En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 27 de febrero de 2017

14 – Jean Echenoz



          Prosa elegante, se dice en algún lugar de la contraportada. Y así es. Y oficio, mucho, para dar en tan pocas páginas una visión tan amplia de la Primera Guerra Mundial. Una novela excelente pero, sin embargo, desagradable por el descarnado modo en que se expresa: sin pasión sin tomar partido –en el texto- ni siquiera a favor del ser humano; se describen los hechos sin hacer alusión a los sentimientos y las sensaciones; el sufrimiento, que lo ponga el lector. Y el lector lo pone porque resulta imposible leer según qué cosas sin intentar ponerse, siquiera remotamente, en el lugar de los personajes. Esta es la forma de tomar partido a favor del ser humano: forzando al lector a buscar el horror en sí mismo. 14 es, por tanto, una de esas novelas cuyo efecto no surge de las ideas que expresa, sino de los sentimientos que desata. Una gran y dura novela.

          Cuenta la historia de cuatro amigos franceses, de los cuales uno, Anthime, tiene más protagonismo. Un buen día el toque de rebato del campanario avisa de que van a ser movilizados. Ninguno sabe muy bien por qué ni para qué, y ni siquiera se lo preguntan. Todos tienen la confianza de que es un engorroso trámite y en quince días volverán a casa. Ni tan solo muestran preocupación. Ya en ese momento sabemos que Anthime mira con buenos ojos a Blanche, y que a ella él no le es indiferente, pero Blanche está con Charles, un tipo que va por la vida con aires de superioridad, que no encuentra ascua a la que no arrime su sardina y que con su actitud acompleja a Anthime, que es todo lo contrario a él.

          El relato es el de la suerte de los cuatro amigos perdidos en una guerra a caballo entre dos épocas. Una guerra a veces todavía convencional, de lucha cuerpo a cuerpo entre ejércitos, y que poco a poco va haciéndose novedosa: la aviación, las armas químicas...

          Ninguno de los cuatro opina o juzga. Solo, como animales domesticados, se dejan llevar sin otra esperanza que aguardar a que termine todo aquello, eludir la muerte y, mientras tanto, permanecer juntos para encontrar en esa pequeña unión el único rastro de afectividad disponible.

          Lo que ocurre es previsible: la guerra, las penurias, la desgracia, la desesperanza... El ser humano tratado como una escoria intercambiable, enviado a matadero como una res por quienes no piensan experimentar ellos mismos el horror. Gente luchando, sufriendo y muriendo por no saben qué, luchando no contra nadie sino por sobrevivir, muriendo por algo que no ha de cambiar su vida porque la vida de Anthiem, como vemos al principio, igual que la de todos, era trabajar, pasear, enamorarse...  Algo tan cotidiano y ajeno a la política y a las razones de los gobernantes que resulta insultantemente doloroso y contiene una enorme carga de denuncia. Pero al final, todo termina. Hasta lo malo, que solo permanece en el alma. Tras cualquier guerra, en realidad, nada ha cambiado. Solo hay más sufrimiento.


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