En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

viernes, 1 de mayo de 2020

El ojo de jade – Diane Wei Liang





(Trilogía negra de Pekín, 1)


                Comencé a leer esta novela a principios de marzo, cuando, covid-19 mediante, empezábamos hablar de China con frecuencia y no precisamente para bien. Las medidas que entonces habían tomado en Wuhan daban cierto miedo. Sin embargo, todavía nadie las pedía en Europa (de hecho, hace unos días repasé la prensa de principios de marzo y hasta el gato estaba en otras cosas) aunque ahora son legión los que dicen que hasta el más tonto lo veía venir. Por desgracia, ninguna de esas mentes preclaras es capaz de explicar qué esta pasando hoy, porque, como dijo en una reciente entrevista Eduardo Mendoza refiriéndose a la complejidad de la situación, «solo los tontos saben lo que ha pasado»; lo cual, unido a la eterna subestimación del número de idiotas que advierte Carlo M. Cipolla, provoca ahora este ejército de gente capaz de predecir el pasado sin aportar soluciones y sí exasperación. Dicho de otro modo, comencé a leer esta novela cuando comenzaban los primeros miedos, llegaban las primeras incertidumbres y carecíamos de toda certeza, y la terminé cuando la única certeza era la falta de colaboración entre debían colaborar y una enfermedad que afectaba a todo el planeta y para la que solo se había encontrado un medicamento: la ruina y miseria de millones de seres humanos.

                En resumen: no leí El ojo de jade con el mejor ánimo, lo cual ha podido influir en la pobre impresión que he sacado de esta novela publicada en España por primera vez en 2007, y reeditada, junto a las otras dos novelas que conforman la Trilogía de Pekín, en un único volumen en 2017.

                La protagonista, Mei, es una muchacha joven que ha dejado su trabajo como empleada pública en asuntos de interior; dado cómo es el régimen chino, ha dejado un muy buen empleo con buen salario y prebendas anexas. No sabemos por qué lo ha hecho, pero sí que en el Pekín naciente al capitalismo de estado ha decidido establecerse como detective privado. Sus dotes para la tarea parecen, en cambio, limitadas. Mei tiene una hermana famosa, una estrella televisiva casada con un nuevo rico, la cual además ejerce de nueva rica de mundo; y Mei tiene también una madre, ya mayor y retirada, que las sacó adelante a las dos; de su padre, Mei recuerda especialmente la triste despedida que solo se explica porque él estaba, políticamente, donde no debía, lo cual hace suscitar la duda (cuya aclaración puede ser delicada) de dónde estaban políticamente su madre y su entorno.

                Un amigo de la madre de Mei le hace un encargo, su primer caso: averiguar el paradero de una pieza milenaria de la dinastía Han que, a su entender, ha ido a parar al mercado negro.

                A partir de este extraño encargo hecho por alguien a quien poco se le ha perdido en el asunto, se desarrolla una «investigación» demasiado simplona como para dotarla de la verosimilitud necesaria. Una investigación que lleva a Mei a descubrir, también, secretos familiares que explican mucho de su propia vida.

                La trama me ha parecido un poco desastrosa,  ya que Mei no debe buscar nada porque todo le sale al camino, aunque igual es por haber leído la novela a trompicones. El lenguaje, normal. Lo más interesante, el reflejo de una sociedad desconocida para los occidentales y en un momento en que también es una gran desconocida para los propios chinos, porque no era lo que había sido y todavía no  llegaba a ser lo que es ahora, tan solo una década después, y mucho menos lo que va a ser de ser dentro de poco.



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