Fluye el Sena es
un libro con tres relatos protagonizados por el comisario Adamsberg, el primero que leí de este personaje, aunque no el
primero en publicarse, que fue El hombre
de los círculos azules.
Aunque
El hombre de los círculos azules es novela negra (o policiaca o como ustedes gusten extender la clasificación),
lo cierto es que es tan fantasiosa que resulta complicado compartir con los personajes la más mínima
preocupación o ansiedad, ya que los crímenes son, por así decirlo, demasiado
rebuscados para ser creíbles. Y, si el crimen no es creíble, víctimas y criminales
pasan a ser más actores que personajes. Por no hablar de las piruetas finales,
en plan “más difícil todavía”. Claro que este tipo de historias son un
ejercicio de fantasía que también tiene su valor, e incluso han originado todo
un mundo de libros fundados más en la intriga y en la curiosidad que despierta
la solución del misterio que en su proceso de
resolución. Una mezcla entre novela negra y juvenil.
Estamos
en París. De pronto, de día en día,
comienzan a aparecer en el calle círculos de tiza azul. Solo uno por noche. Un
gran círculo. Y junto a él, una leyenda: “Víctor, mala suerte, ¿qué haces
fuera?”. En medio del círculo, un objeto. Un trozo de correa de reloj, un
tapón, siempre objetos insignificantes.
Tamaña
“aventura” produce un hecho sorprendente y una ausencia todavía más notable: el
hecho, una atención de los medios de
comunicación increíble e inexplicable; incluso artículos de opinión dedican al "suceso", amén de hacerse eco de lo que ha dicho Fulanita al respecto no sé dónde. La
ausencia (esto es de mi cosecha), que ante una tontería tan grande no sale una
legión de imitadores.
El
comisario Adamsberg acaba de desembarcar en París. Arrastra fama de eficiente,
es todo el personaje famosillo al que algunas personas reconocen, pero es también un tipo
solitario y taciturno, con unos procedimientos muy particulares que consisten,
básicamente, en huir de los mecanismos normales de investigación y elucubrar
para ponerse en el pescuezo de la gente, de tal forma que muchas de sus
conclusiones tienen, a ojos de los demás, un carácter casi mágico, cuando no
los desespera con su pasividad. Más que un investigador es un psicólogo, pero
un psicólogo del que desconocemos sus procesos. Su mano derecha es un inspector
alcohólico y separado, que mantiene a cinco hijos (uno de los cuales no es
suyo) y que, al menos en teoría, representa todo lo contrario que el comisario, como
consecuencia de haber incurrido, en el pasado, en un error que dio con una
inocente en la cárcel, donde se suicidó. Adamsberg, tan pito él, está
preocupadísimo por el tema de los círculos, por ese asunto que para todos es una
tontería (aunque la prensa le presta tanta atención) y llega a la conclusión de
que ese asunto de los círculos no presagia nada bueno. O, mejor dicho, presagia
un asesinato. Eso es clarividencia.
Y el
muerto llega, claro. “Envasado” en su círculo de tiza azul y con la frasecita
al lado.
La
investigación siguiente se ve además facilitada por una feliz casualidad:
Mathilde, oceanógrafa algo locatis y que, para colmo, resulta ser madre de una
persona muy especial para el comisario (si es que París es un pueblo), ha
conseguido identificar (más o menos) al autor de los círculos azules. Esto
facilita las cosas a la autora, pero como he dicho al principio hace todo
demasiado irreal. A partir de ese momento las posibilidades que se abren son
dos: o el asesino es el tipo de los círculos, o es alguien se aprovecha de él
para endilgarle el muerto.
Lo
intrincado del planteamiento y de la solución es, sin duda, lo
mejor del libro. Pero más como malabarismo mental que como literatura. También algunas de las reflexiones del protagonista son interesantes, aunque hacia
la mitad del libro hay un buen puñado de páginas con demasiadas elucubraciones.
Una
última cosa. Una impresión. Siendo esta novela la primera de la serie, lo mucho
que se habla, no siempre a cuento, sobre la vida y forma de ser de Adamsberg
hace pensar que las siguientes novelas no son una consecuencia de una primera
exitosa, sino que el proyecto inicial fue, precisamente, crear una serie. Es
demasiado claro que El hombre de los
círculos azules es un primer paso.
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