Muchas ediciones vio esta novela de humor hace ya medio siglo, aunque encontrarla hoy es
tarea artesanal. Una novela, creo yo, buen exponente del tipo de humor que se
ha hecho en la literatura española
de la segunda mitad del siglo XX, donde conviven la hipérbole, el absurdo, cierto costumbrismo
autocrítico con casi todos los “valores tradicionales”, y en las que el cambio
de papel social de la mujer generaba no pocos personajes y comentarios que
entonces pasaban por graciosos y que hoy serían “políticamente incorrectos”.
Sin duda uno de los alicientes, en su día, fue el argumento:
contar la vida, obra y milagros de una prostituta no dejaba de ser una osadía
en la España de los primeros años 60, cuando todavía faltaban más de tres
lustros para que los primeros “desnudos integrales” en televisión se
convirtieran en noticia y debate en la prensa. Una osadía doble, porque si por
un lado aborda el tema del sexo (y con unos circunloquios y eufemismos que más
adornan que ocultan), por otro venía a reivindicar la independencia de la mujer
(pues aunque la protagonista se ve lanzada a su profesión precisamente como
consecuencia de la debilidad de la mujer en su sociedad, no deja de ser una
persona decidida y con criterio propio). Otro aliciente, sin duda, debieron ser
las críticas que, rodeadas de sarcasmo, se disparan incluso contra cuestiones
políticas y vinculadas a la Guerra Civil. Criticas puntuales, al hilo de
comentarios, pero directas y, a veces, duras.
Mapi, que así es
llamada la protagonista, es una muchacha humilde, de un pueblo del interior, a
quien las circunstancias –la pobreza, el “si te he visto no me acuerdo” de los
hombres, el sentido del honor de la época y su derivada: el “qué dirán”-
conducen desde una infancia marcada por la muerte de su padre (al caerle encima
un avión mientras reparaba un tejado) hasta sus inicios en la prostitución. Yo
soy Fulana de Tal relata ese
proceso, que no es otro que el de crecimiento junto a una madre sin recursos,
los primeros escarceos amorosos, y los “noviazgos” de Mapi. La historia, dicho
así, más parece propia de una tragedia que de una novela de humor, pero es que el humor llega por la forma en que se cuentan las cosas. Por
las deformaciones, los absurdos, los malos entendidos, los constantes juegos de
palabras y, también, por un recurso muy frecuente: hacerse pasar por iletrada
para justificar el uso de ciertas ideas o expresiones chocantes. Baste señalar
que la obra, escrita en primera persona, no se divide en capítulos, sino en “pedazos”.
Pocas páginas cuesta coger el hilo del humor, menos directo
que, por ejemplo en Un náufrago en la
sopa, y ese tono se mantiene hasta las páginas finales, donde se torna
súbitamente amargo, como queriendo mostrar al lector que la risueña manera en que
Mapi ha tratado sus calamidades no
debe ocultar lo que de verdad hay en todas esas circunstancias que, “por
imperativo social”, terminan condenando al inocente a la marginalidad.
ley esta novela hace ya 25 años, y yo no leo, ya que desde entonces no e visto o mejor dicho leido mejor novela. no me terminan de enganchar la literatura pero ese libro... Nada igual.
ResponderEliminarDónde puedo comprar el libro en la CDMX...?
ResponderEliminarComo no sea a través de Amazon...
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