Aunque
sin fecha, ayer se anunció la bajada del IVA en los libros electrónicos. Del
21% al 4%. Noticia bien recibida por todos los que se pronunciaron, pero no olvidemos que siempre que algo cambia hay quienes se sienten beneficiados y
perjudicados.
En la
teoría de la Hacienda Pública el IVA grava la capacidad económica puesta de
manifiesto a través del acto de consumir. Y como es lógico que a mismo consumo,
misma tributación, cuando lo que se compra es una narración la tributación
debe ser la misma con independencia del formato, salvo que éste ponga de
manifiesto una capacidad económica superior. No es el caso de las narraciones
en formato electrónico, sistemáticamente más baratas que en papel. Más allá de
esta teoría, la diferencia de tipos a un mismo consumo en función de su formato
es una forma más o menos disimulada de proteccionismo hacia unos sectores de
actividad en detrimento de otros, lo cual, como toda opción política, tiene defensores
y detractores.
Cuando la
rebaja de tipos anunciada sea una realidad, el resultado efectivo estará en
algún punto intermedio entre estos dos extremos:
-Primero:
que no varíen los precios de venta al público de los libros electrónicos, en
cuyo caso los únicos beneficiados de la rebaja serán los participantes en el
proceso de creación y comercialización del ebook:
editores, plataformas y los paupérrimos autores verán aumentado su trozo de
pastel en un 16,34%. El formato será más rentable y habrá más personas
interesadas en potenciarlo.
-Segundo:
que toda la bajada se traslade al precio. Cada ebook costará al público un 14,05%
menos. Los lectores serán los más beneficiados. Pero también beneficiará a los
autores y editores de ebooks y a las plataformas, pues a
menor precio venderán más unidades pese a que no habrán rebajado lo que ellos cobran por
cada una. Perjudicados: los productos sustitutivos. Es decir, los libros en papel y con ellos las editoriales que no compiten en el mundo del ebook por falta de interés o capacidad y, sobre todo, los libreros.
Conclusión:
un notable impulso al formato electrónico.
Una rebaja lógica desde el punto
de vista de la teoría, motivada, dice la noticia, por el deseo de la UE de
impulsar el comercio electrónico por considerar que debe impulsarse lo que
apunta hacia el futuro. Y el futuro del libro, como el de casi todo, pasa por lo electrónico.
Ya se sabía que el cambio de formato que a la música o al cine le costó una
complicada década al libro le iba costar una generación o dos. El camino es muy lento, pero sin pausa. La música y el cine han sabido adaptarse, siguen ahí y ya no
se habla de la crisis de las discográficas; han sobrevivido modificando
radicalmente sus medios de distribución. Cómo evolucionará la distribución del
libro y si eso favorecerá o no una concentración empobrecedora de la
literatura, es una buena pregunta.
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