En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 4 de julio de 2022

Un lugar incierto – Fred Vargas

 



Serie Adamsberg, 7


Quizá recuerde mal los primeros libros de la saga, pero tengo la sensación de que cada nueva historia del comisario Adamsberg da un pasito más allá de los lindes del realismo sin acabar de agarrarse demasiado bien al asidero de la verosimilitud. El resultado, al menos de esta obra y la anterior, son novelas negras más emparentadas con el misterio o la fantasía que con el género negro en sentido estricto.

Digo esto porque la historia se apoya tanto en elementos más o menos vinculados al misterio como a una prodigiosa chiripa que enlaza con la fábula. Y es que, ¿quién no ignora tener un hijo? ¿Y a quién ese hijo desconocido no se le da a conocer como asesino en serie aprovechando una historia de vampiros que viene de tres siglos atrás?

Son cosillas que pasan en la literatura, y que son de agradecer porque para encontrar realismo basta levantar la mirada de cualquier libro, pero conviene advertirlo porque la saga ha evolucionado hasta este punto y quizá no es lo que esperan algunos lectores.

De resultas, el interés se desplaza de la investigación policial o los aspectos humanos de la vida del comisario al modo en que en el mundo real se va componiendo como un puzzle cuyas piezas parecen provenir de lo irreal.

Al final, lógicamente, como Fred Vargas quiere seguir siendo fiel a un comisario que necesita de la realidad, todos los elementos «sobrenaturales» provienen, como en la novela anterior, de la fantasía y credulidad de las personas. A fin de cuentas, no hay nada más real que la estupidez y la superstición. Aunque previsible, no evita el tono que he dicho en los párrafos anteriores.

Con estos mimbres, la novela comienza con un paseo de Adamsberg por el Reino Unido donde, mire usted por dónde, tropieza con diecisiete pies sueltos, con lo que eso supone para la salud de sus propietarios. Su localización en el extranjero no permite presagiar que el comisario tenga que ocuparse del caso, lo que no ocurre con otro suceso, aparentemente no relacionado, con el que se topa a su regreso a París: un buen señor, jubilado y un tanto misterioso, ha sido reducido a picadillo hasta tal punto que, literalmente, han tenido que recogerlo con espátula.

Cómo se relacionan entre sí estas escabechinas, cómo se vinculan al mundo de los vampiros, de dónde y por qué salen familiares de debajo de las piedras y el colofón de cómo en un momento extremo es superado gracias a la aparición estelar y cuasi milagrosa de un viejo personaje lo sabrán quienes lean esta novela a un tiempo increíble y entretenida.

Lo mejor, el tono tranquilo y resignado con el que comisario afronta hasta los hechos más inverosímiles, tono que es la marca de la casa, tono que fundamenta el modo de ser de Adamsberg (o al revés) haciendo de él un policía que acaba resolviendo los casos no por investigación sino combinando el arte de la espera con la inspiración (y, en este caso y como ya he dicho, con la inaudita chiripa).






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