En un magnífico y profundo diálogo (de esos que tan poco abundan en los best sellers) uno de los personajes de El nombre de la rosa, de Umberto Eco, defendía que el humor era cosa diabólica.
"-Nuestro Señor no necesitó tantas necedades para
indicarnos el recto camino. En sus parábolas nada hay que mueva a risa o provoque miedo."
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