En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 13 de mayo de 2021

Trigo limpio – Juan Manuel Gil

 


 

              Trigo limpio va de menos a más, y de más a menos y luego otra vez a más. El primer cuarto de la obra es un tanto desconcertante y por momentos aburrido, porque como el arranque es confuso –al menos sobre el rumbo de la obra- se tiene una sensación engañosa.

              La novela alterna varias historias que forman una sola. O, mejor dicho, que forman una historia u otra según desde qué ángulo y con qué información la miremos. Primero, la historia de un narrador  que intencionadamente tiene puntos en común con el autor, apostando por la confusión y la provocación para coger lo que le interese de la realidad y la ficción dejando al lector sin posibilidad de réplica. El narrador recibe un correo de Simón, un antiguo compañero de colegio, en la primera adolescencia, sugiriéndole que escriba sobre aquellos años. Y de aquí surgen nuevas historias: los recuerdos de aquellos años; la investigación acerca de qué ha sido y es de Simón, que es también la historia de su entorno a lo largo de la vida; surge la historia que un detenido por la Guardia Civil cuenta al niño que ha sido también detenido por irrumpir en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Almería buscando una pelota; y en medio el narrador pontifica con humor acerca de cómo construir una novela con todos esos materiales y explica por qué pone ahora tal cosa y no tal otra, qué efecto pretende conseguir con cada una y por qué seguir o no cierto «recetario del best seller» que nunca garantiza el éxito.

              La mezcla de todo provoca un sinfín de efectos que si al principio, como he dicho, quizá pueden aburrir, a partir del primer cuarto de la novela captan poderosamente la atención del lector fijándola en la historia de Simón; hay luego un nuevo bajón de intensidad y termina la novela de un modo inteligente y original, jugando el autor con el lector para demostrar que las cosas son una u otra según el punto de vista o, mejor sería decir, según la información de la que se dispone, hasta el punto que no es vano afirmar que en las relaciones personajes no hay verdad posible, pues cada cual ignora, con toda seguridad, algo que el otro sabe (quizá sin consciente de ello), «algos» que suelen explicar mucho. Ahora bien, el autor juega con el lector, pero avisándole del juego y explicándole el truco (más trigo limpio), lo cual crea una sensación de complicidad que se agradece. El prestidigitador enseñando poco a poco sus artes y maravillando al personal con cada explicación. Hasta la explicación final.

              Una novela de intensidad variable a lo largo de sus páginas, pero potente, buena, original, para ver la historia desde dentro, incluyendo la tramoya.



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