Interesantísima novela, Trapos Sucios, para reflexionar sobre el ego, la esclavitud de ego, el modo en que renunciamos a vivir nuestra propia vida por miedo a admitir errores y debilidades, y para reflexionar también sobre la importancia real de las cosas.
Adrian Ludlow es un novelista que no escribe desde hace siglos. En su día alcanzó lo más parecido a la "inmortalidad literaria": una de sus primeras obras es estudiada en los institutos. Lo cual, gloria aparte, le garantiza reediciones y derechos de autor.
David Lodge. Londres, 1935 |
Adrian vive retirado junto a su esposa, Eleonor, en una casa de campo cercana al aeropuerto de Gatwick. La ubicación permite que Sam, un viejo amigo de ambos de los tiempos de la universidad, los visite justo antes de emprender un viaje a Estados Unidos para hacer un trabajo en Hollywood. Algo más tienen en común Sam y Adrian: los dos se dedicaron a las letras. Sam ha triunfado como guionista, si por triunfar se entiende tener audiencia, fama y dinero a raudales. El bestseller, representado por Sam, enfrentado a la alta literatura representada por Adrian.
Una momentánea ausencia de Adrian permite al lector comprender que la amistad entre Eleanor y Sam es algo más que simple amistad. Pero lo importante de esa visita es que sabemos que Sam había accedido a hacer una entrevista con la periodista de moda, Fanny Tarrant, una profesional polémica por su carácter incisivo y provocador. La entrevista, que ha sido publicada esa misma mañana, es destructiva y reduce a Sam a la condición de pésimo escritor con ínfulas de grandeza.
Adrian confiesa entonces a su amigo que la periodista también quiso entrevistarlo a él para sacar información sobre Sam, pero que Adrian se negó. Sam idea entonces una venganza: ¿qué tal si Adrian accede ahora a ser entrevistado y, a raíz de esa entrevista, se anticipa a Fanny publicando sobre ella un artículo demoledor?
Ahí queda la cosa, porque Sam se va a su viaje. Pero Adrian, tras rumiarlo, y en contra de la opinión de Eleanor, accede. ¿Por qué? No se dice, pero el lector avispado lo comprenderá más adelante.
Fanny llega a casa de Adrian y la entrevista y contraentrevista, en la que se consume buena parte de esta breve novela, es un pasaje de extraordinario valor, en el que encontramos una Fanny más sensata de lo que pudiera pensarse hasta el momento (lo cual no está reñido con su falta de escrúpulos) y a un Adrian activo, cuando hasta ese momento ha dado una imagen pasiva. Un diálogo prolongado, brillante e inteligente; sumamente inteligente, tras el cual al lector no le cabe duda: el libro merece la pena.
El diálogo transcurre en medio de un inestable equilibrio emocional: Fanny intenta sacar trapos sucios de Sam; y el lector y Adrian saben que éste está intentando sacarlos de Fanny.
¿Y por qué la gente se aviene a contar sus miserias? En algunos casos, como parece el de Fanny, quizá por necesidad de comprensión, por la soledad a la que la aboca la forma en que ha decidido ejercer su profesión y vivir su vida; en otros, como el de Adrian, lo sabremos al final, aunque solo se haya avenido a hacerlo off the record. Lo cierto es que, en cualquier caso, el asunto se le va a Adrian de las manos cuando Eleonor, de modo que no viene al caso en esta reseña, siente traicionada su intimidad y, en un arrebato, cuenta un trapo sucio que es "el" trapo sucio que a toda costa Adrian quería evitar: el trapo sucio cuyo secreto justificaba airear todos los demás.
¿Y qué ocurre cuando todos los trapos sucios ondean al viento? Que nadie es como ha hecho creer a los demás. Que las relaciones se enfrían. Que hay que afrontar la realidad. Que hay tomar decisiones.
Entonces es cuando Lodge resuelve el lío con un golpe de efecto magistral, a través de un suceso que súbitamente reduce el ego de todos, ante sus propios ojos, a su verdadera dimensión: la del ombligo de cada uno.
Una maravillosa y breve novela para reflexionar sobre la autoestima, el egoísmo, el egocentrismo, la vanidad del escritor o de cualquier creador, el miedo, las dudas, la culpa, los errores, el temor a enfrentarse a cómo somos realmente, con todas nuestras miserias a cuestas, y sobre la forma en que ese miedo nos hace vivir una vida que no es la nuestra.
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