En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 17 de febrero de 2022

Delta de Venus – Anaïs Nin

 



Si será insípida esta obra, formada por una serie de irregulares relatos eróticos donde algunos personajes aparecen en varios, que he sido capaz de leerla enterita sin haber llegado a recordar en ningún momento que ya la había leído hace años. Como soy de los que apuntan lo que leen, me di cuenta después, al apuntar la lectura. Cómo será Delta de Venus para que mi memoria –en la que siempre queda al menos un resto de cada lectura- no haya retenido absolutamente nada de aquella.

Hace bastante tiempo leí con fruición casi toda la obra de Henri Miller (de la cual no saqué nada en claro, aparte de disfrutar de su tumultuosa y grandilocuente verborrea), y de ello me quedó la curiosidad por conocer más sobre él y su entorno. De ahí que leyera Mi amigo Henry Miller, de Alfred Perlès (Bruguera) y comprara varios libros de Anaïs Nin (Henry y June, Invierno de artificio, Bajo la campana de cristal y Delta de Venus), de los cuales solo llegué a leer el primero porque, por algún motivo, se me pasó la fiebre henrymilleresca. Si hace unos días decidí leer Delta de Venus fue porque al verlo en la estantería sentí una especie de remordimiento por haber abandonado sin más aquellas lecturas. Y, obviamente, porque no recordaba haberlo leído.

A modo de prólogo se nos ofrecen varios fragmentos de los monumentales diarios de la autora en los que se alude a la génesis (en los años 40) de Delta de Venus, obra que se publicó en 1977 (el mismo año en que Nin murió, a punto de cumplir 74 años). Se trata de un origen peculiar: los relatos fueron escritos por encargo, pero no para su publicación, sino para ser leídos por un único cliente; un tipo adinerado que quería mucho sexo explícito y poca «poesía»; es de suponer que para homenajear a Onán. Nin se queja en el prólogo de que con tal condicionamiento no pudo reflejar la visión femenina del sexo, la cual, en las fechas en que escribió los relatos, era prácticamente inexistente en la literatura; y aún casi lo seguía siendo en 1977. No obstante, continúa Anaïs Nin en el prólogo, releyendo décadas después los relatitos sí encontró la suficiente visión femenina para justificar su publicación. Si así fueron las cosas en 1977 o fue solo un modo de pasar por caja, que lo juzgue el lector. A mí más bien me parece que los condicionamientos del cliente en aquellos lejanos años 40 se impusieron claramente a cualquier otra pretensión.

Lo cierto es que los relatos están muy poco trabajados (a fin de cuentas, el cliente no debía de ser muy exigente), con saltos inexplicados y alguna que otra incoherencia que parecen fruto del despiste y la falta de revisión; todos los personajes son planos e intercambiables (dentro de cada sexo, pues entre sexos los roles están bastante delimitados) como consecuencia de que la única actividad de la que tenemos noticia más o menos detallada, en todos ellos, es la del apareamiento; y, para colmo, los relatos son aburridos: un muestrario de diferentes prácticas (como si mostrar una u otra supusiera un gran cambio de un relato a otro) que incluyen incesto, sadomasoquismo, voyerismo, exhibicionismo, homosexualidad, sexo en grupo, fetichismo… sin que en ningún caso sea posible ni siquiera atisbar qué motivos conducen a cada situación ni qué consecuencias tienen. Los personajes de Delta de Venus ni piensan ni sienten. Si el sexo es algo que se practica con el cuerpo pero sucede en la cabeza, búsquenlo ustedes en otra parte. Y si lo que buscan es simple descripción, tampoco tengo buenas noticias: las descripciones de Delta de Venus han quedado obsoletas ante la galaxia de sexo visto o escrito al alcance de cualquiera.

El gran mérito de esta obra es su carácter pionero más que su inexistente fondo literario. Quien recuerde o investigue la polémica que en 1989 acompañó en España la publicación de Las edades de Lulú, de Almudena Grandes (polémica por el contenido de la obra y por haber sido escrito por una mujer) podrá imaginar lo que supuso el mucho más atrevido Delta de Venus en 1977. Y lo que podía suponer cuando se escribió, en los años 40. Una revolución. El mérito de Anaïs Nin fue romper barreras, ser pionera, atreverse a reclamar abiertamente la sexualidad femenina. Algo más importante para la sociedad como un todo que para el pequeño apartado que la literatura supone. Por eso Delta de Venus tiene más importancia como testimonio que como literatura. 




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