En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

martes, 20 de marzo de 2018

La desaparición de Patò - Andrea Camilleri

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Más desaparecida que Patò está La desaparición de Patò, novela imposible de encontrar en ningún sitio, ni en papel ni en ebook, y que incomprensiblemente no se reedita. Su lectura debo agradecerla a tener amigos con una más que notable biblioteca.

Vigàta, como siempre. Esta vez a finales del siglo XIX. El 21 de marzo de 1890 se produce un acontecimiento notable: durante la representación de la Pasión en una abarrotada plaza, Judas –interpretado por Antonio Patò, el honesto, serio y comedido contable y director de la oficina del Banco de Tinacria-, en el momento de morir desaparece lanzándose a un abismo (un agujero en el escenario), licencia artística para evitar la dificultad de escenificar un ahorcamiento sin que el actor se asfixie. Nadie vuelve a verlo jamás.

     La novela es la historia de la investigación, narrada en ese estilo «camilleresco» en el que el narrador es sustituido por una secuencia de informes, documentos y comunicaciones oficiales así como de distintos recortes de periódico, todos los cuales no solo dan cuenta de los hechos (de por sí divertidos) sino, sobre todo, de los intereses –normalmente mezquinos y vinculados al deseo de vivir sin problemas y de aferrarse al sillón- de cada uno de los intervinientes, porque si una constante hay en las novelas de Camilleri es que cada cual va a lo suyo, por pequeño que sea -salvo algún ingenuo y quijotesco personaje, que siempre hay- y no dudan en vaguear o en mirar hacia otro lado cuando nada bueno les puede acarrear lo contrario. Todo lo cual, además, está expresado con el lenguaje rimbombante de quienes intentan darse importancia a toda costa.


     La reconstrucción de los hechos parte de la rivalidad y el odio mutuo de dos cuerpos rivales: policía y carabineros. Ambos tratan de avanzar a su aire, de obstaculizar al otro o, según vengan las tornas, de escaquearse; todos eluden los problemas y buscan las medallas. Los responsables de ambos cuerpos en Vigàta gozan del visto bueno de sus respectivos superiores gracias a esa rivalidad y a las mentiras e «interpretaciones libres» con que rebozan sus informes. Así permanece la situación hasta que un prócer se interesa en el tema, momento en el cual el apego al sillón, más que la suerte de Patò, moviliza la investigación con la coordinación necesaria y en la dirección adecuada.

Claro que, como también suele ocurrir en las novelas de Camilleri, encontrar la dirección adecuada puede no ser la mejor opción para el investigador, no sea que acabe metiendo las narices donde no debe, momento en el que los «poderes fácticos», siempre tan vinculados a la corrupción y a la mafia y, desde luego con lazos allá donde hay poder, sea político o incluso religioso, se dejan notar y obligan a ingenuos y quijotescos a usar el ingenio para avanzar hasta donde razonablemente puedan hacerlo para mantener tranquila su conciencia.

No voy a contar detalles de la investigación, pero sí que de nuevo en esta obra encontramos la enternecedora mezcla de intereses vinculados a la debilidad de la carne con otros relacionados con la ambición política y económica. La suerte de Patò, del que nadie sabe si está vivo, muerto o secuestrado -porque caballero tan caballeroso no puede darse a la fuga-, se hace muy evidente a partir de cierto momento de la novela, lo cual produce la engañosa sensación de que el lector avanza desde ese punto por un camino ya conocido. Pero insisto: es una sensación engañosa, porque Camilleri, al final, da un giro inesperado que conduce la obra al final más típico de este autor: ¿a quién le importa la verdad cuando casi nadie tiene nada que ganar con ella?

Una obra divertidísima, de las primeras de Camilleri, aunque creo que ligeramente inferior a otras como La ópera de Vigàta.

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