En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 21 de marzo de 2022

1793 – Niklas Natt Och Dag

 



Hay libros cuyo éxito es un misterio para mí. 1793, que transcurre en Estocolmo en el año que indica el título, es uno de ellos.

Hasta el ingenioso final que se ventila en las dos o tres últimas páginas el lector debe lidiar con cuatro partes de un centenar de páginas cada una en las que hay no poca paja (sobre todo en la tercera) y cuyo mayor «atractivo» es la permanente exhibición de crueldades demenciales y asquerosidades a cuál más repugnante. De ahí que no entienda el éxito. ¿Tantos aficionados hay a estos temas? Porque de eso trata es este libro. Que nadie busque méritos lingüísticos ni detalles históricos que enriquezcan la lectura: el lenguaje es correcto, sin más, y aburre mencionando un sinfín de lugares y calles de las que nada se cuenta más que el nombre, por lo que ningún lector podrá situar ni imaginar nada de ese antiguo Estocolmo, salvo, eso sí, que todo está cubierto de mierda y, en invierno, de hielo y mierda congelada.

¿Y existe argumento, aparte de mostrar sangre, sufrimiento y suciedad hedionda? Sí, pero aunque despierta cierto interés tampoco justifica el éxito de la novela. A saber:

En el lago más asqueroso de la zona, un lago, literalmente, de mierda y orines, aparece el cuerpo de un hombre al que, por orden y sin dejarlo morir, le han ido amputando las cuatro extremidades y la lengua además de sacarle los ojos. Risueño, ¿eh? Averiguar quién es el autor de tal «obra» podría decirse que es el rompecabezas al que se enfrentan los investigadores, pero como la cocorota del finado está casi indemne y lo roto es todo lo demás, mejor utilizar otra terminología. De investigar quién es el lastimado caballero y quién lo ha tratado con tan poca educación se ocupa una pareja peculiar: un guardia-no guardia alcohólico con un brazo de madera y un abogado tísico que está a punto de espicharla, pero que siempre saca fuerzas para dar un pasito más, o los que hagan falta. En las primeras cien páginas dan pocos pasitos, así que no llegan muy lejos. El tísico, ya lo he apuntado, solo lo está para describir cuánta sangre escupe, qué malito está y qué mala cara tiene, porque por lo demás no deja de hacer nada que no hubiera hecho cualquier personaje con una salud envidiable.

En la segunda parte conocemos a un muchacho que se presenta ante los lectores dedicando la primera página a explicar cómo ha cagado esa mañana (siento ser tan explícito, pero es lo que hay y detona claramente las intenciones del autor), y que cuenta, a través de cartas a su hermanita, cómo él, siendo nada más que un joven y simpático estafador, ha acabado arruinado y forzado a verse envuelto ciertos desagradables asuntillos de los que hubiera podido librarse con el medio dedo de frente que a todo lector le sobra para asombrarse de cómo los «olvidos» de los autores sobre opciones evidentes permiten cuadrar cuantos círculos hagan falta. Vamos, que el pobre chaval se vio en el infierno junto la puerta de salida abierta y sin vigilar y, como no se dio cuenta, se quedó allí. Pobrecico.

La tercera parte nos cuenta la peripecia de una chica joven y mona a quien le ocurren todas las desgracias e injusticias posibles hasta que, atravesando un cadáver descompuesto (sí, tampoco exagero), se sale con la suya.

Y en la cuarta parte, las andanzas de todos se reconducen hacia un final, pero no por la habilidad del autor para encajar piezas, sino abusando de la paciencia del lector con dos de esas «causalidades» tan abundantes en los autores sin recursos o sin ganas para trabajar una trama hasta las últimas consecuencias.

              La biogradía del autor dice que  "fue galardonada en Suecia con el premio al Mejor Libro del Año y considerada mejor debut por la Academia Sueca de Novela Negra en 2017.  El éxito de público y crítica de 1794, la segunda entrega de su trilogía sobre el Estocolmo de finales del siglo XVIII, lo ha consagrado como el gran renovador del noir y la novela histórica." Los elogios en boca de críticos literarios (mercenarios o no, lo ignoro) son abundantes en las sinopsis que de la novela pueden leerse en internet. A mí, en cambio, me ha parecido una novela ideal para ponerte a régimen: literariamente no te aportará nada, pero te quitará el apetito durante una buena temporada.



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