En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 20 de septiembre de 2021

Sin plumas – Woody Allen

 


 

                Sin plumas, se titula el invento. Si el desplumado es el lector, alguno de los personajes o el propio autor, lo sabrá quien lea esta cosa.

                Sin plumas y, en esta ocasión, sin demasiada originalidad. O con excesiva, según se mire. Uno de los méritos y deméritos de Woody Allen es que jamás ha parado de trabajar, con lo que su producción es ingente, pero con frecuencia repetitiva. Es lo que sucede en esta «recopilación» que bien puede llamarse «refrito», donde el lector encuentra dos obras de teatro de un solo acto -que a mí se me han hecho pesadas- y un montón de cosas y cosillas inclasificables. Todas tienen en común un humor que más que basarse en el absurdo lo hace en el disparate, un humor buscado a base de traer a colación ideas que nada tienen que ver con el asunto central, y ya está; ideas e imágenes intencionadamente prosaicas en medio de un tema supuestamente trascendental. Apenas intenta uno elevarse a los temas trascendentales se le carga con el lastre de alguna estupidez terrena –cuanto más extravagante, mejor- para hacerlo regresar a la tierra con cara de tonto. Bien de vez en cuando; mal cuando el recurso se utiliza constantemente, como ocurre en este librito que solo puede publicar un autor consagrado, porque a cualquier novato que se pretendiera publicar un batiburrillo de sobras no habría editorial que no lo mandara al diablo; en cambio, a los famosos se aplica el mismo dicho que a los cerdos: de ellos se aprovecha todo, con plumas o desplumado.

                Allen, que en muchos puntos es genial y cuya autobiografía es un pedazo de libro que el año pasado recomendaba yo por aquí, exhibe en Sin plumas el humor que acabo de decir y que no sé si llamar «norteamericano», porque solo lo he visto usado por estadounidenses. La «gracia», además, no está en cómo de ingenioso es el disparate sino en cómo de estrambótica es la ocurrencia. Quizá los norteamericanos se rían mucho con ese tipo de cosas; a mí, en cambio, la primera vez me sorprende y las siguientes me producen la sensación de humor fallido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario