Ni el
lobo más tonto queda hambriento en un mundo lleno de Caperucitas, aunque como
hay tantos a veces resulta complicado saber cuál de todos se ha merendado a la
pobre.
Los
cuatro magníficos relatos que forman este libro, escritos en diversos momentos
del tiempo, no requieren haber leído ninguna de las andanzas previas de
Bevilacqua y Chamorro, que también protagonizan estas historias.
Al igual
que algunos otros escritores del género negro, Lorenzo Silva ha decidido que sus chicos
también pueden enfrentarse a casos donde la complicación investigadora es
mínima porque basta con aplicar el protocolo para obtener resultados rápidos,
lo que no da pie a novelas pero sí relatos donde el interés radica en
conocer a los personajes implicados, en si puede avanzarse algo hasta que las
pruebas sometidas a examen hablan por sí solas y, sobre todo, en conocer y comprender los motivos de
los crímenes. Con este proceder, Lorenzo Silva nos ofrece cuatro espléndidas
historias que retratan de modo impecable a la juventud actual, en cuyo mundo no falta
la violencia ni las frustraciones y carencias culturales, económicas y
emocionales que la causan, y en el que las redes sociales y, en general, las
relaciones telemáticas, constituyen una realidad paralela en la que las nuevas
generaciones viven y conviven con la misma naturalidad, desenfado e
inconsciencia con que lo hacen en la «realidad real», pero con frecuencia sin llegar a
advertir que cada una de esas realidad tiene normas y peligros diferentes.
Un libro que, frente a la novela negra habitual, es todo un baño de realidad. De la única existente.
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