Eugenio Baroncelli es un ilustre desconocido en España. No
sé si algún otro libro suyo ha sido traducido., pero se sí que estas casi
trescientas «biografías», la mayoría reales, son una delicia.
Lo son por la prosa, elegante y rebosante de humor sutil barnizado
con cierta mala sombra contra la importancia que cada ser humano se da a sí
mismo, importancia evidentemente bien escasa cuando en cada hoja de esta obra
desfilan de la cuna a la tumba, a velocidad de matadero, un par de ilustres
personajes; eso sí, con frecuencia mezclados con otros cuyo lustre, si puedo
decirlo así, se lo deben a Baroncelli por incluirlos en la lista. Un humor tan
inteligente y bien expresado que pronto la lista de biografiados se transforma para
el lector casi en lo de menos y lo importante pasa a ser la actitud ante la
vida que transmite el tono de Baroncelli al hilo, precisamente, del
sinfín muertes, accidentes, situaciones y problemas.
Dos o tres gestos son los que definen a cada una de las
personas retratadas, entre los que no se cuentan los hechos que han hecho famosos a
muchos de los biografiados. Gestos nacidos de situaciones normalmente
peculiares, a menudo vinculadas a la muerte o a idas y venidas afectivas, pero
que retratan a los biografiados, de forma admirablemente eficaz, con rasgos vetados
a cualquier lista de obras, logros, merecimientos, viajes, empleos y
circunstancias históricas.
La lectura se hace extraña al principio por lo atípico de la
obra, pero pronto estas doscientas setenta y siete vidas pasan a ser adictivas.
Una ventaja adicional: la brevedad de las biografías hace que la lectura pueda
abandonarse y retomarse en cualquier momento.
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