Utilizar el Mundodisco para parodiar nuestro Mundobola, eso es lo que hace Terry Pratchett, que en esta ocasión casi cambia a los magos por los alquimistas que han inventado un particular celuloide que, en ese territorio oscilante entre lo medieval y el presente que es el Mundodisco, permite rodar películas mudas.
¡Ah! ¡El cine y la televisión! ¡Qué inventos capaces de poner ante las narices de todos los más célebres museos con sus obras comentadas por los mayores expertos, las más interesantes charlas de los sabios más didácticos, la puesta en escena de las laureadas obras de teatro con los mejores actores…! ¡Lo más excelso del conocimiento humano (bueno, y del resto de seres que pueblan el Mundodisco)!
Magnífico invento que hubiera hecho de todos nosotros seres cultos y mentes preclaras de no ser por el pequeño detalle de que el vil metal tiene mucho fan dispuesto a prescindir de tan enriquecedoras posibilidades si da más dinero contar batallitas o mostrar arrumacos, y es que el público anda más preocupado de entretenerse que de aprender, de disfrutar rascándose que de gozar pensando. Qué le vamos a hacer. Pudimos ser dioses y elegimos ser sabandijas.
Hasta aquí, el componente crítico de Imágenes en acción, que no dura muchas páginas para zambullirse en una historia más próxima a la caricatura que a la parodia: dos protagonistas, jóvenes y guapos, que descubren algo tan incomprensible como la fama; un «vendedor de salchichas/productor/director» lunático obsesionado por ganar dinero con el cine y con cuanto se le arrime, y un público aborregado plegado a modas que da igual como sean porque lo importante es que sean la moda. Todo en medio de referencias a algunos de los clásicos del cine, en especial a Lo que el viento se llevó. Aunque para intentar que la caricatura no se adueñe de todo Pratchett espolvorea unos cuantos de esos «misterios» procedentes de otras dimensiones que interfieren en la acción y que el autor no llega a aclarar muy bien ni en su planteamiento, ni en su influencia en el argumento, ni en su resolución.
El resultado, una novela divertida y entretenida, a menudo brillante en lo puntual pero algo fallida como conjunto.
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