Hasta
en la época de confinamiento en que he leído esta novela es posible pasar un
sábado con los amigos, aunque sea a través de videoconferencia. Pero,
confinados o no, lo que no resulta aconsejable es pasar un sábado con los
amigos como el que «disfrutan» los personajes de Camilleri.
Un
sábado con los amigos es una de esas novelas en las que Camilleri renuncia al
humor -aunque no por completo al que deriva de la exposición de las debilidades
humanas- para centrarse en una «historia de historias» peculiar, porque más que
entrelazarse -que se entrelazan- las de diferentes personas, el tejido está
formado por la historia de los personajes en diferentes momentos de su vida,
desde la infancia a la edad adulta, para desembocar en el sábado por la noche en que sucede lo que sucede porque hace treinta o cuarenta años que llevan
sucediendo ciertas cosas.
El
estilo de Camilleri -agilidad, muchos diálogos, alguna mujer hermosa no muy
pacata- es reconocible en todo momento. No lo es tanto el devenir de la historia
porque la profusión de personajes, las idas y venidas en el tiempo, y las
cambiantes relaciones entre ellos a lo largo de los años embarullan un poco el
seguimiento, aunque al final todo es diáfano. Y, como siempre, Camilleri tiene algo que contar.
¿El
argumento?
Un
grupo de niños y jóvenes que se conocen en el colegio y la universidad han
llegado a la vida adulta. En el pasado unos formaron pareja con otros; algunas
se rompieron y se formaron otras nuevas de modo que «la esposa de mi amigo fue
mi novia», «la que fue amante de mi esposo ahora está casada con mi amigo y
exnovio» y… Cosillas así. Cosillas que provocan un aluvión de secretos derivados
de las vivencias pasadas que se comparten no con las parejas actuales, sino con
las que ya no lo son pero siguen pululando cerca. Unamos que, además, si de
jóvenes los intereses de unos y otros suelen diferir poco, unos años más tarde
han podido evolucionar de modos completamente distintos.
Ya lo
dijo Neruda: «Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos».
¿O sí, y precisamente por eso...?
No hay comentarios:
Publicar un comentario