Magistral y breve novela de Andrea Camilleri sobre la
desaparición, todo apunta que voluntaria, de la joven esposa de un anciano
escritor; una mujer bella, atractiva para todos y promiscua. O eso parece, porque
el encanto de la novela es ir conociendo poco a poco a una protagonista a la
que no escuchamos ni vemos actuar si no es por lo que otros cuentan de
ella y por alguno de sus propios escritos.
La forma de presentación, brevísimos capítulos ordenados
cronológicamente con alguna marcha atrás (ojo con las fechas, son importantes)
es tan televisiva como la fluidez y rapidez de los diálogos: frases breves, directas,
cargadas de significado.
Noli me tangere. Fra Angélico |
La intriga y el ritmo, rapidísimo, hacen difícil dejar la
lectura. Además, el autor se permite coquetear con «misterios históricos» que
dotan al conjunto de cierto aura cercano al de las novelas pseudohistóricas
vinculadas a supuestos misterios seculares que mezclan tradición y leyenda. En
este caso, el papel en la acción corresponde a una pintura de Fra Angélico reflejando
el momento en que Jesucristo resucitado le dice a María Magdalena «Noli me
tangere», frase que da título a la novela. Esa pintura, como otras, permite albergar la
duda de si Jesucristo se lo dice cuando ella va a tocarlo o después de que lo haya hecho. Las implicaciones emocionales son distintas. Pero,
a diferencia de todas esas novelas de las que se dice que «enganchan»,
Camilleri cuenta y resuelve algo además de una intriga: desarrolla ante nuestros ojos una
personalidad tan rica que no desea otra cosa que encontrarse
a sí misma porque es consciente de la vacuidad de la vida incluso cuando se
tiene belleza, salud y dinero para disfrutarla. Camilleri nos cuenta la
historia de esa búsqueda, que es también la de huida de uno mismo para
encontrarse, también a sí mismo, no sabe dónde, pero en el sitio adecuado.
Noli me tangere. Tiziano. |
Solo hay algo que deja cierta sensación de incomodidad:
cuando el final (previsible a partir de cierto punto) llega, cabe preguntarse
hasta qué punto era necesario todo lo hecho para alcanzar lo alcanzado, cuando
hay caminos más directos y que nadie puede cuestionar. ¿O es que a veces huir de uno
mismo implica exterminar hasta su recuerdo? Sin embargo, prefiero mirar el lado bueno y no pensar ni en cabos sueltos ni en el simple truco de un capricho, sino en aprovechar ese interrogante para reflexionar acerca de lo dicho: qué debemos dejar atrás cuando decidimos dejar atrás nuestra forma de ser y de vivir.
Como el autor dice al final, No me toques, Noli mi tangere, no es una novela negra,
aunque lo parezca.
Acabo de leerlo y me ha gustado mucho, Camilleri me encanta, tanto por el estilo, la forma, los cortos capítulos, el ritmo constante y mantenido, mezclando diálogos, cartas, correos electrónicos, páginas de periódico, citas literarias y esa nota final tan apabullante
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