En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 19 de febrero de 2018

Crímenes duplicados - Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt



Serie Sebastian Bergman, 2

Ya escribí aquí, al comentar la primera novela de la saga Bergman, que Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt  estaban más por la elaboración de best sellers que por el genio, pero que habían sido capaces de hacerlo muy bien y que el resultado había sido espectacular. De ahí su éxito. Es lo exigible, porque también en la «técnica del best seller» hay que buscar la excelencia, y da la sensación de que la escritura a dúo entre estos dos autores funciona así de bien porque lo que buscan es precisamente la eficacia y no el arte; más parecen un equipo de guionistas conscientes de cómo se capta audiencia que escritores, lo cual no es una crítica. En esta segunda novela tampoco nadie encontrará florituras literarias ni un solo pasaje que llame la atención por su belleza, pero sí una historia bien diseñada para captar y mantener la atención del lector. ¿Cómo? Con un argumento que permite enlazar las situaciones de tensión de la trama principal –los crímenes duplicados a que alude el título- con los follones que hilan la saga: las circunstancias personajes de Sebastian Bergman y su complicado carácter.

                Esto último hace más que aconsejable haber leído la primera novela. O, más que aconsejable, creo que ambas se disfrutarán más leídas en orden. En cuando al argumento en sí, es sencillo pero de desarrollo complejo: un asesino en serie comienza a actuar siguiendo el mismo ritual que hace años siguió otro asesino ahora encarcelado; la exactitud con que los crímenes actuales replican los pretéritos hace temer que el preso tiene algo que ver, pero, ¿cómo, si de verdad está preso?

                Crímenes duplicados recupera los personajes del mundo policial de la primera novela, Secretos imperfectos, incluidos los secundarios, pero se diferencia en que el quién y el cómo están mucho más claros y la tensión se logra mediante otros efectos: hasta dónde va a poder llegar el criminal y, también, en qué van a quedar los secretos de Sebastian Bergman. Es esto último lo realmente brillante porque, respecto al caso policial en sí, se produce un ligero bajón respecto a la primera novela debido a un par de situaciones demasiado forzadas: quien lea la novela sabrá a qué me refiero cuando digo que el realismo mínimo es incompatible con que personas con ciertas responsabilidades lleguen a ser tan tontos, en momentos concretos, como aquí ha sido necesario para sacar adelante el argumento. Paralelamente, el malo malísimo es tan frío y calculador que resulta imposible tener por reales ciertas carambolas.

                Los crímenes cometidos y perseguidos en esta novela son, en realidad, un argumento poco llamativo en el sentido de que hay muchas novelas similares (me vienen a la cabeza algunas de Craig Russell) que juegan con el horror del lector a que se vuelva a perpetrar un asesinato especialmente repugnante, pero el mérito de los autores es que, en realidad, ese argumento es la excusa para una pretensión de fondo que es la que en realidad ha de atraer a su público: seguir desarrollando la complicada existencia de ese egoísta maleducado llamado Sebastian Bergman, en la que los líos afectivo-familiares son de tal magnitud que, a su lado, un asesinatillo más o menos apenas importa, y en torno  esta idea el final es magistral por el modo en que utiliza unos cuantos cabos –dejados intencionadamente sueltos de antemano- para lanzar al lector a por la tercera novela (que, por cierto, ya tengo). 

                Pero todo esto no bastaría para construir un éxito si no existiera una «marca de la casa» para el protagonista que lo distingue de otros y a la que el lector es sensible: la claridad y al mismo tiempo profundidad con las que se juzga, con acierto, la personalidad de la gente a partir de hechos cotidianos y conductas espontáneas.  Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt apelan al conocimiento de uno mismo y de los demás a través de reflexiones sencillas que casi siempre se nos pasan por alto por falta de frialdad o de interés para realizarlas. Esta es buena parte del secreto.




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