Leí Orgullo y prejuicio y me pareció una obra maestra.
Por ese motivo compré La Abadía de Nothanger, pese a tratarse de una “obra
menor”, porque creí que, pese a ese carácter “menor”, encontraría buena parte
del talento derrochado en Orgullo y prejuicio.
Pero, curiosamente,
lo que más me ha llamado la atención una vez finalizada la lectura no ha sido el
texto, sino la breve nota de la editorial en la que se avisa que se trata de un
libro con una técnica depuradísima. Y no se cita otro mérito relevante. Y así
es, porque es lo mejor que se puede decir de una novela que se me ha atragantado
debido a que pocas páginas dan un aliciente para seguir leyendo. Solo al final,
ya no sé si por la historia o por el deseo de acabar, fui capaz de leer largo y
seguido.
El
argumento es bastante pobre: paseos arriba y abajo pensando y hablando en quién
se fija en quién y en a ver si me encuentro "casualmente” con… De aquí salen
unas cuantas relaciones más o menos amorosas que deben enfrentarse a los
problemillas al uso (si se es un buen partido o no, y si al amor triunfa sobre lo económico) y pare usted de contar.
Todo apunta a un final feliz pero no puede haberlo sin que la heroína de
turno se lleve algún soponcio previo. Y el que se lleva en La Abadía de
Norhanger se resuelve de una forma decepcionante.
Una
novela, en resumen, que justifica la fama de “pastelosa” que a veces se le
atribuye a la autora, con esos irreales diálogos que cuando no consiguen formar parte de una obra
maestra como Orgullo y prejuicio, quedan tan pomposos y redichos que producen urticaria.
Y
termino con una referencia al humor. La historia no lo contiene, pero sí la
actitud de la autora ante el lector y ante la propia obra. Presenta a la
protagonista como la “antiheroína”, y llega a regodearse en la acertadísima
idea de que tan antiheroína es que, en realidad, nada de cuanto le sucede es
digno de contarse. Lo peor de este ramalazo de humor es que no se mantiene:
comienza con fuerza, se diluye luego, y reaparece de vez en cuando… a
destiempo.
Quien quiera conocer a Jane Austen, mejor que lea Orgullo
y prejuicio.
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