Dentro de
la obra de Camilleri, Los casos del comisario Collura son serie B, o C, o quizá
D, aunque para valorarlos con justicia hay que explicar su origen. Esta obra
recoge los ocho casos que Camilleri redactó, con fecha fija de entrega y
límites mínimo y máximo de extensión, para su publicación periódica, durante un
verano, en el diario La Stampa. Visto así, la cosa cambia. No en sencillo
alumbrar ocho «misterios» de la misma extensión y en plazos perentorios.
Sin
embargo, lo que seguramente en su día fue una agradable lectura en el
periódico, al leerlo como libro se ve afectado negativamente por las
servidumbres de aquel encargo, aunque cierto es que la impresión queda mitigada
por el acierto de incluir, al final, una entrevista con el autor en la que
habla de estos relatos y da explicaciones que ayudan al lector a juzgar mejor y a apreciar virtudes que de otro modo quizá pasarían por defectos.
Entre
esas explicaciones, la principal es que el comisario Collura (así estuvo a punto
de llamarse el que luego fue Montalbano) aparece con ese nombre en homenaje a
quien pudo ser y no fue, pero advirtiendo que en realidad Collura no es un
personaje sino una función.
Y así es,
porque dada la brevedad de los relatos no hay ocasión de perfilar al personaje,
del que el lector solo llega a saber por qué está actuando, a modo de «policía
privado», en un crucero que permite enlazar las tramas propias de Agatha
Christie con el ambiente veraniego en el que se publicaron los relatos.
Collura, en realidad, se limita a ir, venir y preguntar. Es solo el motor
preciso para saber qué ha pasado con los implicados en cada caso.
Las
historias, como suele pasar con Camilleri, apuntan a una cosa, pero, si se
sigue la pista de las debilidades humanas, acaban en otra. Nada nuevo, salvo
que por cuál era el fin de los escritos no hay nada especialmente truculento o
desagradable. Crimencitos de salón. Algunos, ni eso.
La suma
de los ocho relatos y la entrevista final –un acierto que no sé cómo no se
incluye en más libros, porque es una especie de provechosa «presentación»- dan
una agilidad notable que, unida a la brevedad del texto, ofrecen lectura
entretenida para que apenas dura una tarde.
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