En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 5 de noviembre de 2012

La Abadía de Northanger – Jane Austen



           Leí Orgullo y prejuicio y me pareció una obra maestra. Por ese motivo compré La Abadía de Nothanger, pese a tratarse de una “obra menor”, porque creí que, pese a ese carácter “menor”, encontraría buena parte del talento derrochado en Orgullo y prejuicio.
            Pero, curiosamente, lo que más me ha llamado la atención una vez finalizada la lectura no ha sido el texto, sino la breve nota de la editorial en la que se avisa que se trata de un libro con una técnica depuradísima. Y no se cita otro mérito relevante. Y así es, porque es lo mejor que se puede decir de una novela que se me ha atragantado debido a que pocas páginas dan un aliciente para seguir leyendo. Solo al final, ya no sé si por la historia o por el deseo de acabar, fui capaz de leer largo y seguido.
            El argumento es bastante pobre: paseos arriba y abajo pensando y hablando en quién se fija en quién y en a ver si me encuentro "casualmente” con… De aquí salen unas cuantas relaciones más o menos amorosas que deben enfrentarse a los problemillas al uso (si se es un buen partido o no, y si al amor triunfa sobre lo económico) y pare usted de contar. Todo apunta a un final feliz pero no puede haberlo sin que la heroína de turno se lleve algún soponcio previo. Y el que se lleva en La Abadía de Norhanger se resuelve de una forma decepcionante.
            Una novela, en resumen, que justifica la fama de “pastelosa” que a veces se le atribuye a la autora, con esos irreales diálogos que  cuando no consiguen formar parte de una obra maestra como Orgullo y prejuicio, quedan tan pomposos y redichos que producen urticaria.
            Y termino con una referencia al humor. La historia no lo contiene, pero sí la actitud de la autora ante el lector y ante la propia obra. Presenta a la protagonista como la “antiheroína”, y llega a regodearse en la acertadísima idea de que tan antiheroína es que, en realidad, nada de cuanto le sucede es digno de contarse. Lo peor de este ramalazo de humor es que no se mantiene: comienza con fuerza, se diluye luego, y reaparece de vez en cuando… a destiempo.
            Quien quiera conocer a Jane Austen, mejor que lea Orgullo y prejuicio.





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