Serie Sebastian Bergman, 7
El título es un juego de palabras. Una verdad enterrada es un secreto, pero además el término «enterrado» bien puede aludir a que el secreto es el cuerpo de una persona «enterrada» en la tierra o en el recuerdo; y, claro está, el término «enterrado» es también una invitación a desenterrar.
La séptima entrega de la serie de Sebastian Bergman ha tardado casi tres años en ser publicada, toda una eternidad comparada con las anteriores. No sé si la dilación ha sido calculada o consecuencia de las correrías de cada uno de los autores, pero en cualquier caso ha venido bien, porque el lector se enfrenta a un entorno tan cambiado que el tiempo literario parece haber corrido parejo al tiempo entre novelas. Y es que Sebastian Bergman ya no trabaja para la unidad de homicidios, ni Torkel la dirige, y Vanja, que ha sido madre, es la nueva jefa de la unidad. La vida de todos los protagonistas ha cambiado tanto que tamaña mutación bien justifica un gran lapso temporal.
Ni que decir tiene que con el comienzo de la novela algo sucede, un crimen, que obliga a la unidad a actuar, pero a estas alturas ya sabemos que sus casos son apasionantes pero son también una excusa para profundizar en las turbulentas vidas de los personajes habituales y en las relaciones entre ellos. Un crimen, digo. O más bien, como también es habitual, una secuencia de ellos que vuelven majaretas a los investigadores porque, aparte del modus operandi, no parecen tener conexión. Averiguar quién es el malo de turno no es el motor de la acción, porque la duda se disipa pronto; en ese momento parece que la novela coquetea con las road movies, porque parece que el interés se desplaza a si serán capaces de pillarlos antes de que continúen los desaguisados; pero como Hjorth y Rosenfeldt siempre tienen en la manga tantos ases como precisen, el lector se maravillará con la brillantez de las piruetas con que, con naturalidad, consiguen enlazar este nuevo caso con datos y traumas que proceden de las novelas anteriores.
La capacidad de Hjorth y Rosenfeldt para hilar historias atractivas dosificando la información es increíble. Magistral. Unamos que la redacción, sin ser un prodigio de forma porque no busca la belleza es correctísima y muy eficaz, y el resultado es otra novela que el lector lee con avidez desde la primera letra hasta el punto final, momento en el que se pregunta si la siguiente novela de la saga estará ya a la venta.
Pero aún no. Habrá que esperar. Y promete dar mucho juego porque la sorpresa final de Verdades enterradas es monumental. De las mayores de la saga, y mira que las ha habido intensas
Tan atractiva y adictiva como la que más de las anteriores novelas de la saga. No puedo decir más sin desvelar demasiado.
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