En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

miércoles, 14 de marzo de 2018

El homenaje – Andrea Camilleri




El homenaje es tan breve que sorprende encontrarlo publicado de forma independiente y no como parte de una colección de relatos. Es lo que tiene la fama, que permite rentabilizar así hasta los escritos más pequeños. Hecha esta advertencia, esta brevísima obra puede identificarse como de Camilleri incluso aunque su nombre no figurara en ningún sitio, y eso que no es precisamente su obra más lograda. La acción transcurre con una rapidez inusitada, dando la sensación de que está casi tal cual salió y que con algo más de dedicación podría haber evolucionado a una novela corta con bastante más sustancia.

Italia, 1940. Vigàta. Un buen hombre es liberado tras cinco años de confinamiento por «difamación sistemática del glorioso régimen fascista», difamación que, en realidad, había sido una tontería pagada carísima. De regreso, se presenta en el Círculo Fascismo y Familia del que era socio. Todo el mundo le da preventivamente la espalda –no tanto por rechazo como por miedo a ser considerado afín a él- hasta que el más peligroso de ellos –por lo chivato- considera que hay que echarlo. Nadie osa llevarle la contraria. El «difamador» se muestra dispuesto a aceptar al expulsión, pero en medio de la discusión que otros comienzan un infarto fulmina a uno de los asistentes: un fascista de noventa y siete años.

Con esta excusa Camilleri da rienda suelta a lo que mejor se le da: reflejar cómo una parte del personal trata de medrar a costa de cualquier cosa y cómo el resto colaboran, muy a su pesar, movidos por el miedo a perder su posición, alta, baja o bajísima; a la vez, estas actitudes están motivadas a veces por situaciones particulares que tienen poco que ver con la ambición política y de poder, y mucho con la debilidad de la carne o con el deseo de aparecer ante alguien ungido de una determinada manera. El problema del «tonto el último» que se desata en la carrera por homenajear al abuelete muerto es que conforme pasa el tiempo se van sabiendo más cosas de él, y cuando lo que sale a la luz se empeña en ser contrario a la realidad oficial, los procesos de rectificación son obligatorios y sumamente graciosos, pues si fácil es imaginar a quien medra adulando y ensalzando cualquier memoria, mucho menos –y tanto más divertido- lo es verlo en el proceso de salvar su culo cuando ha metido la patita hasta el fondo.




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