Excelente novela negra que, además de introducir referencias "clásicas" como los mangoneos políticos y mafiosos en Italia -nunca se sabe dónde empiezan y terminan unos y otros- tiene un enfoque muy original: no hay investigación propiamente dicha; es un jefe local de los informativos de la RAI quien debe tratar de enterarse de todo para no meter la pata molestando a quien no hay que molestar, dado que el principal sospechoso de la muerte de Amalia Sacerdote es hijo de un tipo relevante.
Combinando la historia con relaciones afectivas del caballero en cuestión, no totalmente ajenas a la trama, el autor va al grano en todo momento. Dónde acaba llegando la historia, puede suponerse con la ensalada de intereses a la que me he referido.
Ya hablando del “cómo” de esta novela, sorprende la nota final. Camilleri afirma que no tiene ni puñetera idea de muchas cosas que aparecen, como el funcionamiento interno de la RAI, la forma de proceder en el mundo de las finanzas, etc. Todo se lo ha inventado, dice. En consecuencia, no se ha matado para documentarse, a pesar de lo cual -o quizá por eso- el resultado es fresco y, a mi juicio, excelente.
Y ya que planteo el tema, la falta de documentación me ha parecido un valor añadido, quizá porque tengo la sensación de que se ha puesto de moda entre los autores presumir más de “documentación” que de “imaginación”. Y no lo entiendo, la verdad. La documentación está al alcance de todos, porque la documentación es solo trabajo. La imaginación, sin embargo, implica genio.
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