Serie Sebastian Bergman, 4
En esa búsqueda de equilibrios, los autores restan
protagonismo esta vez a las complejas relaciones entre los personajes de la
unidad de homicidios. Por supuesto todo sigue estando ahí, y por supuesto pasan
cosas, pero, como digo, en esta ocasión el hilo conductor vuelve a ser el caso
concreto: el asesinato de una familia en una pequeña localidad.
No conviene leer la contraportada, pues, contra lo
que suele ser habitual, anticipa lo suficiente como para destripar algo que
aumentará la tensión del lector en el primer tercio de la novela. Y aunque es
cierto que resulta complicado explicar el argumento sin mencionar ese
algo, lo voy a intentar.
Como
las novelas de esta serie hay que leerlas por orden para poder disfrutar de los misterios que vinculan a los personajes, desde antes de comenzar la primera
página de Silencios inconfesables el lector está ya expectante, habida cuenta de cómo terminó la tercera
novela de la saga. Qué ocurrió se sabe pronto, como es lógico, y a partir de
aquí se abre el caso con los asesinatos que he citado, el desplazamiento de la
unidad a la localidad y la búsqueda de datos y testigos, que da ocasión al
protagonista, el psiquiatra forense Sebastian Bergman, para lucirse en su
especialidad: averiguar las razones profundas de las personas, siempre
expuestas con concisión, brillantez y lógica; además, Bergman acaba asumiendo
un papel que va más allá de la investigación propiamente dicha y que permite
enlazar esta con su propia vida. Unamos que uno de los personajes de la unidad apuntala
algunos problemillas que ya dejó entrever en la anterior novela, y la típica
novela en la que se alterna la narración en tercera persona con pequeños y
esporádicos capítulos que ocurren en la mente del asesino –a quien una vez más
los autores nos permiten conocer pero no identificar- y de una de las víctimas,
y así es como acabamos devorando en un par de días las alrededor de quinientas
páginas de la novela.
Novela
negra magistralmente diseñada y muy bien escrita. De las que crean adicción,
pero «adicción buena».
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