La
frase hecha que da título a esta novela implica la existencia de un recorrido,
temporal o espacial y, a menudo, también emocional.
«Hasta
aquí hemos llegado», decimos al rendirnos al cansancio.
«Hasta
aquí hemos llegado», pensamos también cuando el hastío ante la conducta
impertinente o injusta de alguien nos lleva a cambiar drásticamente nuestra
relación con él e incluso a mandarlo al diablo.
Por
ambos motivos hubiera sido un buen título para dar por concluido el recorrido
del comisario Kostas Jaritos en la literatura.
Podría pensarse
en boca del autor, Márkaris, aludiendo al agotamiento de sus ideas.
Y lo
podría haber suscrito también Kostas Jaritos, el protagonista, harto de ser un clónico de sí
mismo hasta dejar tan lejos de la brillantez de sus inicios.
Ya lo
he dicho en alguna otra ocasión: las primeras novelas de Jaritos, publicadas con varios años de diferencia, fueron buenas y
originales, pero luego, cuando el éxito alcanzó a Márkaris, la urgencia no sé
si de pasar por caja o de qué provocó que publicara una novela por año, a veces
más, con una notable pérdida de originalidad que culminó, en el apogeo de su
fama, con una «trilogía de la crisis» que Hasta aquí hemos llegado ha
transformado en tetralogía y en desastre.
Para mí
lo mejor de esta novela ha sido el reencuentro, tras casi cinco años desde que
leí el anterior libro de la serie, con el mundillo de un personaje al que le
tengo cariño, aunque, por desgracia, el buen sabor solo ha durado lo que ha
tardado Márkaris en calcar las novelas anteriores: bien poco.
Y es
que esta novela reproduce punto por punto el poco ingenioso modelo de las
anteriores:
-Alguien
mata a alguien, y tras el finado suele venir algún tipo de reivindicación más o
menos misterioso y peliculero.
-Jaritos
se dedica a ir y venir interrogando una o varias veces al personal, nunca más
de un par de preguntas, y cada vez se nos cuenta cuál de sus ayudantes le
acompaña y por qué, qué medio de transporte elige y por qué, por qué calles
pasa y cómo está el tráfico. Es estos detalles se va un número de páginas
sorprendente.
-Pese a
tanto minúsculo interrogatorio, Jaritos no llega a ninguna conclusión, de todo
lo cual informa a Guikas, su superior, tantas veces como interrogatorios
realiza; en cada ocasión nos cuenta si el jefe si lo recibe de pie o sentado y de
qué humor.
-La «investigación» avanza porque
los malos son contumaces y siguen apiolando al personal a razón de un finado
cada sesenta páginas, más o menos, lo cual permite al comisario recolectar
detalles comunes a todos los crímenes. Esta recolección permite llegar al final
de la novela y, de sopetón, resolver el caso de un modo en general poco
brillante y, en el caso de Hasta aquí hemos llegado, particularmente malo y
decepcionante.
-Como
no todo transcurre en veinticuatro horas, el comisario va a su casa a cenar,
consulta el diccionario que tanto le gusta y nos cuenta qué cocina su esposa,
amén de dejar algún detalle sobre el genio de la señora.
-Añadamos
que su hija y su yerno van o vienen o les pasa algo (como en esta ocasión), y
que su viejo amigo y oponente Zisis siempre está a punto para traer al presente
información útil de toda la segunda mitad de siglo XX en Grecia para encontrar en
el presente criminal ramificaciones de aquel pasado de odio.
-Por
último, espolvoreemos sobre lo anterior la forma en que la actualidad
socioeconómica de Grecia justifica la acción de todo el mundo, buenos y malos,
que actúan y se quejan al ritmo de la sección de economía de los periódicos, lo
cual justifica también la intensidad del tráfico en las principales avenidas y
cuanto podamos imaginar. Como colofón, demos a los asesinatos cierta intencionalidad justiciera.
Con lo que acabo de resumir tenemos
las últimas cuatro novelas de Márkaris, cuyo máximo interés llegó a ser el modo
en que refleja la crisis, aunque me da la sensación de que cada vez lo ha hecho
de un modo más peliculero, lo cual afirmo no solo por esta novela, sino por el
la fallida «predicción» de que Grecia iba a abandonar el euro (en la anterior)
y por comienzo de la siguiente, Offshore, que acabo de empezar a leer.
¿Y si
tengo una opinión tan regular de estas últimas novelas por qué voy a leer la
siguiente y luego la última? Porque, como he dicho antes, como le tengo cariño
al personaje hace tiempo que me propuse leer toda la serie. Entonces no imaginé
que la eventual decadencia de Grecia correría pareja a la de la calidad de las
novelas de Márkaris, pero siento que se lo debo al antiguo Jaritos. Nadie podrá
decir que no he tratado de reencontrarme con él hasta el final.
Acabo de leer esta novela y me ha gustado. No obstante, hay algo que me sorprende: En su desarrollo se cometen dos asesinatos con sendos disparos efectuados con un revólver Smith&Wesson, calibre .38, Modelo Victory y se encuentran los dos casquillos correspondientes a los disparos, pero, así como una pistola expulsa los casquillos y quedan tirados, un revólver no los expulsa, quedando dentro del tambor, a no ser que el que dispara los extraiga y los tire, cosa que, evidentemente, no sucede en la novela.
ResponderEliminarCreo que, al no haber una explicación plausible, que no la hay en la novela, es un error de bulto por parte del autor.