Es el cuarto libro que leo de este hombre y es el que más me ha gustado. En realidad, los tres anteriores me decepcionaron en relación a lo que esperaba, y no sé por qué he leído este, pero lo he leído, y me alegro.
No es que sea muy diferente a los demás. El protagonista -Chinaski- se limita a hacer lo mismo que en el resto: beber y beber y beber, ir de vez en cuando al hipódromo y, si puede y el cuerpo le aguanta, echar todavía más de vez en cuando un polvete. La única diferencia es que por una vez, trabaja. Y trabaja como cartero, lo que da pie a contar una serie de anécdotas siguiendo la secuencia que guía la novela: la vida del caballero en los once años que trabaja en estas lides.
Pero pese al desenfado y cierto buen humor que parece respirarse, no es una novela menos sórdida que las otras. El autor se despide con el mismo desapego de la ex mujer que se muere que de la que lo deja y de su propia hija que se va con ella. Al fin y al cabo, parece decir, ¿qué más da lo que pase mientras uno pueda echarse un trago?
De ahí que el mundo se divida en hombres y mujeres; los hombres a su vez se dividen entre los que molestan y los que no, y las mujeres entre las que tienen "unas buenas tetas" o "un buen culo" y las que no. La misma visión de la vida que en los otros libros.
Por cierto, este libro es ideal para leer aprovechando momentos cortos, de pocos minutos, dado que los capítulos son sumamente breves. Así es como lo he leído yo.
No es que sea muy diferente a los demás. El protagonista -Chinaski- se limita a hacer lo mismo que en el resto: beber y beber y beber, ir de vez en cuando al hipódromo y, si puede y el cuerpo le aguanta, echar todavía más de vez en cuando un polvete. La única diferencia es que por una vez, trabaja. Y trabaja como cartero, lo que da pie a contar una serie de anécdotas siguiendo la secuencia que guía la novela: la vida del caballero en los once años que trabaja en estas lides.
Pero pese al desenfado y cierto buen humor que parece respirarse, no es una novela menos sórdida que las otras. El autor se despide con el mismo desapego de la ex mujer que se muere que de la que lo deja y de su propia hija que se va con ella. Al fin y al cabo, parece decir, ¿qué más da lo que pase mientras uno pueda echarse un trago?
De ahí que el mundo se divida en hombres y mujeres; los hombres a su vez se dividen entre los que molestan y los que no, y las mujeres entre las que tienen "unas buenas tetas" o "un buen culo" y las que no. La misma visión de la vida que en los otros libros.
Por cierto, este libro es ideal para leer aprovechando momentos cortos, de pocos minutos, dado que los capítulos son sumamente breves. Así es como lo he leído yo.
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