Refrito
de cuentos cortos, conferencias, intervenciones radiofónicas y máximas, todo
amontonado sin otro criterio que su común alusión (salvo alguna excepción) a
las relaciones entre hombres y mujeres.
Y si
batiburrillo es el contenido, también su calidad es dispar. Dentro del
frenético y divertido tono, casi siempre de arenga, es permanente el sentido
del humor vinculado unas veces a lo absurdo (aprovechando juegos de palabras) y
otras a la explotación de tópicos. Lo que son esporádicos son los grandes chispazos
de ingenio, pues cabe suponer que muchas de estas «obras» fueron improvisadas para atender las obligaciones de Jardiel, de modo que, dentro del elevado
tono humorístico, son escasos e irregulares los momentos verdaderamente brillantes.
La
mayoría de los escritos datan de los años 20 del siglo XX. Es conveniente
advertirlo porque desde la mirada actual muchas de las chanzas sobre la mujer no
harían de Jardiel más que leña para la hoguera. Sin embargo, situado en su
contexto es posible advertir que si estas obras, escritos y discursos tuvieron
entonces tanta gracia y éxito de público no se debió al masoquismo de la mitad de la población y a la irresponsabilidad de la otra mitad sino a que supo explotar un cambio social
entonces aún tímido, pero ya visible. Y es que los cambios son territorio para
un humor… que queda rápidamente desfasado tan pronto como el cambio se consuma
y consolida y deja de sorprender a nadie.
A pesar
de lo cual, sí se pueden disfrutar interesantes pinceladas que se adentran en algo aún más permanente que el tópico, como es la idiosincrasia de cada sexo.
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