Sólo he leído otro libro de este autor: “Zapatos italianos”, que no es una novela negra ni nada que se le parezca. “El chino”, el cambio, sí lo es. Y es una novela “especial” por varios motivos, aunque bajo mi punto de vista cojee en varios aspectos.
Es especial porque situada en 2006, adentrarse en detalle en ciertas “epopeyas” del siglo XIX parece un intento de hacer de la novela algo más que una novela negra. ¿Lo consigue? Creo que no. Solamente logra (aunque no es poco) darle un toque de originalidad y dar ocasión de leer por el placer de leer sin necesidad de llegar a ningún sitio. No quiero decir que la historia decimonónica incrustada en la primera mitad del libro no tenga conexión con la principal, pero sí que el detalle es excesivo y que con mucho menos hubiera bastado.
Lo mismo digo del abundante filosofar, de forma simplista, sobre la China actual o el “mayo del 68” y el aburguesamiento de los revolucionarios. Demasiadas páginas para contar cosas que no vienen al caso y que ni siquiera sirven para despistar al lector y sorprenderlo luego.
Otra cosa que no me ha gustado ha sido la forma algo “peliculera” de presentar a ciertos personajes (en concreto, Hong y Ya Ru). Son estereotipos demasiado “puros” como para tomárselos muy en serio.
Para terminar con los “peros”, comprendo –aunque a mí me deja como estoy- que a mucha gente le atraiga la combinación de escenarios “exóticos”, que van desde Suecia –urbana y rural- a Pekín pasando por África y Londres. Puede atraer a ciertos lectores, pero no es un mérito “literario” especialmente notable entre otras cosas porque la descripción “sueca” es mucho mejor que el resto –que parece un decorado-. Otra cosa hubiera sido pasar de un ambiente a otro manteniendo el nivel de descripción y de conocimiento.
La novela también tiene cosas buenas. Lo mejor, la forma en que evoluciona de novela “de misterio” a novela “de acción”. También la forma de “echar el anzuelo” al lector: lo que al principio parece “el” misterio a resolver, se resuelve pronto; y tras este misterio aparece uno nuevo que parece el definitivo; y éste se resuelve y aparece otro, y así sucesivamente hasta que llega un momento en el que el libro es una película... de acción.
Y digo “película de acción” porque como en ellas pronto se sabe quiénes son los buenos y quiénes nos malos, quién ha hecho qué, y qué pretenden unos y otros. Y como en toda película de buenos y malos el misterio al final se limita a saber cuál de los dos vence.
El comienzo de la novela se produce con una espeluznante matanza en un pueblecito perdido en los bosques suecos. Una jueza que nada tiene que ver con el asunto se ve remotamente afectada como pariente lejana de una de las víctimas; la curiosidad profesional, más que el afecto, le hacen dar algunos pasitos que desencadenan el resto de los acontecimientos.
Aunque es una novela voluminosa, se lee rápido y bien. Es entretenida, tiene mayor nivel que la mayoría de las novelas de intriga, pero no trascenderá su género.
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