Tenía un poco olvidado a Proteo Laurenti, el comisario de
Trieste, porque las sagas de éxito acaban replicándose a sí mismas y oscilando
entre el empobrecimiento y el más de lo mismo, aunque esto último no es malo si
la literatura es buena. Algo parecido debe de pensar Veit Heinichen, porque no
ha querido abusar del personaje, no vaya a resultar que El peor de los enemigos
de Laurenti acabe siendo su autor, y por eso el peor de los enemigos de esta
novela no lo es del comisario y por eso, también, Laurenti cede el protagonismo
a «los malos» e incluso lo tiene muy limitado en la investigación.
La novela parte de dos hechos aparentemente independientes
que implican líneas de investigación distintas encomendadas a órganos
diferentes, pero que enseguida se ve que guardan algún tipo de relación, pese a
cierto intento de despiste por parte del autor: la explosión de un avión privado
en la que muere un potentado beodo y el robo de una enorme cantidad de oro en un
espectacular atraco.
Heinichen se centra en el relato de los hechos y en la huída
de los implicados. Como siempre, la abundancia de fronteras es relevante en la
trama, como también son abundantes las explicaciones acerca de hechos históricos
del siglo XX que explican fronteras y situaciones; en este caso, adquiere
cierta relevancia el nacionalismo en el Tirol del sur. Hay otros aspectos
también recurrentes: la presencia de gente con mucho dinero y un elevadísimo
nivel de vida –por supuesto sobrados de influencia, tejemanejes y pasado no muy
limpio- y algún que otro personaje que ronda a su alrededor a la espera de
pescar en un río que, si no baja revuelto, siempre puede revolverse.
Del lado de «los buenos», Laurenti cede una parte
considerable del protagonismo a la despampanante y más que temperamental comisaria de una población cercana,
ampliando así el universo de personajes que deben dar juego a la saga, pero sin
descuidar el toque doméstico y los pequeños papeles de Pina y la fiscal croata,
como para que el lector no se olvide de ellas.
En resumen: otra buena novela de Heinichen que no sorprenderá a quienes han leído las anteriores, y en la que se agradece el leve cambio de perspectiva necesario para no aborrecer a un personaje por saturación.
En resumen: otra buena novela de Heinichen que no sorprenderá a quienes han leído las anteriores, y en la que se agradece el leve cambio de perspectiva necesario para no aborrecer a un personaje por saturación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario