Brillante y gamberra sátira de una influencer con casi 600.000 seguidores en Twitter, Titania McGrath, que oculta la identidad del comediante y columnista político Andrew Doyle.
Titania da al lector un directísimo y divertido manual de justicia social, entendida como la defensa de los valores de todas las minorías y causas que el progresismo ha hecho suyas en las últimas décadas, pero llevada al extremo, especialmente por lo que hace al retorcimiento de las justificaciones y a las tragaderas con las contradicciones. Doyle ha elegido un método eficaz, pues en los tiempos de Internet y de las redes sociales el pensamiento más que comprimirse se reduce -ese es el término exacto- a frases, titulares y tuits. Filosofía reducida a eslogan que, con millones de fuentes/filósofos y otros tantos lectores dispuestos a defender sus ideas más desde la fe que desde los argumentos rigurosos que nunca han llegado a estudiar, acaban convirtiendo en una miríada de disparates repetidos hasta el infinito que no solo desacreditan a quienes los formulan, sino también a aquello que pretenden defender. Lo peor, y de ahí la necesidad de sátiras como ésta, es que la cantidad de dislates es tal que buena parte de ellos acaban imponiéndose, a fuerza de repetición, como verdades que conducen a extremos primero ridículos, luego peligrosos y, finalmente, dañinos.
No hay mejor manera que criticar los excesos que llevar al límite, al absurdo, las extravagantes argumentaciones que a menudo se emplean y que llevan al ficticio personaje de Titania a defender, por ejemplo, un feminismo que ve como algo deseable la supresión de los hombres, o a que los recién nacidos no reciban un nombre, sino un número, hasta que tengan la madurez suficiente como para elegir su sexo.
Woke, que se lee en muy pocas horas, hará las delicias de cualquiera que tenga dos dedos de frente. Pero aún entusiasmará más a quienes carezcan de ellos y se sientan en el espectro ideológico opuesto al de la ficticia Titania, pues serán incapaces de comprender que en Woke, cambiando solo unas cuantas palabras, se criticarían con idéntica contundencia los extremos opuestos.
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