo el que se ha cruzado en su camino. Un tipo que solo tiene escrúpulos a la hora de dejar de estafar una lira. La historia comienza cuando está a punto de llegar a Vigàta un carguero ruso para llevarse un montón de toneladas de azufre, encargo que Barbabianca, por culpa del «inexplicable» retraso en un telegrama, no va a poder atender. Un desastre que lo va a conducir a la ruina.
Todo el mundo se entera de la inminente llegada del carguero con la misma velocidad con que corre la voz de que los almacenes de don Salvatore están vacíos y que nadie va a mover un dedo por ayudarle a llenarlos, Al contrario, las zancadillas se van a suceder primero con amabilidad –por prudente cobardía- y, pronto, cuando la cosa se da por hecha y la cobardía desaparece, con un desprecio no fundado en la valentía sino en una ruín sensación de impunidad. Vigàta en pleno, y en especial todo el que tiene cuentas pendientes con el estafador, se dispone a disfrutar la caída en desgracia de Salvatore Barbabianca, patrocinada por uno de sus rivales.
No deja de ser una venganza vergonzante porque todos la disfrutan pero ninguno da la cara. Barbabianca y los suyos, por su parte, tienen que soportar el amago trago de la humillación.
El hilo de humo al que alude el título es el del carguero ruso al divisarse en el horizonte. Un hilo que para unos representa la esperanza y para otros el final. No es mal título como presentación de la obra entera de Camilleri, en la que las distintas miradas que admiten la realidad juegan siempre un papel fundamental.
Lo que he dicho hasta ahora más o menos lo explica la sinopsis. Si añadiera más datos destriparía la novela, así que me limitaré a decir que quien es mezquino acaba expresando su mezquindad de una manera o de la opuesta, según sean las circunstancias. Camilleri muestra que de la adulación a la traición el paso es tan pequeño como la dignidad de quien incurre en cualquiera de esos dos vicios. Una historia sobre la mezquindad, la vanidad y la cobardía que les es aneja y, también, con un final humano, porque queda claro que ya desde el principio de su obra Camilleri cuidó este extremo. Un toque final, el de Camilleri, que nos dice que aunque la realidad nunca cambia, a veces es posible escapar a ella gracias a eso que ahora se llama «justicia poética» y que en realidad a menudo consiste en dar una oportunidad a la casualidad para que traíga la suerte.
Encantado de haberlo leído.
Un hilo de luz en Todos tus libros
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