En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 10 de octubre de 2011

El Jarama – Rafael Sánchez Ferlosio





             Hay quien dice que El Jarama es la mejor novela española del siglo XX. Sin duda es buenísima, aunque, paradójicamente, si estuviéramos ante la novela inédita de un autor desconocido, sería complicado que hoy se publicara, o, al menos, que alcanzara la notoriedad que merece. ¿Por qué? Porque durante la mayor parte de la novela “no pasa nada”: una pandilla de amigos de Madrid se van un domingo a bañarse al río Jarama. Antes, para dejar las bicicletas, pasan por la taberna en la que pretenden tomar unos vinos y cantar y bailar a la caída de la tarde, cuando regresen. La novela alterna la historia del chapuzón y la comida campestre con las visitas de los parroquianos a la tasca. En esto se consume casi toda la historia, lo cual sería inaceptable en estos momentos, en los que tanta obsesión hay por “enganchar” al lector. Y ni es sencillo enganchar al lector con estas cosas ni el autor lo pretende, y no lo hace: deja discurrir los hechos como ocurren en la realidad: sin sobresaltos, sin que sea posible predecir nada que se salga de la rutina, pero es que no es necesario salirse de ella para contar cosas: lo mismo los cortejos que las declaraciones de guerra, todo suele camuflarse en pequeños gestos. Rafael Sánchez Ferlosio está atento a todos. 

            Por eso en el “no pasar nada”, pasa mucho: no solo se retrata una época (un Madrid ya irrecuperable de mediados del siglo XX), sino la vida entera: los jóvenes que van al río, su interés por pasarlo bien, por distinguirse, por llevar a término sus primeros amoríos, la amistad, la rivalidad, la forma en que la generación que nació con la guerra pero no la conoció habla de ella... Y los adultos de la tasca –que abarcan un amplio abanico de edad-, reflexionando sobre lo divino y lo humano mientras unos beben y otros juegan a las cartas.

            En definitiva, un día plácido donde todo viene bien dado, donde los personajes se retratan mediante diálogos tan realistas como no recuerdo haber leído, donde al autor no interviene para nada, no juzga, no anticipa, no avisa, no saca concusiones... Nos pone ante los hechos haciendo de nosotros unos voyeurs, para concluir, al final de la novela, con un hecho que cambia todo y no cambia nada, y que justifica el sentimiento trágico de la vida, provocando que el lector acabe la novela casi traumatizado, siendo consciente lo mismo de su fragilidad que de su poca importancia. Nos pone donde nos corresponde. Toda una cura de humildad.

            Lo dicho: magistral. Y que Rafael Sánchez Ferlosio la escribiera con 27 o 28 años, impresionante.


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