Dice
Ajonio que disculpéis. Que ha intentado preparar las velitas como le había
pedido, pero que solo ha podido robar cuatro y que la quinta la ha tenido que fabricar
él mismo con los materiales que tenía a mano en su «sex hop» (así, sin ese).
En fin...
No sé qué vais a pensar de nosotros.
¿Por qué
velitas? Porque ayer hizo cinco años que Ajonio Trepileto llegó a las
librerías. Aunque el primer lugar donde lo vi expuesto no fue en una de ellas,
sino en una caseta de la Feria del Libro de Huesca. Hacía sol, y tras toda la
vida leyendo y viviendo las historias narradas por otros, no acertaba a creerme
que por una vez los papeles se habían invertido. Era una sensación extraña y
hermosa.
Han sucedido
muchas cosas desde entonces, buenas y malas, y La terrible historia de losvibradores asesinos ha tenido muchos lectores. Algunos eminentes, que me da
pudor citar. Pero aunque su renombre me halague el ego y ponga las cosas fáciles
a mi chuchurrida memoria, a quienes recuerdo constantemente es a los lectores, cada
vez más y casi todos anónimos, que cinco años después están permitiendo que
Ajonio Trepileto, pese a lo lamentable de su modo de vida, siga correteando por
estos mundos. Gracias a ellos, a muchos de vosotros, cada día Ajonio renace y vuelve
a apañarse, a su manera, con la ciclópea y cariñosa Claudita, se vuelve loco por Zoé o por Danuta, persigue su libertad
localizando vibradores defectuosos en su primera historia o se las ve con amantes
del dinero y curas prófugos en la segunda, y también cada día la suerte de su asendereado
pellejo vuelve a depender de su peculiar inteligencia y de su nulo sentido del ridículo. Y
todo para lograr algo tan difícil como vivir en paz cuando nadie te respeta.
Hoy la
edición en ebook de La terrible historia de los vibradores asesinos ha
amanecido en el puesto sexto en España, en Amazon, en humor, por delante de un éxito del género
publicado hace un mes y medio por el grupo editorial más potente, y cerrando el
primer tercio del disputadísimo top de novela negra, junto a la nueva obra de
uno de los autores «negros» consagrados. Hace cinco años que está en papel, y
año y medio en ebook. En este formato, tras un primer año de darse poco a poco
a conocer a los lectores que lo usan, en los últimos siete meses ha sido nº 1
de humor en español en cuatro países, nº 2 en otro más, y ha estado entre los
cinco primeros en otros dos. De forma recurrente. Sin promoción. Boca a boca. No
sé qué decir, salvo gracias a todos.
La semana que viene, casi
como hace cinco años al día siguiente de la de Huesca, estaré en la Feria del Libro de Zaragoza firmando
ejemplares de La terrible historia de los vibradores asesinos y de La sota debastos jugando al béisbol, que también ha alcanzado algún puesto destacado y
que en sus primeros seis meses de vida en ebook (y ya año y medio en papel) se
está comportando aún mejor que su antecesora en ese periodo. Será el viernes
por la tarde. Una bonita forma de celebrar este cumpleaños.
A pesar del desaguisado de las velitas, a menudo pienso que a Ajonio Trepileto le debo muchas más cosas de las que él me debe a mí.
A pesar del desaguisado de las velitas, a menudo pienso que a Ajonio Trepileto le debo muchas más cosas de las que él me debe a mí.
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