En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

viernes, 27 de enero de 2012

El club erótico de los martes – Lisa Beth Kovetz



Afortunadamente tengo una excusa para haber cometido el error de leer esta novela: fue el único libro a mano un día que estaba fuera de casa y tenía varias horas de espera por delante. Ese día leí 80 páginas. Las 124 restantes me han llevado cuatro meses.

Lo único sorprendente de este libro es que alguien lo haya publicado, que alguien lo haya traducido y, sobre todo, que alguien lo haya leído.

Si lo he terminado no ha sido porque haya encontrado ni un solo estímulo para hacerlo; lo he terminado (¡a lo largo de cuatro meses!) leyendo de vez en cuando una docena de páginas sin otro aliciente que encontrar alguna razón para el asombroso “éxito” del libro. No hallé ninguna. Cuando así llegué a la página 150 o por ahí, decidí hacer el sacrificio de terminarlo.

El “argumento” se basa, supuestamente, en que en cierta empresa un grupito de mujeres crean una reunión semanal para leer en voz alta y comentar relatos eróticos que ellas mismas escriben. Tal "argumento" es solo una excusa para poner un título a la novela, dado que en nada afecta a su desarrollo, y el resultado es aproximadamente el mismo que si el grupillo se reuniera para hablar de física nuclear. El argumento es, en realidad, una copia de una copia de una copia de una copia de todas esas series, películas y libros de mujeres urbanas de mediana edad preocupadísimas por responder a grandes misterios de la humanidad y por solucionar trascendentales problemas como “¿qué me pongo?” “pues no me conservo tal mal” “¿cómo es posible que Fulanito se haya fijado en Fulanita?” “me está saliendo arrugas”, “me está saliendo tripilla”, “se me descuelga el pellejo”, “cómo hacer para llevarme al huerto a Menganito antes de que se lo lleve Menganita”, “qué horror, Fulano, con lo bueno que está y va y sale homosexual”, “ay, madre, voy a ser madre”, "siendo más joven que yo, así cualquiera" y, sobre todo, una horrorosa exaltación de un concepto de amistad basado en el estar encantadísimas de haberse conocido. 

Una tortura de principio a fin. Muy por debajo de lo mediocre.

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