La tesis de Nancy (1962) no se cuenta entre lo mejor de Ramón J. Sender, pero sí es una novela humorística que, al parecer, se vendió lo bastante bien como para que el autor escribiera varias más con la misma protagonista, aunque tardara en hacerlo: Nancy, doctora en gitanería (1974), Nancy y el Bato loco (1974), Gloria y vejamen de Nancy (1977) y Epílogo a Nancy: bajo el signo de Taurus, (1979).
Nancy es una joven y atractiva estadounidense de Pennsylvania que llega a España –en concreto a Alcalá de Guadaira-, con la intención de recabar datos para una tesis en materia filológica. A su alrededor pupulan una escocesa mucho más recatada e intransigente, Mrs. Dawson y una antigua profesora, Mrs. Adams. Qué le ocurre a Nancy lo sabemos por su propia boca, pues La tesis de Nancy es una novela epistolar, en la que leemos las cartas de Nancy a su amiga Betsy.
¿Y qué le ocurre a Nancy? En realidad, no mucho, pues todo gira en torno a tres cuestiones: el contraste entre los valores tradicionales de los “indígenas” y la libertad de costumbres de la protagonista (que sin ser escandalosa sí choca con la España de la época), los malos entendidos surgidos al hilo de estos contrastes, y los numerosísimos equívocos en que incurre la protagonista con los giros del español, hasta hacer que el verdadero protagonista de la novela sea el lenguaje. En este sentido, es un humor mucho más elaborado que el de la mayoría de las novelas de este género.
La novela se hace larga en algunos momentos, porque la acción es lenta y la reiteración de equívocos (unos por tomarse al pie de la letra expresiones hechas, otros por el misterioso significado para ella de algunas palabras y otros por el modo en que se juega con la fonética, como cuando Nancy cree que los bártulos son un antiguo pueblo) puede acabar cansando. Pero también es cierto que hay momentos brillantes desde el punto de vista humorístico. Uno de los mejores, la única carta de Betsy, por la forma en que destroza el español al escribirlo mezclando la gramática española y la inglesa.
Por lo demás, la novela destila desde la primera página un aire de provisionalidad. Primero, porque Nancy está de paso, solo ha venido a hacer una investigación; segundo, porque su relación con Curro es para ella más un pasatiempo que una pasión; tercero, porque Curro también se toma la relación a la ligera (no pretende casarse porque Nancy “ha perdido la flor”, lo cual, por cierto, hace que ella se vaya colocando claveles por todas partes) y su máxima preocupación es el qué dirán si Nancy se atreve, como tantas veces llega Curro a temer, a serle infiel. Ni que decir tiene que esa provisionalidad contribuye a aligerar el tono, a hacer todo más liviano, porque una misma situación se vive de forma muy diferente en función de cómo de en serio se toma uno las cosas.
Ramón J. Sender 1901-1982 |
Humor inteligente, tanto por las situaciones como sobre todo por el modo en que el lenguaje se transforma en fuente de humor, con mucho ingenio pero también con el frecuente recurso a la escenificación de chistes; acción muy lenta que más es una excusa que un objetivo, y un final un tanto abrupto que ratifica la impresión de que La tesis de Nancy más es una exhibición de situaciones chocantes y bromas a costa del lenguaje que una historia en sentido estricto. Pero, sea como sea, una novela con un nivel en el uso del lenguaje como divertimento que solo se puede permitir un escritor de los grandes.
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