En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Muertos prescindibles - Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt



Serie Sebastian Bergman, 3



                Cuando dos personas competentes son capaces de formar un equipo compenetrado, los resultados son excelentes. Es lo que sucede con Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt. Sus novelas carecen de cualquier complicación estilística y de todo atisbo de belleza, pero, sin embargo, la acción está narrada de tal manera y la información distribuida de tal modo que hacen disfrutar al lector excitando continuamente su curiosidad y, con ella, el deseo de leer.

                Únase a eso que, junto a la trama que justifica cada novela, existe otra, paralela, que afecta a los protagonistas y provoca el deseo de leer de inmediato la siguiente novela de la saga, porque las vicisitudes personales de Sebastian Bergman y el resto de los personajes de la unidad de homicidios son de una virulencia emocional como no recuerdo haber leído, hasta el punto de que su interés supera, con mucho, el de cada caso concreto.

                Se nota que Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt son guionistas. Y buenos.

                En Muertos prescindibles el lector disfruta de una historia de historias que acaban convergiendo. Nada original, pero qué bien organizado. Por una parte, el hallazgo en mitad de la montaña de una fosa con media docena de cadáveres. Por otra, las desventuras de una inmigrante afgana, víctima de todo machismo, en su lucha por averiguar qué sucedió con su marido desaparecido muchos años antes. En tercer lugar, las actuaciones de unos oscuros caballeros y, finalmente y por supuesto, el modo en que el trabajo de la unidad de homicidios da ocasión a que evolucionen las relaciones entre sus integrantes; relaciones que, aunque muchos de ellos lo ignoran, transcurren siempre al borde del más profundo precipicio. Y además, el modo en que los pequeños detalles de la historia acaban dotados de sentido más adelante hacen aún más evidente el diseño de la novela como una maquinaria de precisión.

                Este planteamiento permite que en Muertos prescindibles, a diferencia de en las anteriores novelas, el insoportable Sebastian Bergman tenga un papel testimonial en la investigación aunque, en cambio, ocupa el centro de la historia que trasciende la novela haciendo algo pintoresco y atractivo: por una vez obtiene –en gran medida gracias a su capacidad de análisis psicológico- buena parte de lo que desea –siempre a costa de que otros vivan engañados- pero, a la vez, su egoísmo y su miedo lo conducen a cometer alguna que otra canallada que, de descubrirse, aniquilarían sus trabajados éxitos.

                Ahí radica también parte del éxito del personaje: en cómo de un modo innoble persigue fines nobles o al menos comprensibles. Esa contradicción lo hace atractivo, porque el deseo de justicia del lector oscila constantemente y lee y lee no solo para conocer el desenlace, sino para poder posicionarse. 

                En definitiva: un excelente trabajo que solo traslada ciertas enseñanzas evidentes acerca de la interpretación psicológica de actos cotidianos, pero que hace disfrutar de la lectura como entretenimiento, y todo haciendo surgir en el lector la pizca de humor necesaria para sentir cierta simpatía por el impresentable protagonista.


                

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