En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 12 de abril de 2012

El entierro de Genarín – Julio Llamazares


Cada Jueves Santo se celebra en León una “procesión” en homenaje a Genaro, el pellejero alcohólico muerto la noche de Jueves Santo de 1929, arrollado por el primer camión de la basura que tuvo el municipio. A partir de ese dato las comparaciones con los actos religiosos son inevitables y, en consecuencia, la celebración adquiere un tinte provocador, pues sabido es que no es lo mismo reivindicar algo (en este caso el buen vivir y el hedonismo, si quiera sea irónicamente, habida cuenta de la vida y miserias del personaje) que reivindicarlo a la vez que la sociedad "oficial" ensalza lo contrario.

Julio Llamazares traza, con gran maestría e ingentes dosis de ironía, una magnífica y divertida semblanza de Genaro, de Genarín: un tipo que se ganaba la vida comprando y vendiendo pieles de conejo entre visita y visita a todas las tascas habidas y por haber, donde no dejaba de recargar su estómago de orujo y más orujo. Y así, entre conejo y conejo y trago y trago, vemos cómo Genarín complementa sus ingresos haciendo trampas a las cartas, se convierte en chico para casi todo de ciertas casas de mala nota, o se divierte, entretiene o calienta sus huesos como buenamente puede. El libro es un alegre descenso a los bajos fondos leoneses, pasando revista a tugurios y prostíbulos donde lo mejorcito de cada casa comparte pedazos de su existencia con Genarín, cuya habilidad para sobrevivir es digna de la mejor novela picaresca. Unos infiernos donde todo queda en casa, porque en la ciudad y en la época todo el mundo se conoce, lo cual dota a la narración de un tono cariñoso que forma tanta parte de la ironía como el tono ejemplar y evangelizador con que está escrito el libro.

Concluye a obra con varios de los romances dedicados a Genaro de año en año, un final entre divertido y repetitivo, pero adecuado.

Una buena lectura, no muy santa, para desacralizar cualquier semana santa, y para demostrar que más allá de creencias e intenciones, vivir y dejar vivir no es mala religión.


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