En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 2 de diciembre de 2013

El miedo de Montalbano – Andrea Camilleri




El miedo de Montalbano (Serie Montalbano, 9)


             Una de las grandes virtudes que aprecio en los libros del comisario Montalbano, a medida que los voy leyendo, es también uno de los grandes problemas a la hora de hablar de ellos: cada nuevo libro es “más de lo mismo”. Pero esto, que suele ser una crítica, en esta ocasión no lo es, con lo que el misterio pasa a ser cómo se las apaña Camilleri para evitar el hastío que otros escritores producen cuando, por enésima vez, sacan sus personajes a pasear.
           
            Quizá la razón sea que mientras esos escritores se empecinan una y otra vez en contarlos los traumas profesionales y afectivos de sus criaturas, con lo que acaban narrando mil veces la misma historia y, en consecuencia, reviviendo mil veces las mismas penas y dando lugar a planteamientos parecidos, Camilleri apenas lo hace, confiando en que las presentaciones no son necesarias porque el lector ya conoce a Salvo Montalbano. De ahí que pueda  ir tan campante a la esencia de las historias y que la extensión de los relatos se reduzca, haciendo muy ágil la lectura. Esto no impide que el lector encuentre aquellas cosas que han hecho atractivo al personaje: su gruñona personalidad, su inconsciencia del riesgo, y su entorno, cada vez mejor perfilado, así como un tomo desenfadado que a menudo entra de lleno en lo humorístico. Pero eso es lo que ocurre cuando uno se reencuentra con un amigo: que conoce su humor sin necesidad de que cada vez vuelva a contarle su vida. Así que una vez dicho esto, queda claro que lo que diferencia El miedo de Montalbano de sus predecesoras es, en realidad, el contenido del caso. O de los casos, porque estamos ante un libro con seis relatos, tres de los cuales son breves. De los otros alguno hay que llega a ser casi una pequeña novela.

            Helos aquí:


Día de fiebre (relato corto)

            Un atraco. Un tiroteo. Una niña herida. Un vagabundo que la atiende con pericia. Y el instinto de Montalbano para ver qué hay detrás de ese hombre.

Herido de muerte

            Un hombre muere tiroteado en su cama. La sobrina que lo cuida ha tenido tiempo de ver escapar al asesino, y incluso a su vez le ha disparado. Es una muchacha joven, que ha sido explotada toda la vida por su tío. Una muchacha callada e inquietante, pero también valerosa, que turba a cualquiera que se pone ante sus ojos. La lista de posibles criminales es larga, porque el hombre se dedicaba a la usura. Pero ya sabemos que las primeras impresiones engañan, y a menudo también las segundas, y quién sabe si las terceras.

Un sombrero lleno de lluvia (relato corto)
  
            Montalbano está en Roma, obviamente en contra de su voluntad. Por azar se topa con un antiguo conocido, que lo invita a cenar. Al acudir a la cena cae el diluvio, El comisario acaba empapado y, mientras camina por la calle, se agacha a recoger un sombrero que se le ha caído a un hombre. Y ya no acudirá a la cena.

El cuarto secreto

            Un albañil albanés muere al caer de un andamio. Nadie hubiera sospechado nada de no haber sido porque, con retraso, llega a la comisaría un anónimo advirtiendo de que el accidente va a ocurrir. Montalbano toma cartas en un asunto competencia de los carabinieri, y acaba confirmando lo que es obvio: que el accidente no lo fue. También hay otra cosa obvia: consigue averiguar los por qué y los quiénes.

El miedo de Montalbano (relato corto)

            El pobre Montalbano ha sido arrastrado a la montaña. Durante un paseo tiene ocasión de salvar a una mujer que se ha despeñado, y que está colgando sujetada por su marido. Entre los dos consiguen salvarla, pero ella está en estado de shock. Cuando el marido vaya a darle las gracias, una mirada le bastará al comisario para comprender toda una historia que le hará asustarse de sí mismo.

Mejor la oscuridad

Un cura aparece en casa de Montalbano diciendo que una anciana a punto de morir quiere decirle algo, el cura no se lo puede anticipar debido al secreto de confesión. Montabano acude a regañadientes, pero la mujer solo dice una cosa antes de morir: que el veneno que dio, no era veneno. Y con semejante dato, eche usted un repaso a los más de noventa años que estuvo esa mujer en el mundo. Uno de esos viejos misterios que nada han de suponer jurídicamente pero que Montalbano no es capaz de rechazar. Y lo resuelve, por supuesto, llegando a algunos dato de forma sagaz, aunque engañosa, porque en realidad el misterio se resuelve gracias a un recurso facilón que ya Camilleri ha usado otras veces: la prodigiosa memoria de algunas personas y la capacidad del comisario de relacionar los hechos.



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