En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 4 de julio de 2016

El secreto de la modelo extraviada - Eduardo Mendoza



1978, 1982, 2001, 2012 y 2015 son los años de publicación de las novelas del «detective loco». Una distribución que indica que Eduardo Mendoza escribe lo que le apetece cuando le apetece, aunque creo que con el segundo (El laberinto de las aceitunas) trató de aprovechar el éxito del primero (El misterio de la cripta embrujada), el cual es el mejor de la saga tras La aventura del tocador de señoras; y creo también que El enredo de la bolsa y la vida es un libro no sé si de trámite, pero sí algo triste por cómo el paso del tiempo para Barcelona y los personajes ha acabado con el mundo que tantos lectores disfrutamos en las otras tres novelas, y quizá de ahí que El secreto de la modelo extraviada cambie de enfoque y tenga una personalidad diferente a las otras cuatro.

Cambia sin renunciar que el tiempo haya pasado para todos, porque basta el mordisco de un perro para que el protagonista rememore, durante más de la mitad del libro, una «aventura» de treinta años atrás, lo que lo devuelve a la frescura de la juventud y a la Barcelona preolímpica. Cambia también porque cuando se vuelve al tiempo actual se abandona el aire de fracaso y decrepitud que hacía del Enredo de la bolsa y la vida una novela algo triste; en cambio en El secreto de la modelo extraviada la secuencia pasado-presente logra un contraste temporal mucho más ágil y divertido que en El enredo de la bolsa y la vida, la cual se publicó once años después de su antecesora y la evolución daba más para compadecerse de los personajes que para sorprenderse. Cambia el humor respecto a las mejores novelas de la saga, porque es menos delirante, más centrado en el gag, con numerosas concesiones al absurdo que no pretenden caracterizar personajes concretos, sino que son un fin en sí mismas, aunque Mendoza no abandona algunos recursos habituales como la reiteración de coletillas (el «cocina riojana» o «yo no soy gay») y ciertas notas que lindan con la escatología porque el protagonista lo requiere (como todas las que aluden al papeo que debe repartir y no acaba nunca de entregar). Cambia porque así como en La aventura del tocador de señoras la mezcla de intriga y humor es magistral, en El secreto de la modelo extraviada la intriga gana peso (que no complejidad) y el humor más bien la rodea. Una novela superior a su inmediata antecesora, pero se diría que Mendoza no ha intentado sorprender con nada nuevo, sino ofrecer lo que sus lectores esperan, con talento y buen hacer, pero sin intentar superarse. Da la impresión de que ha trabajado más la trama, la organización de las cosas para que todo discurra sin prisa pero sin pausa (es ejemplar el modo en que las cosas se suceden), que los detalles humorísticos. El resultado es una novela que se lee rápido y bien, en la que se desea avanzar sin llegar a percibir los burdos trucos de «modo de trabajo best seller».

Se lee fácil, digo, pese a lo redicho no solo del protagonista, sino de casi todos los personajes. El lenguaje elaborado y algo arcaico, que forma parte del humor tanto como la historia, pasa de ser un elemento caracterizador del protagonista-narrador a filtrarse de tal modo en todos los intervinientes que la novela gana en originalidad, pero el protagonista resalta menos al perder contraste con el resto del «reparto». La intriga atrapa, aunque lo que más lo hace es el cariño que se siente hacia el protagonista. Mendoza escribe de maravilla, pero aunque lo hiciera mal uno lee para estar con el personaje más que para saber qué le ocurre. Qué merito haber logrado algo así.

Leed todas las novelas de la serie. Comparadas con algunas cosas que dicen que son humor, estamos hablando de libros maravillosos. 






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