En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Estoy mucho mejor - David Foenkinos



      Estoy mucho mejor, o la crisis de identidad de cuarentones y cincuentones, es la segunda novela que leo de David Foenkinos y, como en la primera, llama la atención el minucioso análisis de lo que de significativo tienen los detalles, exponiéndolo con claridad, brevedad y brillantez.

      Ahora bien, que nadie busque en esta novela respuesta a las causas de la crisis que cito, porque lo que el autor expone es el autoanálisis de un pirado más preocupado por encontrarse que por saber por qué se ha perdido.

      La historia comienza con el dolor de espalda del protagonista, que se dirige al lector en primera persona. Tras un agónico peregrinar de médico en médico que lo hace evolucionar de paciente preocupado a hipocrondríaco ridículo, el caballero llega a la conclusión de que el origen del asunto es psicológico y, miren ustedes por dónde, en su vida comienzan a suceder cosas que le obligan a replantearse el futuro y, por tanto, a hacer balance del pasado. ¿Cuáles? Desde perder el trabajo a divorciarse, amén de separarse de sus hijos no porque se transformen en "hijos-maleta" con motivo del divorcio (robo la terminología a un amigo juez) sino porque ya están creciditos y acaban de independizarse.

      Su crisis, como todas las de cuarentones y cincuentones, proviene del choque con la realidad cuando la edad comienza a demostrar que las ilusiones, ambiciones y ensoñaciones conscientes o inconscientes de todo tipo se están quedando en nada. Es ahí cuando surge el egoísmo de ponerse a uno mismo por encima del resto, por más cercano que esté, y de ocuparse y preocuparse casi en exclusiva del "yo". ¿Culpables de esas ilusiones frustradas? Obviamente -no hay nadie más-, el pasado y quienes en él habitan, así como un mismo, aunque, claro, con uno mismo siempre se es condescendiente; ¿cómo no, si se va de víctima? ¿Soluciones? Romper con el pasado: con ciertas personas, con determinadas costumbres, hacer cosas que no se han hecho, etc., con lo cual el "renacido" se sumerge en un nuevo autoengaño exactamente igual a aquel del que quiere escapar, un cambio de lugares y nombres en el que vivir una "nueva" vida, aunque para cuando advierta que era como la anterior habrán pasado otros 20 o 30 años y ya será tarde para todo, aunque quizá haya logrado autoengañarse hasta el final y tener la sensación de haber hecho algo por cambiar su destino.

      Huida del pasado, que no asunción de responsabilidades y afrontar los problemas esforzándose por cambiar para solucionarlos. Es en esta huida como el personaje va sintiéndose progresivamente mejor. Lógico: a medida que se desentiende del pasado, se siente liberado; y, a la vez, cuando algo nuevo aparece en el futuro lógicamente se transforma en una ilusión.

      La novela está contada con un humor muy sutil, que deriva del esperpéntico autoanálisis del protagonista, de sus miedos, errores y, también, de la cerrazón provocada por su propio egoísmo; además, al tono ligero ayuda que el hombre no haga dramas de nada. Unamos una serie de extravagantes ocurrencias acerca del origen de sus males y lo veremos tratando de resolver algún que otro trauma de su infancia, como el no haber sido invitado, a los ocho años, a cierta fiesta de cumpleaños.

      Y eso es todo: análisis de sensaciones al hilo de un personaje introvertido y algo maniático que desemboca en un final aparentemente feliz aunque todo haya cambiado para que no cambie nada.
      



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