¿Puede
construirse una novela sin una descripción ni media y a base, exclusivamente,
de breves diálogos y de tres o cuatro «noticias» de periódico?
Puede.
Camilleri lo demuestra con Km 123, lo cual explica que pese a sus poco más de
200 páginas se lea en un par de horas. Así es el reencuentro con este autor en la primera novela que se publica en España tras su muerte en el verano
de 2019.
Roma. Un
empresario de la construcción tiene un accidente en el km. 123 de una carretera,
a solo dos del lugar donde desarrolla una de sus obras. Termina hospitalizado, y a
su esposa le entregan lo que llevaba encima, incluido el teléfono donde el accidentado acababa
de recibir varios mensajes de su amante. Así es como la buena señora descubre el pastel.
Sobre
esta idea Camilleri desarrolla las idas y venidas de los amantes –prestos a
salvaguardar su amor-, de la esposa –presta a hacer justicia-, de una de las
amigas y confidentes de la amante y, también, del policía encargado de
esclarecer qué ha pasado, pues que el accidente haya sido accidente no es tan evidente tras la declaración, ante la compañía de seguros, del único testigo.
Agilísima
la manera en que Camilleri construye y desarrolla la historia, mérito
evidentemente deudor de su condición de guionista. Solo dos cosas no me han
acabado de gustar: una, las «noticias» que he citado, redactadas en pleno siglo
XXI al modo en que Camilleri redacta las de sus novelas situadas en el siglo
XIX o principios del XX; si bien estas pueden resultar más creíbles dado cómo
se escribía en la época, nadie escribe noticias así en la actualidad. Chirría. La otra cuestión
que no me ha gustado es lo repentino del final. Repentino y, tan sorprendente,
que obliga a una reflexión para encajar las piezas.
Km 123
es, dentro de la literatura de Camilleri, una mezcla entre la intriga que
caracteriza alguna de sus novelas «serias» y el sutil humor que deviene de los
prontos de unos personajes y de la habilidad de otros para adaptarse al
carácter y al genio del resto sorteando las dificultades para alcanzar la verdad. O lo que ellos creen la verdad.
He dicho
algo más de 200 páginas. No. En realidad, un poco menos. Las otras, sin que
llegue a saber por qué están ahí, recogen la intervención del autor en un foro sobre
novela negra. No tiene nada que ver con la historia, pero merecen ser leídas por
lo mucho que aportan en pocas palabras.
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